La necesidad recíproca entre las proteínas y el ADN refutan la teoría de la evolución

En la relación entre las proteínas y el ADN tenemos un ejemplo claro de un proceso complejo del que el mismo Darwin dijo refutaría su teoría. 

En la relación entre las proteínas y el ADN tenemos un ejemplo claro de un proceso complejo del que el mismo Darwin dijo refutaría su teoría.

Por: Redacción

Charles Darwin, el hombre que inventó la ‘teoría’ de la evolución, admitió que: “Si se pudiese demostrar que existió cualquier órgano [estructura] complejo que no pudo haber sido formado por modificaciones pequeñas, numerosas y sucesivas, mi teoría se destruiría por completo” (Charles Darwin, El origen de las especies, 6ª ed. NYU, 1988, p. 158).

En la relación entre las proteínas y el ADN tenemos un ejemplo claro de un proceso complejo del que el mismo Darwin dijo que si se demostrase que no pudo partir de modificiaciones más pequeñas refutaría su teoría.

Es simplemente un hecho que la vida no puede existir sin las proteínas. Las proteínas son esenciales para la función y existencia de cada célula. Sin embargo, las proteínas requieren del ADN para formarse. Eso es porque las proteínas son cadenas de aminoácidos específicamente secuenciados. Los aminoácidos deben vincularse en la secuencia precisa para formar una proteína. La secuencia precisa de aminoácidos, que es esencial para la formación de proteínas, es en sí misma determinada por la disposición precisa de las bases en la molécula del ADN. Eso significa que la disposición precisa de las bases en la molécula del ADN constituye el código para la disposición exacta de los aminoácidos en una cadena, y la disposición exacta de aminoácido en una cadena es en sí necesaria para la formación de las proteínas.

Por lo tanto, en términos simples, para que exista la vida debe haber ADN. Una proteína no puede formarse sin el ADN. Pero el ADN por sí mismo es inútil. No puede hacer nada. El ADN no va a ninguna parte, ni tampoco hace nada productivo, si no hay unas proteínas prexistentes. Esto es así porque para que el ADN sea transcrito y utilizado en la célula, que es esencial para la formación de las proteínas y la vida, el ADN requiere proteínas ya existentes. El ADN tampoco puede siquiera replicarse, es decir, hacer una copia de sí mismo, sin las proteínas ya existentes. Piénsese en eso.

Es cómo pensar, en un símil popular, en que vino antes, si el huevo o la gallina. El huevo parecería ser una respuestas lógica, pero el huevo necesita de una gallina que lo ponga. La gallina, a su vez, nace en de un huevo, por lo que no puede haber gallina sin huevo ni huevo sin gallina. ¿Que sucedió antes entonces? Es una pescadilla que se muerde la cola. Lo mismo ocurre con las porteínas y el ADN.

Esto significa que si se comienza con el ADN, pero sin proteínas, nunca se podría llegar a las proteínas o la vida porque el ADN necesita de las proteínas ya existentes para incluso poder funcionar o para la formación de las proteínas. Y no se pueda comenzar con las proteínas que carecen del ADN porque las proteínas sólo se pueden formar a partir de las instrucciones y la información en el ADN. Eso demuestra que tanto el ADN y las proteínas (por no hablar de las muchas otras máquinas moleculares que les permiten interactuar) deben haber estado presentes desde el principio de la vida. Uno no podría haber evolucionado al otro, ya que ambos se necesitan al mismo tiempo para el sustento y utilidad.

Debieron de haber sido creados simultáneamente. De otra manera no su puede entder la interrelación entre ambas de dependencia.

Este argumento es uno sencillo, pero hay muchos más, que refutan la teoría de la evolución, y lo hacen según los mismos principos que estableció su fundador.

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