Autor: Maurice Bucaille
Es fácil ver por lo tanto cómo durante siglos los comentadores del Corán (incluyendo a los que escribían en el apogeo de la cultura Islámica) inevitablemente han cometido errores de interpretación en el caso de ciertos versos cuyo significado exacto no podía haber sido captado entonces. No fue sino hasta mucho después, en un período no lejano al nuestro, que fue posible traducirlos e interpretarlos correctamente. Esto implica que un conocimiento lingüístico no es por sí mismo suficiente para entender esos versos del Corán. Lo que se necesita además de ello es un conocimiento de la ciencia altamente diversificado. Un estudio tal como el presente abarca muchas disciplinas y es enciclopédico. Al ir discutiendo los puntos que surgen, se volverá clara la variedad de conocimiento científico esencial para entender ciertos versos del Corán.
El Corán, sin embargo, un Libro que tiene el objetivo de explicar ciertas leyes que gobiernan el Universo; tiene un objetivo básico absolutamente religioso. Las descripciones de la Ominipotencia Divina son lo que principalmente incita al hombre a reflexionar acerca de las obras de la creación. Están acompañadas de referencias a hechos accesibles a la observación humana o a leyes definidas por Dios, El cual gobierna la organización del Universo tanto en las ciencias de la naturaleza como en lo que al hombre se refiere. Una parte de estas afirmaciones se entiende fácilmente, pero el significado de la otra solamente puede ser captado si uno tiene el conocimiento científico esencial que requiere. Esto significa que anteriormente, el hombre pudo distinguir solamente un significado aparente que lo llevó a sacar las conclusiones equivocadas por causa de lo poco adecuado de su conocimiento en ese tiempo.
Es posible que la elección de versos del Corán que van a ser estudia-dos por su contenido científico pueda quizás parecer demasiado pequeña a ciertos escritores musulmanes, que ya han llamado la atención hacia ellos antes que yo. En general, creo que he retenido un número menor de versos que los que ellos han mencionado. Por otra parte, he destacado varios versos a los que hasta ahora, en mi opinión, no se les había dado la importancia que merecen desde un punto de vista científico. Cuando por error haya dejado de considerar versos para este estudio que hayan sido elegidos por dichos escritores, espero que ellos no lo tomarán en mi contra. También he encontrado, a mi vez, que ciertos libros contienen interpretaciones científicas que no me parece que sean correctas; es con una mente abierta y una conciencia clara que yo he proporcionado interpretaciones personales de ellos.
Por lo mismo, he tratado de encontrar referencias en el Corán a fenómenos accesibles a la comprensión humana pero que no han sido confirma-dos por la ciencia moderna. En este contexto, creo que puedo haber encontrado referencias en el Corán a la presencia de planetas en el Universo que son similares a la Tierra. Debe añadirse que muchos científicos creen que éste es un hecho perfectamente factible, aunque los datos modernos no pueden proporcionar ninguna indicación con certeza. Yo creo que me debo el mencionar esto, y al mismo tiempo guardando todas las reservas necesarias.
Si este estudio hubiese sido hecho hace 30 años, otro hecho predicho por el Corán hubiera tenido que ser añadido a lo que habría sido citado concerniente a la astronomía; este hecho es la conquista del espacio. En ese tiempo, subsecuente a los primeros intentos de misiles balísticos, la gente imaginaba un día cuando el hombre quizás tendría la posibilidad material de dejar su hábitat terrestre y explorar el espacio. Entonces se habría sabido que existe un verso en el Corán prediciendo cómo un día el hombre haría esta conquista. Dicha afirmación ha sido verificada.
La presente confrontación entre la Sagrada Escritura y la ciencia trae ideas a escena, tanto para la Biblia como para el Corán, relativas a la verdad científica. Para que esta confrontación sea válida, los argumentos científicos sobre los que se base deben estar establecidos muy sólidamente y no deben dejar lugar a dudas. Aquéllos que reparan ante la idea de aceptar la intervención de la ciencia en una apreciación de las Escrituras niegan que sea posible que la ciencia constituya un término válido de comparación (ya sea la Biblia, que no sale bien librada de la comparación – y ya hemos visto por qué – o el Corán, que no tiene nada que temer de la ciencia): la ciencia, se dice, cambia con los tiempos y un hecho aceptado hoy puede ser rechazado más tarde.
Este último comentario invita a la siguiente observación: debe hacer-se una distinción entre teoría científica y hecho observado debidamente comprobado. La teoría se pone para explicar un fenómeno o una serie de fenómenos no entendibles fácilmente. En muchos casos la teoría cambia: está expuesta a ser modificada o remplazada por otra teoría cuando el progreso científico hace más fácil analizar los hechos y vislumbrar una explicación más viable. Por otra parte, un hecho observado verificado por la experimentación no está expuesto a modificación: se vuelve más fácil definir sus características, pero él permanece igual. Ha sido establecido que la Tierra gira alrededor del Sol y que la Luna gira alrededor de la Tierra, y este hecho no estará sujeto a revisión; todo lo que podría hacerse en el futuro sería definir sus órbitas más claramente.
