Por: Firas Al Jatib
Pocas han sido guerras tan decisivas o influyentes como la conquista musulmana de la Península Ibérica en el año 710. Un pequeño ejército musulmán llegó a la costa del sur de Iberia en el año 711 y ya en el 720, casi toda la península estaba bajo el control de los musulmanes. Hay quien tacha esta conquista como la de unos musulmanes agresivos e imperialistas que sometían a la población cristiana a la fuerza y el terror.
Sin embargo, esta no es la realidad. Es un conflicto complejo que no se puede denominar simplemente con términos como “el islam contra el cristianismo” o “el este contra el Oeste”. La verdadera historia de la ocupación de España tuvo lugar con justicia, libertad y tolerancia religiosa. Entender la verdad que se esconde tras la expansión musulmana de Iberia es esencial para comprender la historia posterior de la pluralidad religiosa a lo largo de la historia de la España Musulmana, al- Andalus.
El unitarismo cristiano
Para realmente entender el conflicto hay que echar la mira siglos antes del nacimiento del Profeta Muhammad (S.A.W.S) en el año 570. Debemos darnos cuenta de la división crucial que tuvo lugar en la comunidad cristiana unos años después del Profeta Jesús (Isa).
A pesar de que la mayoría de los cristianos hoy en día creen en la Trinidad, esto no fue siempre así. La Trinidad es un dogma que estipula que Dios tiene tres partes: el padre, el hijo y el espíritu santo. Jesús representa al hijo de Dios, y por lo tanto, parte de Dios. Esta creencia surgió en los tiempos de Pablo, un misionero que introdujo esta idea para hacer la cristiandad más popular en el Imperio Romano politeísta entre los años 40-60 D.C.
Esta nueva creencia intranquilizaba a aquellos que seguían el verdadero mensaje monoteísta y de devoción al Dios de Jesús. Así, se consolidaron dos grupos en la Iglesia cristiana primitiva: aquellos que aceptaban a Jesús como el hijo de Dios (Trinitarios) y aquellos que lo aceptaban tan solo como un profeta (Unitarios).
El gobierno romano no le dio importancia a esta separación. Ambos, los Trinitarios y los Unitarios estaban oprimidos en las primeras décadas después de Cristo. Esto cambió en los años 200 y 300 D.C. En esta época, Arrio, un pastor Unitario, comenzó a tener un gran número de seguidores en el Norte de África. Predicaba la unicidad de Dios, que Jesús era profeta de Dios y no Su hijo. Por esto, los defensores de la Trinidad se oponían a el violentamente, y lo atacaban y trataban de marginarlo como si fuera un loco. A pesar de esta oposición, sus creencias arraigaron en Libia, su país de origen, y por el Norte de África.
En esta época, el emperador romano ere Constantino. Se le recuerda por la transformación del Imperio Romano cuando estaba en declive. Cambió la capital a Constantinopla (la actual Estambul), y consiguió derrotar a varias tribus bárbaras que habían estado atacando Roma desde el norte.
Cuando Constantino fue a vivir a Constantinopla, conoció la Iglesia Cristiana Trinitaria, la que le prometía el perdón de sus faltas si se involucraba en ella. Hizo esto y además utilizó la Iglesia Cristiana para aumentar su poder político. Por ello, comenzó a promover el Trinitarismo, y a oprimir a los Unitarios, como Arrio. En esta época tuvo lugar el Primer Concilio de Nicea en el año 325, cuyo objetivo era el de dejar establecido si Jesús era o no el hijo de Dios.
Llegaron a la conclusión de que Jesús era parte de Dios y su hijo, y que cualquiera que lo negase sería excomulgado de la Iglesia Cristiana. Los Unitarios, que ya eran una gran mayoría en la población del Norte de África y la Península Ibérica, fueron oficialmente expulsados y obligados a practicar su fe en silencio. Constantino ordenó la quema de todos los documentos del Unitarismo y mandó a Arrio al exilio.
