Capitalismo y evolución: una relación recíproca

El darwinismo dio al capitalismo una aparente racionalidad científica para su desarrollo implacable

El darwinismo dio al capitalismo una aparente racionalidad científica para su desarrollo implacable

Por: Dr. Jerry Bergman

Abstracto:

Un revisión de los escritos de varios de los  corruptos magnates capitalistas (robber barons) muestra que muchos de ellos fueron influenciados por la idea darwinista que los fuertes sobrepasarán a los débiles. Su creencia en el darwinismo ayudó a justificar esta idea como algo moralmente correcto y natural. Como resultado, pensaron que sus prácticas de negocio implacables (y a menudo anti-éticas e incluso ilegales) estaban justificadas por la ciencia y que los conceptos y conclusiones darwinistas eran una parte inevitable de “desarrollo de la historia” y por esta razón justificadas.

Introducción

La visión cosmológica Darwinistas fue una influencia no solo en el desarrollo del Nazismo y Comunismo, sino también en el el advenimiento del capitalismo implacable de finales del siglo IXX y principios del XX (Morris and Morris, 1996). Un aspecto esencial de este tipo de capitalismo fue su individualismo extremos que indicaba que el resto de personas no contaban y que era natural y correcto explotar a las compañías más débiles. Esto barones magnates del capitalismo llegaron a la conclusión de que su comportamiento estaba justificado por las leyes naturales y que era el resultado inevitable de la historia (Josephson, 1934). Muchos fueron educados como cristianos, pero rechazaron el cristianismo o lo modificaron para incluir sus idea darwinistas. Gertrude Himmelfarb remarcó que el darwinismo fue aceptado en Inglaterra, en parte porque justificaba la avaricia de algunas personas:

«Se dice que la teoría de la selección natural solo podía haberse originado en Inglaterra, porque solo la Inglaterra del liberalismo (laissez-faire) proveía la mentalidad atomística y egoista necesaria para su concepción. Solo allí podría Darwin asumir sutilmente que la unidad básica era el individuo, el instinto básico el interés propio y la actividad básica el conflicto. Spengler, describiendo el Origen [libro de Darwin] dijo: “La aplicación de la ciencia económica a la biología”, y que apestaba a la atmósfera de un fábrica inglesa. Que la selección natural surgió en Inglaterra porque era una perfecta expresión de “filosofía de la avaricia” victoriana de la ética capitalista y la economía de Manchester” (1962, p. 481).

Rachels remarcó que la teoría de “la supervivencia del más fuerte” en biología fue rápidamente interpretada por los capitalistas como “un precepto ético que justificaba la implacable competición económica” (1990, p. 63, ver también Hsü, 1986, p.10). Julian Huxley y H. B. D. Kittlewell incluso llegaron a la conclusión de que el darwinismo social “llevó a la glorificación de la libre empresa, la economía del laissez-faire y la guerra, a una eugenesia no científica y el racismo, y, finalmente, a Hitler y la ideología nazi” (Huxley y H. B. D. Kittlewell, 1965, p. 81).

Capitalismo Implacable

El darwinismo ayudó a justificar no solo la explotación despiadada comunista, sino también la prácticas implacables de los monopolios capitalistas como el de Andrew Carnegie y John D. Rockefeller. Kenneth Hsü remarcó (1986, p. 534):

El darwinismo fue también utilizado como defensa del individualismo competitivo y su corolario económico de liberalismo capitalista en Inglaterra y Estados Unidos.

Como Stalin, Marx, Lenin y Hitler, Carnegie también fue cristiano, pero lo abandonó por el darwinismo y se hizo amigo cercano de un famoso darwinista social, Herbert Spencer. Carnegie declaró en su autobiografía que, cuando él y varios de sus amigos empezaron a dudar las enseñanzas del cristianismo:

