Por: Daniel Haqiqatju
En la segunda parte de este serie de artículos, discutimos la falsabilidad como una característica distintiva primaria entre la ciencia y la metafísica. La pregunta ahora es si debemos entender la continuidad genealógica (CG), es decir, la descendencia común, como una teoría falsable y, por lo tanto, científica.
La mejor manera de ver cómo la continuidad genealógica no es falsable y, por lo tanto, es metafísica, es considerar qué estado empírico podría eventualmente refutarla. Recordemos que continuidad genética es la afirmación de que todos los organismos son el producto de la reproducción biológica de una forma u otra, excepto, por supuesto, los primeros protoorganismos, que, supuestamente, se originaron a través de algún proceso químico. Lo que veremos a continuación es que esta afirmación no es, por principio, falsable; es decir, no hay forma de refutarla.
Milagros pasados
Al contrario que la continuidad genética, el creacionismo sostiene que algunos organismos, como el primer ser humano, aparecieron en la Tierra de forma milagrosa sin precedentes físicos y fuera del contexto de cualquier proceso natural. Los creacionistas admiten de buen grado que, debido a la naturaleza milagrosa de tal evento, el creacionismo no es falsable y, por lo tanto, es en última instancia una teoría metafísica. Pero ¿qué pasa con la continuidad genética? ¿Qué circunstancias empíricas podrían refutar la afirmación de que los organismos en el pasado se originaron exclusivamente a partir de procesos naturales?
Dicho de otra manera, ¿cómo puede establecerse de forma empírica que un evento pasado fue o no milagroso? Sucede que los milagros no son, en principio, una hipótesis admisible en lo que respecta a la ciencia. Esto es especialmente cierto cuando el evento o fenómeno en cuestión se produjo en el pasado. No importa cuán espectacular o aparentemente inexplicable sea el registro histórico, siempre hay una supuesta causa biológica detrás, y es el trabajo de los científicos utilizar métodos de investigación para determinar cuál pudo haber sido.
En otras palabras, nada del registro fósil o cualquier otro registro geológico, arqueológico o histórico podría nunca proporcionar evidencia de que un milagro haya ocurrido, ya que todas las pruebas serán interpretadas, necesariamente, bajo el prisma naturalista. Y sí se da el caso de que no existe explicación física plausible, los científicos podrán, en el mejor de los casos, determinar que su investigación no es concluyente; pero ningún modelo de investigación científica certificaría nunca la ocurrencia de lo algo milagroso.
El «Multiverso»: ¿Física o metafísica?
Un buen ejemplo que ilustra el rechazo por principios de los científicos a reconocer la posibilidad de lo milagroso, es decir, cualquier cosa que ocurre sin precedencia física, lo vemos en el campo de la cosmología. La cosmología actual sostiene que el universo comenzó con el Big Bang. Inicialmente, el Big Bang fue entendido por los físicos como la causa primera, literalmente el comienzo mismo del tiempo. De forma literal, esto sería contrario al Naturalismo, ya que el Naturalismo sostiene que todos los eventos son causados por alguna circunstancia física previa, o, al menos, son dictados por leyes físicas dentro de un contexto físico. Si el Big Bang es el evento desde el cual el universo como un todo comienza, entonces, presumiblemente, es el origen de todas las leyes físicas y todo el contexto físico. Como tal, lógicamente, no pudo ser causado o influenciado por ningún antecedente físico o ley, como requiere el Naturalismo. De esta manera, el Big Bang contradice técnicamente el Naturalismo.
A pesar de la evidencia empírica, o la falta de evidencia empírica en contrario, muchos físicos hoy en día han propuesto que el Big Bang no fue la «causa primera», y, de hecho, fue el resultado de alguna circunstancia anterior. Por ejemplo, algunos físicos teóricos contemporános afirman que nuestro universo es meramente un universo entre muchos (¿infinitos?) otros universos, es decir, un universo dentro del «multiverso» más grande.
Aunque los físicos no pueden admitirlo o incluso ser conscientes de ello, tales teorías multiversas están motivadas por un fuerte impulso para mantener el naturalismo. Al teorizar que el Big Bang tenía un antecedente físico y que ocurrió de acuerdo con las leyes físicas -es decir, las leyes del multiverso- los físicos evitan el conflicto entre el Naturalismo y el Big Bang. La existencia de un multiverso (presumiblemente infinito en tamaño y edad) permitiría al Naturalismo prevalecer.
Otro ejemplo de este impulso para preservar el Naturalismo al apelar a un multiverso proviene de la noción de «fine tuning» (la perfección de cómo todo está creado para que la vida pueda ocurrir). Los físicos teóricos modernos están llegando a la conclusión, cada vez más a menudo, de que muchas de las constantes físicas del universo, como la velocidad de la luz, La constante de Planck, la constante gravitacional, etc., son extremadamente improbables en el contexto de las leyes de la física. Las leyes de la física no pueden explicar por qué las constantes son lo que son. Esto hace que resulte muy extraño el hecho de que vivamos en un universo con todas estas constantes físicas establecidas perfectamente para permitir la existencia de vida, específicamente, la vida humana. Es como si todo hubiera sido «afinado» para nosotros. Por supuesto, este pensamiento huele a «Diseño Inteligente» y Creacionismo, por lo que es rápidamente descartado o ignorado como una posibilidad. En cambio, la teoría del multiverso es usada como una explicación; es decir, el universo sólo parece estar perfectamente ajustado porque es un universo en una infinita colección de universos, la mayoría de los cuales no contienen vida inteligente. De esta forma, mantemos vigente el Naturalismo.
Lo que está más allá de todo
Pero, ¿qué razón científica o empírica independiente podría existir para postular tal multiverso en primer lugar? Ciertamente, no hay evidencia empírica que implique la existencia de algo más allá del universo visible. Y no existe una necesidad teórica para esta idea. A la vanguardia de la física, las diferentes versiones de M-Theory, por ejemplo, requieren que el universo tenga más de tres dimensiones espaciales; este es un requisito matemático para que la teoría funcione. Pero no hay nada análogo cuando se trata de la noción del multiverso, es decir, no se deriva de una exigencia teórica similar.
Si no hay razones científicas para apoyar la idea del multiverso, ¿qué otras razones podría haber? Mi argumento es que los físicos y los cosmólogos se sienten atraídos por la idea de un multiverso principalmente por principios filosóficos y metafísicos. En otras palabras, la única (aunque tal vez implícita) razón por la que los científicos proponen la noción fantástica de un multiverso es reconciliar el Big Bang y el «fine tuning» con los dictados del Naturalismo. En otras palabras, se está sirviendo de forma implícita un interés metafísico.
Lo que todo esto significa es que los científicos tienen un compromiso previo con el Naturalismo y, por extensión, con la continuidad genealógica, un compromiso que precede a la evidencia empírica. Es a través de esta lente metafísica que luego interpretan la observación empírica.
¿Qué conexión tiene esto con la continuidad genealógica y la evolución? Exploraremos esta pregunta en la Parte 4.
Fuente: http://islamandevolution.com/ Traducido y editado por Truth Seeker Es