Por: Redacción
Cuando se habla de la teoría de la evolución normalmente el debate discurre entre si hay suficiente evidencia científica como para probar que esta es una teoría cierta o, si por el contrario, no es más que una teoría basada en algunas pruebas no conclusivas que también podrían interpretarse de manera diferente. Lo normal es que el debate se incline hacia la segunda opción, lo que entonces daría lugar a la pregunta de cómo se originó el mundo y la especie humana. Pero por lo general se ignora otro aspecto social también influenciado, sino causado, por la teoría de la evolución: el racismo.
El racismo, a pesar de lo que algunos defensores de la teoría de la evolución afirman, es la lógica consecuencia de esta teoría, puesto que para que los más fuertes de una raza, y por tanto los mejore biológicamente hablando, sobrevivan, lo primero que hay que hacer es definir quienes son, y por consiguiente, todos lo que no lo son, son razas inferiores condenadas a la desaparición.
Quienes defienden que esto no es cierto dicen que la ciencia, en este caso la biología, no nos indica lo que está bien o lo que está mal, sino que simplemente nos dice lo que es. Pero, la cuestión entonces es ¿qué es bueno y qué es malo?
Teóricamente hablando, desde el punto de vista de la teoría de la evolución, lo malo ha de ser aquello que no permite a una especie o raza sobrevivir, independientemente de qué cualidades sean estas, y lo bueno aquello que lleva a esta especie a superar a las demás y, por tanto, a la supervivencia. En este contexto, una raza en particular que se defina como ‘menos evolucionados’ se convertirán en perjudiciales para la especie.
Darwin, especialmente en el libro El descenso del hombre, apoyaba la teoría racista que dominaba su tiempo:
En un periodo futuro, no muy distante medido en siglos, las razas civilizadas del hombre exterminarán y reemplazarán las razas salvajes en todo el mundo. Al mismo tiempo, los antropomorfos monos serán, sin lugar a dudas, exterminados. La ruptura entre el hombre y sus más cercanos aliados será incluso más amplio, porque se dará entre un hombre en un estado más civilizado, esperemos, que los caucásicos, y alguno mono tan inferiores como un babuino, como es ahora entre el negro de australia y el gorila.
En este opinión las ‘razas civilizadas’ reemplazarán, eventualmente, a las ‘razas salvajes en todo el mundo’. El trabajo anterior a este y más conocido es: El origen de las especies por medio de la selección natural, o la preservación de razas favorecidas para el esfuerzo por la vida. Es este libro Darwin aplicó su teoría de la evolución natural no solo a los animales, sino también al desarrollo de las razas humanas. En esta obra consideró la matanza de gentes indígenas en Australia por los ingleses como un ejemplo de la selección natural; escribió sobre los negros (una de sus categorías de ‘razas salvajes’) como estando cerca de los gorilas y habló en contra de los programas sociales para los pobres y los ‘débiles’ porque estos programas permitían a las gente ‘menos deseada’ sobrevivir.
Al final de 1800 una perspectiva racista de la teoría de la evolución de Darwin se había desarrollado completamente (como es la lógica normal de seguir tal teoría) llamada ‘darwinismo social’. Esta teoría argumentaba que ciertas ‘razas inferiores’ humans estaban menos preparadas, menos evolucionadas, menos humanas y más cerca de los monos, que las ‘razas superiores’. Algunos prominente científicos sociales como Herbert Spencer y William Graham Sumner, proponían que la vida social es un esfuerzo a vida o muerte por sobrevivir en el que solo los individuos más fuertes sobrevivían. Sumner proponía también que los americanos ricos, en ese momento prácticamente solo blancos, eran el producto de la ‘selección natural’ y por esto ‘la raza superior’ esencial para el avance de la civilización.
Aunque algunos pretenden que Darwin era ajeno a esto, no era en realidad así. En el libro Darwin, la vida de un evolucionista atormentado, James Moore los resume así:
El ‘Darwinismo social’ se pretende que es algo ajeno, una adición horrenda al darwinismo puro, que afea la imagen de Darwin. Pero su libro de notas deja claro que la competición brutal, el mercado libre, el imperialismo, la exterminación racial y la desigualdad sexual, formaban parte de la ecuación desde el principio -el darwinismo siempre pretendió explicar la sociedad humana-.
Dado que el racismo es una consecuencia racional de un pensamiento evolutivo puro y que era parte de la teoría desde el principio, será muy difícil eliminarlo mientras sigamos considerando la teoría de la evolución como la única forma de entender el mundo.