“… incluyendo el elemento sobrenatural, y, desde luego, toda la idea de la salvación a través del expiación vicaria y toda lo construido sobre eso, encontré, por suerte, los trabajos de Darwin y Spencer… Recuerdo que la luz me llegó en una avalancha y todo se hizo claro. No solo me había deshecho de la teología y lo sobrenatural, sino que encontré la verdad de la evolución. “Todo está bien porque todo va a mejor” se convirtió en mi lema, mi verdadera fuente de confort. El hombre no había sido creado con un instinto de degradación propia, sino que de las más bajas se había elevado a las más forma más altas. Tampoco existe un final concebible a esta marcha hacia la perfección”. (1920, p. 327)

Las conclusiones de Carneagie se resumen de la mejor manera en lo que dijo:

“La ley de la competición, sea benigna o no, está aquí. No lo podemos evitar; tampoco sustituirlo una vez encontrado; y mientras que esta ley puede ser dura a veces para el individuo, es lo mejor para la raza, porque asegura la supervivencia de lo mejor en todo departamento (citado en Hsü, 1986, p. 10).

Se dice que John D. Rockefeller dijo “el creciemiento de una gran empresa es simplemente la supervivencia del más fuerte … el resultado de las leyes de la naturaleza…” (Ghent, 1902, p.29). Los Rockefeller, mientras mantenían una fachada cristiana, abrazaron completamente la evolución y desecharon los primeros libros de la Biblia como mitología (Taylor, 1991, p. 386). Cuando un filántropo dio 10,000$ para financiar una universidad nombrada por William Jennings Bryan, John D. Rockefeller Jr. dio ese mismo día una donación de 1,000,000$ para la universidad de Chicago Divinity, abiertamente anti creacionista (Larson, 1997, p. 183). Morris y Morris remarcó que la filosofía profesada por los Rockefeller, fue también seguida no solo por el magnate de los trenes James Hill, sino por casi todos los otros capitalistas de su día (1996, p. 87). Morris y Morris sugiere que muchos evolucionistas modernos:

“…Lamentan el exceso del darwinismo social. El hecho es, de cualquier manera, el darwinismo se hizo muy popular entre los capitalistas de laissez-faire del siglo XIX, porque parecía que daba una justificación científica a la competición implacable tanto en la política o los negocios”. (p. 83)

Morris y Morris también sugiere que tanto los Marxistas-Leninistas de izquierdas como los capitalistas implacables de derechas eran ambos anti creacionistas y que “incluso cuando se pelean unos con otros, permanecen unidos en oposición al creacionismo…” (p. 82). Muchos cristianos no descartaron su cristianismo, sino que lo intentaron mezclar con el darwinismo.

“… Atribuyeron tal éxito como tuvieron a su industriosidad y virtud, en vez de a su éxito en lugar de al pisoteo de sus competidores con menos éxito. Después de todo, muchos ellos se veían como cristianos, que se adherían a las reglas de “quiere a tu vecino” y “trata como te gustaría que te tratasen”. Por lo que, incluso aunque buscaran alcanzar lo imposible y servir tanto a Dios como a Mammon al mismo tiempo, no veían inconveniente en acomodar el cristianismo a las ideas darwinistas de la lucha por la existencia y la supervivencia del más fuerte, pero, de ninguna manera, todos ellos pensaban de forma consciente que estaban en un estado de guerra económica con el resto de fabricantes (Oldroyd, 1980, p.216)

Muchos estudios han documentado la importante contribución del Darwinismo al capitalismo de liberal. Un análisis de la audiencias de la Comisión para la huelga del carbón de antracita muestra:

“… la compañía de carbón predicaba una ideología darwinista social, mezclando la “supervivencia del más fuerte” con la libertad y los derechos individuales (Doukas, 1997, p. 367). La popularidad del darwinismo social en la ideología nacional de los Estado Unidos, debe entenderse como una innovación del capitalismo corporativo”. (Doukas, 1997, p. 367)

Rosenthal (1997) mostró que, históricamente, las doctrinas biogenéticas tenían el efecto de promover una actitud de aceptación de los problemas del racismo, sexismo, la guerra y el capitalismo. El campo de la biogenética no ha ofrecido ninguna evidencia científica nueva de que el comportamiento humano social tenga una base biogenética, o de que la competición económica, la dominancia masculina, la agresión, territorialidad, xenofobia, o incluso patriotismo, guerra y genocidio sean constantes universales basadas en la genética humana. Y aún así, las doctrinas biogenéticas han ocupado un lugar preeminente durante la mayor parte de la historia sociológica americana. Rosenthal sugiere que Cooley, Sorokin, Ross, e incluso Park, se adherían a doctrinas biológicas racistas que en el pasado han dado lugar e incitado a políticas social reaccionarias.