La entrada del Islam en España
Esta opresión de los Unitarios continúo el siglo VII, cuando una nueva fuerza, el Islam, se conoció en la Península Arábiga. Cuando los ejércitos musulmanes comenzaron a aparecer a las afueras del Imperio Romano, los Unitarios del Norte de África descubrieron la gran semejanza que tenían con esta nueva religión. Ambas creían en la unicidad de Dios y que Jesús era un profeta. Para ambos, la Trinidad era una innovación de la Iglesia a la que se oponían. Así, se dieron cuenta de que el Islam era la conclusión de las enseñanzas originales de Jesús, y la mayor parte del Norte de África se convirtió al Islam durante el siglo VII.
El nuevo imperio musulmán, dirigido por la Dinastía Omeya (661-750), iba desde el Océano Atlántico en el oeste hasta la frontera de India en el este, tan solo 100 años después de la muerta del Profeta Muhammad (S.A.W.S). Historias de la manera justa e igualitaria con la que conquistaban los musulmanes pronto se expandieron más allá de las fronteras de los musulmanes, particularmente en la Península Ibérica.
A principios del siglo VIII, Iberia estaba controlada por el rey visigodo Rodrigo, un tirano para su gente. Continuó con las leyes Romanas de la Trinidad e intento imponer sus creencias en el pueblo, que era mayoritariamente Unitario. Los historiadores musulmanes, como Ibn Jaldún, cuentan la historia de Julián, un noble de Iberia que vivía en el Norte de África, que fue a ver a Tariq ibn Ziyad, uno de los líderes militares musulmanes, y le pidió ayuda para derrotar a Rodrigo. Además de ser un tirano, Rodrigo había secuestrado y violado a la hija de Julián.
Así, en el 711, Tariq dirigió un ejército de varios miles de hombres a las costas del sur de la Península Ibérica. Tras algunas batallas, se encontró con el ejército de Rodrigo en la Batalla de Guadalete, el 19 de Julio del 711. Tariq obtuvo la victoria y el Rey Rodrigo murió. Sin la resistencia de los visigodos, el ejército musulmán consiguió controlar el resto de la península en los siguientes 7 años.
Los unitarios y los musulmanes
La historia que hemos descrito anteriormente de la conquista de los musulmanes parece muy simple y bastante improbable. Un ejército de tan solo varios miles no podría conquistar un país entero de 582,000 km2 en tan solo 7 años. Sin embargo, si tenemos en cuenta la presencia del Unitarismo, tiene mucho más sentido.
Cuando los musulmanes llegaron a Iberia en el año 711, los Unitarios ayudaron con mucho gusto a sus hermanos monoteístas contra el gobierno opresivo Trinitario. Por esta razón, tras la batalla principal contra Rodrigo, la mayoría de las ciudades de España, abrieron sus puertas a Tariq sin luchar. Los musulmanes ofrecieron un sistema legal justo, libertad en la práctica religiosa y eliminaron las tasas injustas y opresivas. De esta manera, no sorprende que Tariq conquistase la península entera con un ejército pequeño en tan pocos años.
La conquista musulmana de España no se debería ver como una conquista extranjera en la que hubo subyugación de los nativos. En lugar de esto, es el alzamiento del Unitarismo Cristiano (ayudado por los musulmanes) contra un gobierno Trinitario opresivo. Los ejércitos musulmanes fueron invitados a España a eliminar la opresión y establecer la justicia, lo que consiguieron con ayuda de los locales. Con esta causa tan justo, cientos de miles de personas se convirtieron al islam. Por supuesto, la semejanza de creencias entre los musulmanes y los Unitarios contribuyó a la conversión de la población de Iberia al islam. En 200-300 años de la llegada inicial, un 80% de la población de España era musulmana, unos 5 millones de personas, la mayor parte originalmente de España cuyos antepasados se habían convertido, no eran inmigrantes.
Fuente: Lostislamichistory.com Traducido y editado por Truth Seeker