Una consideración de la naturaleza cambiante de la teoría es, por ejemplo, lo que me hizo rechazar la interpretación de un verso del Corán hecha por un físico musulmán diciendo que predice el concepto de antimateria, una teoría que actualmente es tema de mucho debate. Uno puede, por otra parte, bastante legítimamente dedicar gran atención a un verso del Corán que describe los orígenes acuáticos de la vida, un fenómeno que nunca podremos verificar, pero que tiene muchos argumentos que hablan en favor suyo. En cuanto a hechos observados tales como la evolución del embrión humano, es muy posible confrontar las diferentes etapas descritas en el Corán con los datos de la embriología moderna y encontrar concordancia completa entre la ciencia moderna y los versos del Corán referentes a este tema.
La presente confrontación entre el Corán y la ciencia ha sido completada por otras dos comparaciones: una es la confrontación del conocimiento moderno con los datos Bíblicos sobre los mismos temas; y la otra es la comparación desde el mismo punto de vista científico entre los datos del Corán, el Libro de Revelación transmitido por Dios al Profeta, y los datos de los hadith, libros que narran los hechos y dichos de Muhammad y que caen fuera de la Revelación escrita.
Al final de esto, la tercera sección de la presente obra, se dan los resultados detallados de la comparación entre la descripción Bíblica y la Coránica de un mismo evento, junto con una relación de cómo queda el pasaje al someterlo al criticismo científico de cada descripción. Por ejemplo, se han examinado el caso de la Creación y el del Diluvio. En cada caso, las incompatibilidades con la ciencia en la descripción Bíblica se han hecho claras. También es de notarse la completa concordancia entre la ciencia y la descripción en el Corán acerca de ellos. Notaremos precisamente aquéllas diferencias que hacen a una descripción científicamente aceptable hoy en día y a la otra inaceptable.
Esta observación es de primordial importancia, ya que en Occidente, los judíos, cristianos y ateos unánimemente afirman (sin evidencia sin embargo) que Muhammad escribió el Corán o lo hizo escribir como una imitación de la Biblia. Se afirma que las narraciones de la historia religiosa en el Corán se basan en historias Bíblicas. Esta actitud es tan insensata como el decir que el mismo Jesús embaucó a sus contemporáneos al inspirarse en el Antiguo Testamento durante sus sermones: la totalidad del Evangelio de Mateo se basa en esta continuación del Antiguo Testamento, como ya hemos visto por cierto. ¿Qué experto en exégesis soñaría en quitarle a Jesús su posición de enviado de Dios por esta razón? Ésta es, no obstante, la forma en que Muhammad es juzgado muy frecuentemente en el Occidente: «todo lo que él hizo fue copiar la Biblia». Es un juicio resumido que no toma en cuenta el hecho de que el Corán y la Biblia proporcionan diferentes versiones de un mismo evento. La gente prefiere no hablar acerca de la diferencia en las descripciones. Se proclama que son iguales y así el conocimiento científico no necesita ser introducido. Nos explayaremos en estos problemas cuando tratemos acerca de las descripciones de la Creación y el Diluvio.
La colección de hadith es para Muhammad lo que los Evangelios son para Jesús: descripciones de las acciones y dichos del Profeta. Sus autores no son testigos oculares (ni siquiera para las colecciones de hadith que se dice que son las más auténticas y fueron escritas mucho después del tiempo en que Muhammad vivió). Ellos de ninguna manera constituyen libros que contengan la Revelación escrita. Ellos no son la palabra de Dios, sino los dichos del Profeta. En estos libros, que son leídos muy extensamente, se encuentran afirmaciones que contienen errores desde un punto de vista científico, especialmente remedios médicos. Nadie puede decir definitivamente, sin embargo, que los dichos atribuidos al Profeta sean auténticos.
Naturalmente descontamos cualquier cosa relativa a problemas de tipo religioso, ya que no son discutidos aquí en el contexto de los hadith. Muchos hadith son de autenticidad dudosa: son discutidos por los científicos musulmanes incluso. Cuandola naturaleza científica de alguno de los hadith se discute en la presente obra, se pone en relieve esencialmente todo lo que los distingue del Corán mismo al ser visto desde esta posición, ya que el Corán no contiene ni un solo postulado científico que sea inaceptable. La diferencia, como veremos, es bastante sorprendente.
La observación anterior hace bastante insostenible a la hipótesis propuesta por aquéllos que ven a Muhammad como el autor del Corán. ¿Cómo pudo un hombre, siendo iletrado convertirse en el autor más importante, en términos de mérito literario, de toda la literatura árabe? ¿Cómo pudo luego pronunciar verdades de naturaleza científica que ningún otro ser humano pudo siquiera haber desarrollado en ese tiempo, y todo esto sin cometer el más ligero error en sus pronunciamientos sobre el tema?
Las ideas de este estudio han de ser desarrolladas desde un punto de vista puramente científico. Ellas conducirán a la conclusión de que es inconcebible que un ser humano que vivía en el siglo VII después de Cristo hubiese expresado en el Corán afirmaciones sobre temas muy variados que no pertenecen a su período y que ellas están de acuerdo con lo que iba a ser descubierto hasta varios siglos más tarde. Para mí, no puede haber explicación humana para el Corán.