¿Puede el materialismo explicar la mente? El dilema (1/3)

¿Puede el materialismo explicar los procesos mentales, lo que tradicionalmente se ha conocido como el alma? ¿O carece de las competencias necesarias?

¿Puede el materialismo explicar los procesos mentales, lo que tradicionalmente se ha conocido como el alma? ¿O carece de las competencias necesarias?

Por: Faraz Khan

La naturaleza humana ha sido un tema central de la contemplación intelectual y mística desde los tiempos antiguos y en todas las civilizaciones. En virtud de unos rasgos distintivos como la racionalidad, el conocimiento, el habla y la agencia moral, el hombre ha sido considerado como un ser aparte del resto de la naturaleza, y el espíritu del hombre ha sido reconocido como algo único y maravilloso. En el Islam, el conocimiento del alma es el punto de partida para su purificación y para alcanzar el amor divino, dado que una auténtica vida de piedad y altruismo emana de un alma purificada absorbida por el recuerdo de Dios.

Con el advenimiento de la modernidad, los nuevos compromisos filosóficos han traido una nueva terminología y nuevas teorías. Lo que la mayoría de las civilizaciones tradicionalmente denominaban espíritu o alma, hoy en día, a menudo, se denomina «mente» debido a las implicaciones teológicas de los términos clásicos. La rama de la filosofía moderna que trata sobre lo que los medievales denominaban alma es la filosofía de la mente, un campo de investigación que se relaciona con muchos temas críticos tanto en el discurso académico como en el público.

Por ejemplo, ¿es el transhumanismo, la teoría de que a través de la ciencia y la tecnología, los humanos pueden evolucionar más allá de las limitaciones físicas actuales y eludir el envejecimiento o incluso la muerte, una posibilidad genuina si existe un alma humana? ¿Se vuelve el ateísmo, que intenta explicar toda la realidad a través del materialismo, incoherente si el hombre tiene un intelecto inmaterial? ¿Significan la conciencia humana, el pensamiento y la racionalidad la existencia del alma?

Con el método científico como enfoque gobernante del conocimiento, la modernidad ha intentado desentrañar el misterio interno del hombre a través de una variedad de paradigmas diferentes como la neurociencia, el psicoanálisis freudiano, la genética del comportamiento y la psicología evolutiva. Gran parte de la cultura humana, la sociedad, e incluso la política depende de nuestra conciencia de nosotros mismos como seres humanos y de nuestra relación con el mundo que habitamos. Cómo entendemos la mente es fundamental para esa conciencia.

Históricamente, generalmente los teólogos musulmanes han defendido una dualidad integradora de cuerpo y alma. Como lo define Syed Naquib al-Attas, «el hombre tiene una naturaleza dual, es tanto cuerpo como alma, es a la vez ser físico y espíritu». Los escolásticos musulmanes consideran que la esencia del alma es un secreto divino misterioso, lo que el místico Ibn ʿAjībah (d. 1224/1809) denomina «una sutileza luminosa y señorial». Es entonces evidente que el alma es (a) distinta del cuerpo, aunque está profundamente integrada con él, y (b) el locus de conciencia del ser humano. Sin embargo, como sustancia espiritual, el alma es inaccesible para la investigación empírica: la conciencia se ubica en un reino más allá de lo físico, no en la masa, el mundo corporal, sino en malakūt, el mundo espiritual. La cuestión de su replicación artificial es para la mayoría de los teístas es imposible por principio, ya que la manipulación humana está limitada al dominio físico.

La posibilidad de replicar la conciencia (o, en general, cualquier característica de la mente) surge en gran medida de lo que se denomina naturalismo: la visión de que todas las cosas y eventos en la naturaleza pueden explicarse físicamente, incluso si las ciencias puras aún tienen que descubrir sus explicaciones, porque los procesos naturales tienen lugar por ellos mismos. Como idea explicativa, el naturalismo se asocia con mayor frecuencia al materialismo, o al fisicismo, una posición ontológica que sostiene que solo existe realmente la «materia física».

En La muerte del alma: de Descartes a la computadora, William Barrett ha rastreado la exclusión gradual de ‘la mente’ de las deliberaciones intelectuales sobre la realidad. El siglo XVII inauguró una nueva ciencia que veía el mundo como una máquina, basada en una teoría de la materia que considera que los objetos físicos son compuestos de partículas en un espacio vacío. El mecanismo de esta ciencia newtoniana se combinó con la famosa distinción de John Locke entre cualidades primarias y secundarias.

Según Locke, dado que los objetos físicos son simplemente agregados cuantificables de moléculas, tienen solo «cualidades primarias» como la extensión y la forma, mientras que «cualidades secundarias» como el color, el sabor o el sonido están ausentes de los objetos en sí mismos y existen solo como sensaciones en las personas. Lo que está «ahí fuera» es solo lo cuantitativo y medible. Como era de esperar, si lo cualitatio se elimina de la percepción de lo que realmente existe, entonces la mente, con todas sus características cualitativas, también es susceptible de ser reducida al cerebro/cuerpo cuantitativo.

El siglo dieciocho trajo otro momento decisivo con el escepticismo de David Hume, quien redujo la experiencia humana a una sucesión de impresiones sensoriales, y además consideró que el «yo» no era más que un conjunto de percepciones. Barrett se lamenta: “El yo, o ego, sufrió aquí un golpe del cual la fragmentación de la Edad Moderna nunca lo ha rescatado. Vivimos en un mundo donde el flujo de sensaciones, copiosamente alimentado por todos los dispositivos de la tecnología, puede convertir virtualmente al ciudadano común en un montón de percepciones».

Barrett señala que el error categórico de Hume, sin embargo, fue buscar el yo en los datos sensoriales objetivos en lugar de reconocer su propia subjetividad en esa búsqueda. Sin embargo, los pensadores posteriores quedaron cautivados por las ideas de Hume; y como la tecnología y las ciencias puras avanzaron rápidamente, el materialismo emergería como un paradigma reinante para la ciencia moderna. Sin embargo, a los ojos de muchos filósofos de la mente, el materialismo ha llegado a un dilema insuperable en la cuestión de la conciencia.


Fuente: https://renovatio.zaytuna.edu Traducido y editado por Truth Seeker Es, original con todas las referencias en el link.

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