Por: Equipo Editorial
¿Coincidencia?
Para la cultura ateísta y materialista que domina en occidente, el creyente es un bicho raro. Decimos un bicho raro ya que es una de las denominaciones con menos desprecio dentro de todas las otras posibilidades. Aunque es más común escuchar que los creyentes son dogmáticos, extremistas, y casi siempre irracionales.
¿Y como podría ser diferente para la mente moderna que no tiene la más mínima duda?
Cómo puede uno creer que la perfección que observamos en la construcción del universo, la belleza que vemos en la tierra, y el milagro de la vida, podría ser debido a otra razón que no pura coincidencia, probabilidades improbables realizadas a lo largo del tiempo. Está claro que afirmar que la perfección de la creación es pura coincidencia tiene sentido ¿no?, pues no.
La incansable lucha de los ateístas y materialistas para negar la existencia de Dios, y su necesaria creencia -claramente irracional ella- en una toda poderosa suerte -perdón, “probabilidad”- es impresionante.
El milagro
Centrémonos, por ejemplo, en el caso del eclipse de sol, ya que hemos tenido uno hace menos de 15 días (el 20 de marzo en Europa). En este tipo de eclipse la luna se pone exactamente en frente del sol, hasta tal punto que solo se puede ver del sol la luz que pasa por los valles de la superficie de la luna.
¿No es ya un milagro en sí el hecho de que la humanidad pueda ser testigo de tal fenómeno?
Reflexiona sobre lo siguiente:
- La luna tiene un diámetro de aproximadamente 3.500 kilómetros, mientras que el diámetro del sol es de aproximadamente 1.400.000 kilómetros.
- 1.400.000 dividido entre 3500 = 400. Entonces el sol es 400 veces más grande que la luna.
- La distancia entre la tierra y la luna es de aproximadamente 375.000 kilómetros, mientras que la distancia entre la tierra y el sol es de aproximadamente 150.000.000 kilómetros.
- 150.000.000 divididos por 375.000 = 400. Entonces el sol está 400 veces más lejos de la tierra que la luna.
Recapitulando, el sol es 400 veces más grande que la luna, pero también se encuentra 400 veces más lejos de la tierra.
Esta armoniosa disposición entre los dos cuerpos es la razón que nos permite poder observar el eclipse total de sol. Nuestra percepción desde la tierra nos permite ver a la luna y al sol del mismo tamaño, cuando en realidad el sol es mucho más grande.
El momento perfecto
Pero todavía hay más, porque la disposición de estos dos cuerpos que definen nuestras noches y nuestros días, testigos del tiempo que pasa, no es fija. De hecho, la luna se va alejando de la tierra de manera constante, a razón de aproximadamente 3,8 centímetros cada año.
Esto quiere decir que hace 200 millones de años, por ejemplo, la luna estuvo 750 kilómetros más cerca de la tierra que ahora. De modo que en caso de eclipse, desde nuestro punto de vista, hubiese sido tan grande respecto al sol que lo hubiese tapado de manera exagerada, y no hubiese sido posible ver a su alrededor la corona de luz. En 200 millones de años será lo contrario, la luna estará demasiado lejos de la tierra como para poder ponerse en frente del sol en su totalidad. El sol desbordará el espacio obstruido por la luna, y no serán posibles los eclipses totales.
Así pues, no solo es que la proporción entre el tamaño y distancia de la luna y del sol son perfectos, si no que además el ser humano está en la tierra en la época perfecta para que estas proporciones permitan el fenómeno de los eclipses totales como lo hemos podido observar hace un par de semanas.
Lo pueden seguir llamando probabilidad, o coincidencia, pero para gente que se presenta como racional, ya es mucha fe en la suerte.
¿A caso no han escuchado lo que dice Allah en su libro?
El sol y la luna discurren por dos órbitas precisas. (Ar-rahman 55:5)
Y os ha subordinado al sol y a la luna, incesantes; y a la noche y al día. (Ibrahim 14:33)
Allah es Quien elevó los cielos sin soporte que pudierais ver y luego se asentó en el Trono. Y sometió al sol y a la luna, que discurren hasta un plazo fijado. Dispone el Mandato. Aclara con precisión los signos (aleyas) para que así podáis tener certeza del encuentro con vuestro Señor. (Ar-Ra’d 13:2)