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“Tu Señor le ha inspirado a la abeja: ‘Construye moradas en las montañas, en los árboles, y también en las estructuras que erige el hombre. Luego, come de todo tipo de frutos y anda dócilmente por los caminos de tu Señor’. De su vientre sale un jarabe de color diverso que contiene una cura para los hombres. Ciertamente hay en ello un signo para gente que reflexiona” (Corán: 16:68-69).
La miel es una “cura para los hombres” según lo establecen los versículos anteriores. Actualmente la apicultura y los productos apícolas están despertando el interés de los investigadores en los países más avanzados en el campo científico, y entre los beneficios de la miel se han enumerado los siguientes:
Fácilmente digerible: Debido a que las moléculas de azúcar de la miel pueden convertirse fácilmente en otros azúcares (p. ej. fructosa en glucosa), la miel es digerida con facilidad incluso por los estómagos más sensibles y pese a su alto contenido de acidez. Ayuda a un mejor funcionamiento de los riñones y los intestinos.
Se difunde rápidamente a través de la sangre, constituyendo una rápida fuente de energía. Acompañada con agua tibia la miel se difunde en el torrente sanguíneo en 7 minutos. Sus moléculas de monosacáridos favorecen la actividad del cerebro que es el mayor consumidor de estos azúcares. La miel es un compuesto natural de azúcares como glucosa y fructosa. Según investigaciones recientes esta única combinación de azúcares es la más efectiva para eliminar la fatiga e incrementar el desempeño atlético.
Ayuda a la formación de la sangre: la miel provee una parte importante de la energía que el cuerpo requiere para la formación de la sangre. Además ayuda a limpiar la sangre. Tiene también efectos positivos en la regulación y facilitación de la circulación sanguínea. También funciona como protección contra problemas en la circulación capilar y la arteriosclerosis.
No alberga bacterias: A esta propiedad bactericida de la miel se la denomina “efecto inhibitorio”. Varias son las causas de esta propiedad antimicrobiana de la miel: su alto contenido de azúcar que limita la cantidad de agua que los microorganismos necesitan para crecer, su alta acidez (bajo pH), y una composición que priva a las bacterias del nitrógeno necesario para su reproducción, son algunas de ellas.
Antioxidante: cualquiera que desee una vida saludable debería consumir antioxidantes. Se trata de compuestos presentes en las células que le permiten librarse de los subproductos perjudiciales de las funciones metabólicas normales. Estos elementos inhiben las reacciones químicas destructivas que provocan la putrefacción de los alimentos y muchas enfermedades crónicas. Los investigadores creen que los productos alimenticios ricos en antioxidantes pueden prevenir problemas cardíacos y el cáncer. Hay poderosos antioxidantes presentes en la miel: pinocembrin, pinobanksin, chrisin y galagin. El pinocembrin es una antioxidante que sólo existe en la miel.
Fuente de vitaminas y minerales: la miel está compuesta por azúcares como la glucosa y la fructosa y minerales como magnesio, potasio, calcio, sodio, cloro, azufre, hierro y fosfatos. Contiene vitaminas B1, B2, C, B6, B5 y B3, variando sus cantidades según las cualidades del néctar y el polen del cual se produjo. Además contiene cobre, yodo y zinc en pequeñas cantidades.
La miel se utiliza para curar heridas:
—La viscosidad de la miel provee una barrera protectora que impide que las heridas se infecten. Suministra un ambiente húmedo cicatrizante que permite que las células de la epidermis se regeneren a través del surco de la herida con la superficie de la misma, impidiendo así la deformación de la piel.
—La miel estimula la regeneración del tejido involucrado en el proceso cicatrizante. Estimula la formación de nuevos vasos capilares y el crecimiento de los fibroblastos que reemplazan el tejido conectivo en las capas más profundas de la piel, así como la producción de fibras de colágeno que fortalecen la reparación del tejido.
—La miel estimula el crecimiento de las células epiteliales que forman la nueva piel sobre una herida que está sanando. De esta forma impide la formación de costras y tejido fibroso, previniendo la necesidad de hacer injertos de piel, incluso en heridas de envergadura.
—La miel no se pega a los tejidos heridos sobre los que se aplica, por lo tanto no se arrancan tejidos nuevos ni hay dolor cuando se cambian los vendajes.
—La miel tiene una acción antiinflamatoria que reduce la hinchazón en torno de las heridas. Esto mejora la circulación y por consiguiente acelera el proceso cicatrizador. También reduce el dolor. También se reduce la exudación de fluidos de la herida en virtud de esta propiedad antiinflamatoria.
—El alto contenido de azúcar de la miel saca la linfa de la herida, la cual levanta la suciedad del cauce de la lesión.
—La miel despeja rápidamente de infección las heridas. Es muy efectiva incluso con cepas bacterianas resistentes a los antibióticos. A diferencia de los antisépticos y los antibióticos no perjudica el proceso de cicatrización debido a efectos adversos sobre los tejidos lesionados.
Se desprende de todos estos datos que la miel tiene grandes propiedades “curativas”. Sin duda es uno de los milagros del Corán que Dios, Exaltado sea, ha revelado.
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Fuente: Los Milagros del Corán, Por Harun Yahya