Por: Hamza Tzortis
El ateísmo no es una posición intelectual que existe en una burbuja. Si sus afirmaciones son ciertas, entonces uno tendría que sacar algunas conclusiones existenciales y lógicas inevitables que son muy sombrías. Bajo el ateísmo, la vida es ridícula. Los siguientes argumentos pueden no proporcionar un argumento racional para Dios, ni se deduce que Dios existe simplemente porque la vida sin Dios parezca absurda. Sin embargo, proporciona un terreno fértil en el que se arraigan los argumentos racionales de la existencia de Dios.
La mayoría de los ateos son naturalistas filosóficos que sostienen que no hay nada sobrenatural y que todo en el universo puede explicarse en referencia a los procesos físicos. El ateísmo combinado con el naturalismo filosófico es una receta para el desastre existencial. La fórmula es simple: no Dios, que incluye los conceptos asociados de responsabilidad Divina, equivale a ninguna esperanza, valor y propósito final. Tampoco conduce a una felicidad eterna y significativa. Esta conclusión no es un cliché religioso anticuado, es el resultado de pensar racionalmente sobre las implicaciones lógicas y existenciales del ateísmo.
Una vida sin esperanza
La esperanza se define como el sentimiento o la expectativa y el deseo de que algo suceda. Todos esperamos una buena vida, buena salud y un buen trabajo. En última instancia, todos esperamos una existencia feliz e inmortal. La vida es un regalo tan sorprendente que nadie realmente quiere que termine su existencia consciente. Del mismo modo, todos desean que haya alguna forma de justicia suprema donde los errores se corrijan y las personas pertinentes sea hechas responsables. De forma significativa, si nuestras vidas son miserables, o experimentamos dolor y sufrimiento, esperamos un poco de paz, placer y tranquilidad. Este es un reflejo del espíritu humano; esperamos luz al final del oscuro túnel y si tenemos tranquilidad y alegría queremos mantenernos así.
Dado que el ateísmo niega lo Divino y lo sobrenatural, también rechaza el concepto de una vida futura. Sin esto, no puede haber esperanza de paz después de una vida de dolor. Por lo tanto, la expectativa de que algo positivo suceda después de nuestras vidas se pierde. Con el ateísmo no podemos esperar ninguna luz al final del oscuro túnel de nuestra existencia. Imagina que naciste en el tercer mundo y pasaste toda tu vida con hambre y pobreza. Según la cosmovisión atea, simplemente estás destinado a la muerte. Comparemos esto con la perspectiva islámica: todos los casos de sufrimiento que suceden en nuestras vidas son por un bien mayor. Por lo tanto, en el esquema más amplio de las cosas, ningún dolor o sufrimiento que pasemos carece de sentido. Dios es consciente de todos nuestros sufrimientos y nos dará una recompensa. Según el ateísmo, sin embargo, nuestros dolores son tan insignificantes como nuestrose placeres. Los inmensos sacrificios de los virtuosos y la angustia de la víctima son fichas de dominó en un mundo indiferente. Ocurren sin mayor bien ni mayor propósito. No existe la máxima esperanza de una vida futura ni de ninguna forma de felicidad. Incluso si viviéramos una vida de placer e inmensos lujos la mayoría de nosotros estaríamos inevitablemente condenados a alguna forma de destino maligno o un deseo incesante de más placer. El filósofo pesimista Arthur Schopenhauer describió acertadamente la desesperanza y el mal destino que nos espera:
“Somos como corderos en un campo y nos ignoramos bajo la mirada del carnicero que elige primero a uno y luego a otro como su presa. Entonces, en nuestros días buenos, todos somos inconscientes del malvado destino que se nos puede tener guardado: enfermedad, pobreza, mutilación, pérdida de la vista o de la razón… el tiempo nos presiona continuamente, nunca nos deja respirar, sino que siempre nos persigue, como un capataz con un látigo. Si en algún momento el tiempo detiene su mano, es solo cuando somos entregados a la miseria del aburrimiento … De hecho, la convicción de que el mundo y el hombre es algo que mejor no hubiera sido, es de un tipo que nos llena de indulgencia el uno hacia el otro. ¡No, desde este punto de vista, bien podríamos considerar la forma correcta de dirección, no Monsieur, señor, mein Herr, sino mi compañero sufriente, Socî malorum, compagnon de miseres!».
El Corán alude a esta desesperanza. Argumenta que un creyente no puede desesperarse; siempre habrá esperanza, y la esperanza está conectada con la misericordia de Dios, y la misericordia de Dios se manifestará en esta vida y en el más allá: «No desesperéis de la misericordia de Allah, pues sólo desespera de la misericordia de Allah la gente que se niega a creer«. (12:87)
Para el ateísmo la justicia suprema es un objetivo inalcanzable, un espejismo en el desierto de la vida. Como no hay vida después de la muerte, cualquier expectativa de que las personas sean responsabilizadas es inútil. Considere la Alemania nazi en la década de 1940. Una inocente mujer judía que acaba de ver a su esposo e hijos asesinados frente a ella no tiene esperanza de justicia cuando espera su turno para ser arrojada a la cámara de gas. Aunque los nazis finalmente fueron derrotados, esta justicia ocurrió después de su muerte. Para el ateísmo, ella ya no es nada, solo otra reorganización de la materia, y no puedes dar un respiro a algo que no tiene vida. El islam, sin embargo, les da a todos la esperanza de la Divina justicia suprema. Nadie será tratado injustamente y todos serán tomados en cuenta:
«Ese día los hombres saldrán en grupos para ver sus obras: Y el que haya hecho el peso de una brizna de bien, lo verá; y el que haya hecho el peso de una brizna de mal, lo verá». (99:6-8)
“Allah creó los cielos y la tierra con la verdad. Y para recompensar a cada alma por lo que adquirió sin ser tratada injustamente”. (45:22)
La vida, desde la perspectiva del naturalismo filosófico, es como una madre que le da un juguete a su hijo y luego se lo quita sin ningún motivo. La vida, sin duda, es un regalo maravilloso. Sin embargo, cualquier placer, alegría y amor que hayamos experimentado nos será quitado y perdido para siempre. Como el ateo niega lo Divino y el más allá, significa que los placeres que hemos experimentado en la vida desaparecerán. No hay esperanza de una continuación de felicidad, placer, amor y alegría. Sin embargo, bajo el Islam, estas experiencias positivas mejoran y continúan después de nuestra vida mundana:
«Allí tendrán lo que quieran y más aún junto a Nos». (50:35)
«Los que hicieron el bien tendrán lo más hermoso* y aún más». (10:26)
«Verdaderamente los compañeros del Jardín estarán, ese día, absortos en lo que les ocupe, deleitándose. Ellos y sus esposas estarán a la sombra y sobre lechos recostados. En él tendrán fruta y todo lo que pidan. Paz: Palabra de un Señor Compasivo». (36:55-58)
Fuente: http://www.hamzatzortzis.com/ Traducido y editado por TruthSeeker.info/es