La Hiyra (emigración) del Profeta Muhammad y el nuevo año islámico

La Hiyra del Profeta fue una emigración de una situación de opresión a una de apertura, y un éxodo como el que han pasado casi todos los profetas, y marca el comienzo del calendario islámico

La Hiyra del Profeta fue una emigración de una situación de opresión a una de apertura, y un éxodo como el que han pasado casi todos los profetas, y marca el comienzo del calendario islámico

Por: Redacción

El calendario islámico no comienza con el año del nacimiento del Profeta Muhammad (como el calendario cristiano comienza con el nacimiento de Cristo), ni comienza con el principio de la revelación al Profeta Muhammad, que la paz sea con él. Sino que comienza con el movimiento intencionado del profeta Muhammad desde La Meca a lo que se conoce como Medina. Esta emigración, el Éxodo musulmán, estableció la comunidad modelo bajo el gobierno y cuidado del Profeta Muhammad. Esta fue la emigración a Yathrib, la ciudad que pasaría a llamarse Madina al-nabi («la Ciudad del Profeta») y para siempre conocida simplemente como Medina («la Ciudad»). Como muchas de las acciones del Profeta, este movimiento ha sido recordado tanto por sí mismo como por el gran simbolismo de la necesidad de pasar espiritual y políticamente a un estado de emancipación. Hay movimientos similares en otras tradiciones, como por ejemplo es  el Éxodo de los hebreos, así como en otras tradiciones. La migración de Muhammad a Medina se conocería como Hiyra, y es uno de los momentos que marcan por excelencia de la historia islámica.

El contexto en el que tuvo lugar demandaba urgencia: los paganos de La Meca estaban intensificando su persecución al Profeta Muhammad y sus seguidores. Mientras que al principio de la misión profética de Muhammad la persecución estaba dirigida a los miembros marginados de su comunidad, ahora había claros indicios de que la propia vida del Profeta Muhammad estaba en grave peligro. De hecho, la gente de Meca planeaban el inminente asesinato del Profeta. Fue en este momento que la gracia providencial proporcionó una apertura: una comunidad de personas de Yathrib, una ciudad a doscientas millas de La Meca, fue al Profeta Muhammad, ofreciéndole su lealtad y pidiéndole que fuera a su ciudad para ayudarlos a establecer sus disputa tribales. Habían quedado impresionados por las cualidades del Profeta como el Amin («el digno de confianza») y consideraban que tenía la sabiduría salomónica para arbitrar entre ellos.

Después de la muerte de la esposa del Profeta, Khadija, sus dos amigos más cercanos eran Ali y Abu Bakr, una de las personas respetable de la comunidad. Ambos jugarían roles cruciales en esta migración. El Profeta Muhammad hizo que Ali asumiera la peligrosa tarea de dormir en su lugar en su cama mientras la banda de asesinos esperaba fuera de la casa del Profeta. El Profeta cubrió a Ali con su chal verde y le hizo repetir un verso de Surah Ya-Sin como protección. Mientras tanto, el Profeta y Abu Bakr tomaron el camino hacia Yathrib. Estando de pie, una vez fuera de la ciudad, El Profeta Muhammad miró amorosamente a La Meca y dijo: «De toda la tierra de Dios, eres el lugar más querido para mí y el más querido para Dios. Si mi gente no me hubiera expulsado de ti, no te hubiera dejado».

La Hiyra no era un abandono de La Meca ni el olvido de dónde uno viene. Fue la determinación de poner fin a la opresión, con la intención de regresar eventualmente para redimir incluso al opresor. El Profeta lo lograría al final de su vida a través de su triunfante regreso a casa. Pero antes de que pudiera liberar a La Meca, tuvo que mudarse a la ciudad donde la comunidad musulmana se establecería.

Muhammad y Abu Bakr finalmente llegaron a Yathrib y fueron recibidos con alegría y hermosas poesías compuestas en honor del Profeta. Ali también se unió a ellos unos días más tarde; puesto que necesitó tres días completos para devolver todos los bienes que los enemigos de Muhammad y otros le habían confiado a este para que se los guardara, una indicación más del nivel de confianza que todos habían tenido en el mismo alma que perseguían.

Cuando Muhammad llegó a Medina, su mensaje allí fue simple, y un recordatorio de la necesidad de conectar los actos de adoración con el cuidado de los pobres:

Oh gente,

dad el uno al otro saludos de paz;

dad de comer al hambriento;

honrad los lazos de parentesco;

Hacer la oración en las horas en que los hombres duermen.

Así entraréis en el Paraíso en paz.

La primera acción comunal en Medina fue el establecimiento de la Mezquita, la primera mezquita verdaderamente musulmana. El Profeta Muhammad se unió a la tarea de construir y le gustaba recitar una línea de poesía mientras trabajaba:

No hay otra vida más que la vida del Más Allá,

Oh Dios, ten piedad de los Ayudantes y los Migrantes.

Una de las formas en que la misericordia de Dios cayó sobre los Ayudantes (los Ansar, la gente de Medina que recibieron al Profeta) y los Migrantes (los Muhayirs, aquellos que acompañaron a Muhammad desde La Meca) fue a través de un vínculo de hermandad. La primera declaración del Profeta fue alterar el tejido social de la comunidad Yazrib (ahora Medina). Hizo que cada miembro de los Ayudante (Ansar) se emparejara con un miembro de los Migrantes (Muhayirun), estableciendo un vínculo de creencia que superaba, trascendía e invertía las conexiones tribales y el estatus de clase socioeconómica. El hermano de creencia del Profeta no fue otro que Ali.

En uno de sus primeros discursos, El Profeta dijo lo siguiente:

La alabanza pertenece a Dios a quien alabo y cuya alabanza imploro. Nos refugiamos en Dios de nuestras propias faltas y del mal de nuestras acciones. Aquel a quien Dios guía, nadie puede descarriar; y a quien conduce por mal camino, nadie puede guiar. Testifico que no hay Dios sino Él, único, y Él es sin igual… Amad lo que Dios ama; Amad a Dios con vuestros corazones, y no os canséis de la palabra de Dios y su mención. No hagáis vuestros corazones duros a ello.  Ámense los unos a los otros en el espíritu de Dios. En verdad, Dios está enojado cuando su pacto se rompe. La paz sea con vosotros.

Esta comunidad estaba basada en la creencia en Dios y en el amor mutuo «en el espíritu de Dios», como este discurso les ordenó que hicieran. Fue en Medina donde las guías morales generales de las enseñanzas de Muhammad se vincularon con un conjunto completo de mandatos éticos, legales y sociales. En La Meca, El Profeta recibió la llamada Divina que lo colocó en los pasos de Abraham y en la línea de los profetas bíblicos. Fue este movimiento decidido de la Meca a Medina lo que estableció la comunidad musulmana, una que permanecería enraizada en el espíritu de Dios, llevando la fragancia del Profeta.

Al igual que el Profeta se fue de La Meca a Medina, los musulmanes hoy, y todos los días, esperan dejar atrás la injusticia, despreocupación y tiranía para trasladarse al terreno espiritual más elevado de una comunidad enraizada en el espíritu de Dios y el amor del uno por otro, para regresar a redimir ese mismo estado de tiranía e injusticia. Esa es la manera más elevada de recordar y honrar el movimiento del pueblo de Dios.

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