Autor: Harun Yahya
Actualmente, a comienzos del siglo XXI, la teoría de la evolución de Darwin pierde rápidamente credibilidad científica. Adoptada por los materialistas a poco de transcurrir el siglo XX e impuesta sobre los académicos como si se tratase de algo cierto, se reconoce hoy día como inválida. Lo que más influenció para esto último fueron los avances en los campos de la microbiología, la paleontología y la bioquímica, los cuales tuvieron que soportar la imposición del darwinismo. Los descubrimientos en las ramas de las ciencias mencionadas revelaron que la vida no pudo haberse generado paso a paso, mediante la casualidad y el método de prueba y error, como propuso el evolucionismo.
Los teóricos de la evolución nunca pudieron proveer evidencias científicas para respaldar sus conjeturas sobre el origen de la vida. Tampoco pudieron explicar el origen de los rasgos extraordinarios e increíbles que exhiben las criaturas vivientes. Uno de los muchos factores que condujeron la teoría de la evolución a un punto muerto es el afecto y piedad exhibidos entre los distintos seres.
Cuando Darwin barrunta su hipótesis, la cimienta en una supuesta “selección natural”, pero ésta carece de toda capacidad evolucionista. Según ese supuesto, toda la vida proviene de un ancestro común, el cual se transformó en distintas especies como resultado de diferencias ambientales. Los seres que mejor se adaptaron a su entorno sobrevivieron, se reprodujeron y pasaron los pequeños cambios genéticos adquiridos de una generación a otra. En consecuencia, luego de un largo período sólo los más idóneos y adaptados al medio escaparon de la extinción. Darwin sugirió que todas las especies en la naturaleza se hallan comprometidas en una lucha por la supervivencia, en la cual las mejores prosiguen su curso y las débiles perecen.
Julian Huxley, ardiente sostenedor del evolucionismo, definió la naturaleza de la siguiente manera:
…Gran parte de la lucha por la existencia no va dirigida a defenderse de las fuerzas naturales, de los enemigos o de los competidores de otras especies, sino de los miembros de la misma especie. Las distintas especies no sólo deben combatir en conjunto (en un sentido metafórico) con las demás para sobrevivir y reproducirse, sino incluso contra los individuos dentro de cada una de ellas.
Pero, ¿es cierto, como suponen los evolucionistas, que la materia está gobernada por reglas inmisericordes y una lucha egoísta por la supervivencia, en la cual el fuerte domina y el débil es eliminado?
La respuesta a esta pregunta la podemos encontrar investigando la naturaleza. Es cierto que todos los animales deben buscar distintos alimentos y refugio. En esa tarea se vuelven agresivos en defensa propia. Pero su forma de ser no termina en esos procedimientos. La gran mayoría de los animales evidencian actos inigualados de amor por sus vástagos y parientes, por otros miembros de la manada e incluso por otras especies. De manera bastante común el reino animal exhibe comportamientos que reflejan el cariño, la cooperación, la solidaridad y la protección mutua.
La teoría de la evolución, que supone que la naturaleza es sólo un campo de batalla, no puede explicar de ninguna manera estos ejemplos de devoción. Lo viviente desmiente los supuestos centrales del evolucionismo de manera clara y definida.
La selección natural nunca puede explicar porqué una cebra que ha escapado de los ataques de un predador arriesga la vida volviendo al lugar de la agresión para salvar a otros miembros de la manada en peligro, ni porqué el pez plateado (teleóstomo) arriesga la vida abandonando el agua para proteger la supervivencia de sus huevas.
Según la conjetura evolucionista, la selección natural debería haber eliminado hace tiempo al poseedor de este tipo de actitud altruista. La cooperación y afecto entre los animales, además de invalidar la teoría de la evolución, evidencia una gran verdad: todo el universo ha sido creado por un ser superior y cada una de las criaturas actúa inspirada por Dios, su Creador.
Cualquiera en sus cabales comprenderá fácilmente que ese comportamiento sólo se puede dar por medio de la potestad y control de Dios, el Señor de todo. Como revela El en el Corán:
Y en vuestra propia creación (es decir, la creación del ser humano) y en la de las criaturas que El esparce hay signos para gente que tenga certeza. (Sura de la arrodillada, 45:4).
Fuente: http://harunyahya.es/ Extracto del libro “EL CARIÑO ENTRE LOS ANIMALES REVELA LA OBRA DE DIOS” con ligeras modificaciones editoriales.