El Darwinismo persiste hoy en los negocios

El concepto darwinista, aplicado a los negocios, todavía continúa muy presente hoy en día. Robert Blake y sus co-autores en su libro de 1996 Darwinismo Corporativo intentaban aplicar el darwinismo corporativo a los negocios. Concluían que los negocios evolucionan de una forma muy predecible, específicamente en etapas definidas muy parecidas a las de la evolución humana. Este “evolución de los negocios” es natural; los negocios, manteniendo los principios darwinistas, o absorben a la competición o se encuentran que serán absorbidos por esta.

Resumen:

Las ideas de Darwin desempeñaron un papel de importancia crítica en el desarrollo y crecimiento, no solo del nazismo y el comunismo, sino también de las formas de capitalismo implacables que se ilustran con ejemplos de corruptos magnates (robber barons). Mientras que es difícil concluir con certeza que el capitalismo implacable no se hubiera desarrollado como lo hizo si Darwin no hubiese desarrollado su teoría de la evolución, es claro que si Carnegie, Rockeffeller y otros no hubiesen adoptado esta teoría y hubiesen continuado con los valores tradicionales, el capitalismo no hubiese llegado a ser tan brutal como fue al final del siglo XIX y principios del XX. Morris y Morris (p. 84) ha sugerido que otras motivaciones (incluyendo la codicia, envidia, ambición e incluso un tipo de celo misionario) estimularon las prácticas de negocios fieras y sin principios de los corruptos magnates (robber barons) antes de Darwin.

A pesar de esto, el darwinismo dio al capitalismo una racionalidad aparentemente científica que permitió que se llevase a los extremos que fueron tan evidentes en la primera parte del siglo pasado.

Referencias:

Blake, Robert, Warren Avis and Jane Mouton. 1966. Corporate Darwinism. Houston, TX: Gulf Pub.

Carnegie, Andrew. 1920. Autobiography of Andrew Carnegie, ed. John C. Van Dyke. 1986; reprint, Boston: Northeastern University Press.

Doukas, Dimitra. 1997. «Corporate Capitalism on Trial: The Hearings of the Anthracite Coal Strike Commission, 1902-1903.» Identities: Global Studies in Culture and Power, 3(3):367-398.

Ghent, William. 1902. Our Benevolent Feudalism. New York: Macmillan.

Himmelfarb, Gertrude. 1962. Darwin and the Darwinian Revolution. New York: W.W. Norton.

Hsü, Kenneth. June 1986. «Darwin’s Three Mistakes,» Geology, (vol. 14), p. 532-534.

Hsü, Kenneth. 1986. The Great Dying: Cosmic Catastrophe, Dinosaurs and the Theory of Evolution. NY: Harcourt, Brace, Jovanovich.

Huxley, Julian and H.B.D. Kittlewell. 1965. Charles Darwin and His World. New York: Viking Press.

Josephson, Matthew. 1934. The Robber Barons. New York: Harcourt and Brace.

Larson, Edward J. 1997. Summer for the Gods: The Scopes Trial and America’s Continuing Debate Over Science and Religion. New York: Basic Books.

Morris, Henry and John D. Morris. 1996. The Modern Creation Trilogy. vol. 3. Society and Creation. Green Forrest, AR: Master Books.

Oldroyd, D.R. 1980. Darwinian Impacts. Atlantic Highlands, NJ: Humanities Press.

Rachels, James. 1990. Created from Animals: The Moral Implications of Darwinism. New York: Oxford University Press.

Rosenthal, Steven J. 1977. Sociobiology: New Synthesis or Old Ideology? American Sociological Association.

Taylor, Ian T. 1991. In the Minds of Men: Darwin and the New World Order. Minneapolis: TFE Publishing.


Fuente: icr.org Traducido y editado por Truth Seeker

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