Por: Shaij Ahmed Bermejo
El mes de Ramadán ya ha concluido, ha pasado y solo Allah sabe si volveremos a vivirlo el año que viene, ese noble invitado del que hablaba hace algunas semanas ya se ha ido y ha dejado su enorme bendición entre nosotros. A algunos se les ha hecho mas fácil, otros han encontrado mas dificultad, pero una cosa es innegable y es que el paso del tiempo es inexorable.
El tiempo es uno de los dones más grandes que Allah nos ha entregado, es uno de los favores más importantes que poseemos; un don que en muchos casos dejamos que pase ante nosotros y se escape sin apenas darnos cuenta. Es una ni’ma de Allah, y como con todas sus ni’mas, como con todas sus bendiciones, seremos preguntamos en qué hemos empleado nuestro tiempo, en qué lo hemos gastado.
Y es que el tiempo define la vida del ser humano y abarca desde nuestro nacimiento hasta nuestra muerte pasando por toda una serie de etapas; la niñez en la que somos totalmente dependientes de nuestros padres y los vemos como superhéroes que lo saben todo y pueden hacerlo todo, luego la infancia, la juventud en la que empezamos a revelarnos contra ellos y a pensar que no se enteran de nada, luego llegamos a la plenitud de nuestras capacidades físicas e intelectuales; este es un tiempo en el que volvemos a buscar a nuestros padres, precisamos de ellos, de su consejo, de sus palabras y su guía, para luego, llegados a un punto, siempre que Allah nos prolongue la vida, comenzar a marchitarnos y retroceder, poco a poco, hasta llegar al encuentro con Nuestro Señor.
Esta es nuestra vida, este es nuestro tiempo; y desde que alcanzamos el grado de responsabilidad, de mukallaf, por cada instante de ese tiempo cada uno de nosotros seremos preguntados y por eso el Mensajero de Allah, salla allahu alaihi wa sallam, dijo en su conocido hadiz: “Aprovéchate de cinco antes de que te lleguen otras cinco: Tu juventud antes de tu decrepitud, tu salud antes de tu enfermedad, tu riqueza antes de tu pobreza, tu tiempo libre antes de tu tiempo ocupado y tu vida antes de tu muerte”.
Cada día que pasa, cada instante que vivimos no se repetirá, Allah le ha dado al tiempo esta particularidad, es algo único que no se puede volver a vivir y, por lo tanto, es imposible volver al pasado a vivir momentos que ya han sucedido. De hecho, este es uno de los grandes problemas de nuestra gente y nuestro tiempo: mirar al pasado y lamentarse de lo que se ha hecho o de lo que no se ha hecho. La realidad es que ese pasado que nunca volveremos a vivir no es para eso, no es para mirarlo y atormentarnos, no es para lamentarnos; el pasado es un libro que debemos estudiar para aprender sobre el futuro.
Es necesario entonces que tengamos momentos de reflexión, que con el paso del tiempo paremos un poco el tren de nuestras vidas y reflexionemos; y un tiempo muy bueno para hacerlo, es estos momentos que estamos viviendo, tras el noble mes de Ramadán. ¿En qué estoy empleando mi tiempo?
Porque el tiempo, como todos sabemos, es una prueba a nuestro favor o una prueba en nuestra contra, y cada uno de nosotros debe esforzarse para que sea una prueba favorable el Día de Mañana; y la forma de hacerlo es emplear ese tiempo en lo que Allah ama y Le complace, en lo que es de beneficio para ti, tanto en esta vida como en la próxima.
Y esto no se limita únicamente, como mucha gente carente de intelecto pretender afirmar, a hacer mucha oración, a recitar constantemente el Corán, a recordar a Allah, a estudiar aspectos del Din, a recluirse en algún lugar apartado de la gente para estar más cerca de Allah… Por supuesto que todo esto es bueno e importante.
Pero también es parte de ello, parte de lo que complace a Allah, todo momento que dedicas al cuidado de tu familia que tiene derechos sobre ti, a la educación de tus hijos, todo tiempo empleado en buscar un sustento correcto, no hay nada malo en ello, todo lo contrario, ¡es algo loable y digno de alabanza!, todo el tiempo que usas en dar consejo a tu hermano, todo minuto que empleas en servir y ayudar a los demás, todo instante dedicado a mantener y estrechar los vínculos familiares, a aumentar tus buenas obras y acciones, a reflexionar sobre la creación. Y esto es parte de la misericordia y la grandeza de nuestro Din a las que debemos aferrarnos, es parte de su amplitud y es parte de su facilidad.
Y este es un asunto muy importante para nosotros ya que debemos mantenernos en un equilibrio constante. Nuestro Din no es emplear todo nuestro tiempo en rezar y recitar el Corán alejados del mundo; se nos requiere también que dediquemos tiempo a nuestra familia, a nuestros hijos; que nos esforcemos en darles lo mejor, que nos preocupemos en afianzar su identidad, en proveerles de las herramientas necesarias para que se desarrollen en este mundo, en definitiva, que nos ocupemos de ellos. Y esto por desgracia, se nos olvida en demasiadas ocasiones.
Y para terminar, no puedo dejar de mencionar una de las cosas más hermosas que me han enseñado a este respecto, y son las palabras que dijo Abdullah Ibn Al-Mubarak, uno de los grandes hombres de conocimiento del Islam, una de las joyas de la corona del conocimiento de nuestro Din, que estando en una ocasión en una batalla por la causa de Allah con algunos de sus compañeros, les dijo: “¿Sabéis de una acción que es mejor que esta en la que nos encontramos? ¿Sabéis de algo en lo que emplear vuestro tiempo mejor que en lo que estamos ahora”. Dijeron: “No, no sabemos de nada que sea mejor que esto, que el Yihad por la causa de Allah”. Dijo: “Yo si se de algo que es mejor”. “¿Qué es?” le preguntaron. Dijo: “Un hombre honesto con hijos, que se levanta en la noche y ve a sus hijos destapados y los cubre y los tapa con su manta; esa acción que hace es mejor que esto en lo que nos encontramos, el tiempo empleado en ello, es mejor que el que estamos dedicando aquí”.
Oh Allah te pedimos que nos des las capacidad de emplear nuestro tiempo en aquello que amas y con lo que estás complacido. Amin!