Por: Redacción
Uno de los principios más importantes de la religión es la realidad de la Próxima Vida. Después de la muerte, los seres humanos abandonarán este mundo efímero y, en el Día del Juicio, entrarán en otro mundo, que será eterno. El mundo actual no es más que un lugar de prueba donde el hombre, a lo largo de toda su vida, está en libertad condicional. Cuando haya llegado el momento del Día del Juicio, Dios destruirá este mundo y lo reemplazará por otro mundo creado en un patrón completamente diferente. Todos los seres humanos serán resucitados y llevados ante el Todopoderoso para ser juzgados: será entonces cuando serán recompensados, o castigados, de acuerdo con los méritos y deméritos de sus acciones en esta tierra.
Examinanemos este concepto desde diferentes puntos de vista y determinaremos si es posible o imposible creer en esta probabilidad.
La pregunta que surge primero se refiere al posible advenimiento de una vida futura en la forma presente del universo. ¿Hay algún evento o indicación que justifique nuestra opinión?
Lo primero que presupone el concepto de la Próxima Vida, de otro mundo, es que el hombre y el universo, en su forma actual, no son eternos. Desde el principio del conocimiento humano en todas sus formas hasta el presente, este hecho se destaca como indiscutible. Todos sabemos, sin lugar a dudas, que tanto para el hombre como para el universo, la muerte es un destino ineludible.
El mayor deseo de aquellos que no creen en el otro mundo es convertir este mundo en un cielo de felicidad eterna, incluso se han llevado acabo invetstigaciones sobre la causa, o causas, de la muerte para poder predercir y prevenir esta, convirtiendo a los seres humanos en inmortales. Pero el fracaso de dicha investigación ha sido abismal y, con cada intento fallido, cada vez más los investigadores se han dado cuenta de cuán ineluctable es la muerte.
¿Por qué ocurre la muerte? Se han propuesto unas doscientas explicaciones sobre sus causas.
Decadencia orgánica del cuerpo; el agotamiento de los constituyentes; la atrofia de las venas; el reemplazo de las materias dinámicas por otras menos dinámicas; el desgaste de los tejidos; la secreción de veneno por bacterias intestinales, que se propaga por todo el cuerpo, y así sucesivamente.
El concepto de decaimiento corporal parecería ser correcto. Las máquinas, los zapatos, las prendas y todas esas cosas materiales se desgastan con el paso del tiempo. Existe, aparentemente, la posibilidad de que nuestro cuerpo se desgaste también, tarde o temprano, tal como lo hace una prenda. Pero la ciencia solo apoya parcialmente esta visión de la descomposición corporal, ya que el cuerpo humano es muy diferente de una prenda, una máquina o un pedazo de roca. Debería ser comparado, más bien, a un río que ha estado fluyendo por miles y miles de años y continúa fluyendo de la misma manera hasta hoy. ¿Podemos realmente decir que un río envejece o se estanca? Un químico estadounidense, el Dr. Carl Linus Pauling (nacido en 1901), galardonado con dos Premios Nobles, uno de Química en 1954 y el Premio Nobel de la Paz en 1962, ha señalado que, en teoría, el hombre se encuentra en gran medida en una forma perenna, las células en el cuerpo humano son como máquinas que eliminan automáticamente sus propios defectos. A pesar de esto, el hombre envejece y muere.
Pero dejemos la muerte por un momento y miremos la vida. Nuestros cuerpos están en constante proceso de renovación. Las moléculas de albúmina presentes en nuestras células se producen, destruyen y reproducen continuamente. Las células también (excepto las células nerviosas) son destruidas regularmente y reemplazadas por células recién formadas. Se ha estimado que la sangre en un cuerpo humano se renueva completamente en el corto lapso de unos cuatro meses. Y, es unos pocos años, todos los átomos en un cuerpo humano son totalmente reemplazados. Muestra que el hombre es más como un río que una simple estructura de carne y hueso. En resumen, el cuerpo humano está experimentando constantemente un proceso de cambio.
Siendo así, todos los conceptos de que el cuerpo se está volviendo viejo y desgastado parecen no tener ninguna base factual.
Tengamos en cuenta que, en el curso normal de los acontecimientos, las causas indirectas de la muerte, como las lesiones, los diversos tipos de deficiencias, la obstrucción de las arterias y el desgaste de los músculos, tejidos, etc., generalmente son corregidos poco a poco por el cuerpo a través de procesos propios (a veces con la ayuda de un tratamiento médico), pero, en cualquier caso, se eliminan con el tiempo, sin que se haya producido la muerte de forma individual o conjunta. Normalmente es mucho más tarde en la vida que se produce la muerte. Entonces, ¿cómo pueden estas lesiones, deficiencias, etc., ser responsables de la muerte del cuerpo? Esto parece implicar que la causa de la muerte no se encuentra en los intestinos, las venas o el corazón, sino en otro lugar.
Otra explicación mantiene que las células nerviosas son la causa de la muerte porque permanecen sin cambios durante toda la vida y nunca se reemplazan. El número de células nerviosas en un cuerpo humano disminuye año tras año, debilitando el sistema nervioso en su conjunto. Si es correcto decir que el sistema nervioso es el talón de Aquiles del cuerpo humano, a la inversa, debería ser correcto decir que un cuerpo que no tenga ningún sistema nervioso debería poder sobrevivir durante el mayor período de tiempo. Pero la observación no apoya esta opinión. Un árbol, que carece de sistema nervioso, sobrevive mucho más tiempo que un hombre, y de hecho, es la más larga de todas las formas de vida vegetal.
Pero el trigo, que tampoco tiene sistema nervioso, sobrevive solo un año. Y la ameba, con un sistema nervioso minúsculo, sobrevive solo durante media hora. Estos ejemplos parecen implicar lo contrario, es decir, los animales que pertenecen a las especies superiores, con los sistemas nerviosos perfectos, deben vivir más tiempo. Pero ese tampoco es el caso. Las criaturas relativamente más bajas en la escala evolutiva, como los cocodrilos, tortugas y peces, son las que sobreviven por más tiempo.
Todas las investigaciones realizadas hasta el momento con el objetivo de demostrar que la muerte no tiene por qué ser una certeza han resultado en un fracaso total. El hecho sigue siendo que, un día, todos los seres humanos tendrán que morir. No se puede evitar la muerte. El Dr. Alexis Carrel, ganador del premio Nobel, que ha realizado una investigación avanzada en el cultivo de tejidos, dicute este problema en detalle bajo el encabezado de Inward Time.
El hombre nunca se cansará de buscar la inmortalidad. No lo logrará, porque está sujeto a ciertas leyes de su constitución orgánica. Puede tener éxito en retrasar, quizás incluso en invertir en cierta medida, el inexorable avance del tiempo fisiológico. Pero jamás vencerá a la muerte.
Fuente: Adaptado del libro ‘God Arises’ por Trurh Seeker Es