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La habilidad para diferenciar entre Islam y los extremistas es crítica. Solo así podremos evitar empujar y marginar a los musulmanes de todo el mundo.

La habilidad para diferenciar entre Islam y los extremistas es crítica. Solo así podremos evitar empujar y marginar a los musulmanes de todo el mundo.

Por: John L. Esposito

Casi la mitad de los americanos tienen un percepción negativa del Islam, de acuerdo a una encuesta del Washington Post y ABC News en 2006; el número ha aumentado desde los ataques terroristas del 11 de septiembre. Este clima hace que sea fácil perder de vista el hecho de que la mayoría de musulmanes odian el terrorismo y la violencia tanto como nosotros -y hace que sea difícil para los no-musulmanes saber dónde empezar para entender una de las grandes creencias del mundo.

Como el judaísmo y el cristianismo, el Islam el Islam tuvo su origen en Oriente Medio. Como muestra F. E. Peter en “Los hijos de Adán”, las similitudes pueden ser sorprendentes. Los musulmanes adoran el Dios de Abraham, al igual que los cristianos y los judíos. El Islam fue visto como una continuación de la creencia abrahámica, no como un religión nueva completamente. Los musulmanes reconocen a los profetas bíblicos y creen en la santidad de la revelación de Dios a Moisés (en la Torá) y Jesús (en el Evangelio). Por supuesto, Musa (Moisés), Issa (Jesús) y Mariam (María) son nombres comunes entre los musulmanes.

Los musulmanes creen en los cinco pilares de Islam, que son directos y simples. Para hacerse musulmán, uno solo tiene que pronunciar el credo básico: “No hay dios sino Dios y Muhammad es el Profeta de Dios”. Esta declaración refleja los dos principios fundamentales de la creencia islámica: la creencia en el Dios único, a lo que lo acompaña el rechazo de adorar cualquier otra cosa (dinero, carrera, ego), y la importancia crucial de Muhammad, el Mensajero de Dios.

Muhammad es el modelo central a seguir para los musulmanes -muy parecido a Jesús para los cristianos, pero puramente humano-. Es visto como el marido, padre y amigo ideal; el líder político, general, diplomático y juez óptimo. Entender el lugar especial de Muhammad en el corazón de los musulmanes nos ayuda a apreciar el extendido enfado de los musulmanes -no solo extremistas- ante la denigración de una figura estilada como Muhammad en la novela de Salman Rushdie “Los versos satánicos”, las controvertidas caricaturas danesas de 2005 representando a Muhammad de una forma denigrante o el discurso del Papa Benedicto XVI citando a un emperador bizantino, perecido hace mucho tiempo, quien dijo que Muhammad solo trajo cosas ‘malas e inhumanas’. El libro de Karen Amstrong “Muhammad: un profeta para nuestro tiempo” y el de Tariq Ramadan “Tras los pasos del Profeta: enseñanzas de la vida de Muhammad”, proporcionan una perspectiva fresca y perspicaz de su relevancia hoy en día.

Los siguientes tres pilares del Islam son la oración, que se hace cinco veces al día; dar caridad, en forma de un impuesto anual para ayudar a los pobres; y ayunar durante el mes de Ramadán. El quinto pilar requiere que los musulmanes hagan la peregrinación (Hajj) a la Meca, al menos una vez en la vida.

Solemos igualar el Islam con el mundo árabe, pero las comunidades más grandes de musulmanes las encontramos en Indonesia, Bangladesh, Pakistán, India y Nigeria. Solo 1 de cada cinco de los mil seiscientos millones de musulmanes en el mundo son árabes. El Islam es la segunda religión más numerosa de Europa y la tercera en los Estado Unidos.

El trato de las mujeres en el Islam también es muy diverso. En países como Saudi Arabia, las mujeres deben cubrirse completamente en público, no pueden conducir y se esfuerzan por conseguir votar. Pero en otros lugares, las mujeres musulmanas entran libremente en la política, conducen y llevan cualquier cosa, de saris a trajes de pantalones. Las mujeres pueden tener educación universitaria y perseguir carreras profesionales en Egipto, Siria, Irán, Turquía, Malasia, Indonesia; han sido jefes de estado en Turquía, Pakistán, Bangladesh e Indonesia.

Cualquiera que haya seguido la noticias de Iraq habrá escuchado mucho sobre Sunnís y Shias, la dos ramas más numerosas de la creencia. El 85% de los musulmanes del mundo son Sunnís, y el 15% Shia. Esta división surge de una amarga disputa tras la muerte de Muhammad, sobre quién debía de tomar el liderazgo de de la recién formada comunidad de musulmanes. Los sunnís creían que la persona más cualificada debía de de ser quien sucediese a Muhammad, pero una minoría pensó sus descendientes debían de llevar esta responsabilidad. Esa minoría se conocía como a los ‘seguidores’ or ‘partisanos’ (Shias) de Ali; creían que Muhammad había designado a Ali, su primo y yerno, como su heredero. Históricamente, los Shias se han visto a sí mismos como marginados y privados de sus derechos bajo el gobierno Sunni -una queja de mucho tiempo que ha vuelto a surgir en los últimos años en países como Irak, Líbano, Arabia Saudí, Bahrain o Pakistán. El libro de Vali Nasr “El resurgimiento Shia: cómo los conflictos dentro del Islam marcarán el futuro” hace un buen trabajo distinguiendo entre teología y política en los últimas rivalidades entre Sunni y Shia.

Los musulmanes también argumentan sobre el significado del Jihad. El en Corán, el texto sagrado del Islam, jihad signifca “esforzarse” por llevar a cabo la voluntad de Dios, llevar una vida virtuosa, crear una sociedad justa y defender al Islam y a la comunidad de musulmanes. Pero históricamente, los gobernante musulmanes, apoyados por eruditos religiosos, ha usado el término para legitimar guerras para expandir sus imperios. Los extremistas contemporáneo, el más notable Osama bin Laden- también apelan al Islam para justificar sus ataques. Mi libro “Guerra Impía: el terror en el nombre del Islam”, se centra en este tema, así como el libro de Fawaz Gerges “El viaje de los jihadistas: dentro de la militancia islámica”.

My años estudiando este tema sugieren que la hostilidad de algunos musulmanes contra Occidente es mayormente política, y no religiosa, y que esperan que Occidente muestre más respeto por su creencia. En el escenario post 9/11, la habilidad para diferenciar entre Islam y los extremistas será crítica. Solo así podremos evitar empujar y marginar a los musulmanes de todo el mundo.


Fuente: Washington Post Traducido y editado por Truth Seeker

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