Por: Equipo Editorial
Acabas de tomar la decisión más importante de tu vida. Has decido dejar el pasado atrás para adoptar una nueva forma de vida que te acercará a Dios. No importa lo que puedan pensar los demás, sabes que para ti ha sido un camino difícil llegar hasta aquí. El último paso ha sido tan importante que parecía como si cruzaras el Atlántico a nado. Tenías a gente a tu lado cuando dijiste la Shahada. Muchas sonrisas y abrazos.
“Has tomado la mejor decisión de tu vida” te decían.
Después de aceptar, empiezas a practicar. Paso a paso, aprendes como hacer las abluciones, la oración, y es probablemente la primera vez en tu vida que conoces un estado tangible de paz interior. Pero pronto las cosas toman otra dirección, te pierdes una oración y te sientes devastado por ello, no soportas haber cometido una falta tan grande, y encima te resulta difícil estar concentrado mientras haces tus oraciones. Tienes un millón de cosas que te pasan por la cabeza. Te sientes como un extraño dentro la comunidad musulmana en la que acabas de entrar, y tu familia y los amigos de siempre no entienden tampoco lo que te pasa. Sientes que tu fe se debilita, y te preocupa.
Esta preocupación es tan grande que afecta todos los aspectos de tu vida. ¿Qué me pasa? ¿De verdad he tomado la mejor decisión? ¿Es verdad que Dios me escucha? ¿Por qué me hace pasar por esto? ¿A caso no lo he dejado todo para acercarme a Él? No. No. Dios es tan Misericordioso y Generoso que el problema debe de venir de mi mismo. ¿Por qué soy tan desagradecido? Me ha dado tanto, mientras que yo no soy capaz de hacer una oración sin pensar en otra cosa, que malo soy, !que hipócrita!. Son el tipo de preguntas que pueden pasar por tu cabeza.
Esta bajada de Imán, esta fase en la cual uno tiene la impresión de que su fe se esta derrumbando y que pierde la conexión con Dios, es uno de los momentos más difíciles que puede surgir en la vida del nuevo musulmán.
¿Cómo puede uno afrontarlo?
Aquí os dejamos 4 consejos para salir de esta situación y seguir adelante, fortaleciéndote en tu fe y en la práctica del Din del Islam.
Comprender que es normal
Acabas de empezar tu camino en el Islam, por lo tanto no hay nada raro estar un poco intimidado. ¡De verdad!
Los mejores de la Creación son los Profetas, y después de ellos lo compañeros del Profeta Muhammad, la paz y la bendiciones de Allah sean con él. El mejor de sus compañeros fue Abu Bakr. Una vez Abu Bakr preguntó a otro de los compañeros del Profeta, por su estado. El respondió que estaba siendo un hipócrita. Explicó que cuando estaba con el Profeta, se acordaba del Fuego y del Jardín como si pudiese verlos, pero que cuando regresaba con su familia, se olvidaba de lo que le parecía ten real en la compañía del Profeta. Abu Bakr le comentó que él también compartía la misma sensación.
Cuando fueron a ver el Mensajero para pedirle claridad sobre lo que sentían, él les dijo que era una cosa natural, que la fe va aumentando y disminuyendo. Así que lo que puedes sentir es normal, natural, y no tienes que sentirte culpable o hipócrita por ello. Al contrario, que te preocupes tanto cuando sientes que tu fe se va debilitando es una indicación de que estás alerta, y que es importante para ti. Por lo que en vez de preocuparte, intenta trabajar sobre ello, para que tu fe vuelva a aumentar.
Habla con alguien, con otro converso si es posible
A veces, es mejor hablarlo con alguien. No cualquiera por supuesto, alguien en el que puedas confiar, alguien que te ayudará sin criticar lo que le explicas. Cuando empiezas en el camino del Islam, es normal estar intimidado por los otros musulmanes que parecen tan fuertes en su práctica y su conocimiento del Din. Sueles compartir con ellos y sentirte muy débil. Pero debes recordar que ellos llevan ya mucho tiempo en el camino, mientras que tu acabas de elegirlo.
También es cierto que puede ser difícil compartir cosas tan íntimas con alguien. Quizás tienes miedo a que te juzgue, o que lo que dices puede sonar muy mal al oído de un musulmán “veterano”. Pero es muy importante tener alguien para hablar, y por lo tanto es crucial tener a alguien que te conozca y te acepte tal y como eres. Alguien con quien puedes hablar de tus problemas y tu miedos. Ya que solo con compartirlos, te sentirás mejor, y además te llevarás buenos consejos para seguir adelante.
El hecho de que sea converso puede resultar aún más beneficioso, ya que sabe perfectamente lo que te pasa y tu trayectoria, pudiendo haber él también pasado por lo mismo.
Entender que Dios es El Más Grande, y volverse a Él
Si estás preocupado porque no llevas bien tus oraciones, recuerda que Allah es Al-Ghaffar (el Tolerante, que recubre con un velo las torpezas).
Si sientes que los actos que haces por Él no son suficientes, recuerda que Él es Ash-Shakur (el Agradecido).
Si piensas que has faltado en algo respecto a Allah, recuerda que él es At-Tawab (el Vuelto hacia las criaturas).
Si crees que en tu vida las puertas se están cerrando por todas parte, recuerda que Él es Al-Fatah (el que abre, el que da la victoria y deshace las dificultades).
Si ves oscuridad cuando miras alrededor, recuerda que Allah es An-Nur (la Luz), Al-Hadi (el Guía).
Dios es quien te ha llevado hasta donde estás, y no te va a abandonar. Es Al-Alim (el Conocedor), y Al-Jabir (el Bien Informado). Conoce tus penas, ve tus lágrimas y entiende cuando estás luchando.
Recuerda que Allah es el mejor amigo que puedas tener. Es Al-Wali (el Aliado, el Íntimo), Ar-Ra’uf (el Benévolo). Te ama y espera tu respuesta, ya que Él es Al-Wadud (el que ama con fidelidad, el amante tierno). Dirige tus Du’as hacia Al-Muyib (el que responde a las criaturas).
Hablale, ya que Él te escucha. Lee su Libro y benefíciate de Su Guía.
Visualiza el Jardín
Dios dice en el Corán que el Jardín es un lugar donde:
Tendréis lo que deseen vuestras almas y todo cuanto pidáis. (Fusilat 41:31)
Visualiza este sitio ya que ha sido creado para ti, por el Señor de Los Mundos. Imagínalo y piensa lo que te gustaría tener allí, lo que deseas del Jardín. Reflexiona sobre la inmensa recompensa de por fin poder encontrar a Dios, por quien lo has dejado todo.
Y, una vez que lo hayas hecho, concéntrate en volver a sacar lo mejor de ti, para así entrar en el Jardín y descansar por la Eternidad.