Autor: Harun Yahya
Mira a tu alrededor desde donde te sientas. Te darás cuenta que todo lo que está en la habitación está «hecho»: las paredes, la tapicería, la bóveda, la silla donde te sientas, el libro que sostienes en tus manos, el vaso en la mesa y muchos otros detalles. Ninguno de ellos apareció en tu habitación por su propia voluntad.
Una persona que va a leer un libro sabe que éste ha sido escrito por el autor por una razón específica. No se le ocurriría siquiera que este libro hubiera surgido de por coincidencia. De la misma manera. Una persona que ve una escultura sabe que ha sido hecha por un escultor. Y no sólo obras de arte, aun los ladrillos que descansan encima de otros, la hacen pensar a uno que ellos deben haber sido traídos por alguien para algún fin. Por ello donde quiera que haya un orden – a si sea pequeño o grande- un fundador y protector de este orden debe existir. Si un día, alguien llega más lejos y dice que el hierro crudo y el carbón al mezclarse forman acero por coincidencia, y que se convirtió en la Torre Eiffel nuevamente por coincidencia, ¿no sería él y todos los que le creen considerados dementes?
La afirmación de la teoría de la evolución, el único método para negar la existencia de Allah, no es diferente a esto. De acuerdo a la teoría moléculas inorgánicas formaron aminoácidos por coincidencia, los amino ácidos formaron proteínas por coincidencia, y finalmente las proteínas formaron criaturas vivientes nuevamente por coincidencia. Sin embargo, la probabilidad que una criatura viviente haya sido formada por coincidencia es menos probable que el que la Torre Eiffel haya sido formada de la misma manera, porque incluso la más simple célula humana es más sofisticada que cualquier estructura hecha por el hombre en el mundo.
¿Cómo es posible creer entonces que el balance en el mundo surgió por coincidencia, cuando la extraordinaria armonía de la naturaleza es observable a simple vista? Es la afirmación más irracional decir que el universo, cuyas partes aún las más simples sugieren la existencia de un Creador, haya surgido por sí mismo.
Por ello, debe haber un dueño del balance visible en todas partes, desde nuestros cuerpos hasta los más lejanos rincones del vasto universo. Entonces, ¿quién es el Creador que ordenó todo tan sutilmente y lo creó todo?
Él no puede ser ninguna cosa material presente en el universo, porque Él debe ser una voluntad que existió antes del universo y creo el universo después. El Todo Poderoso Creador, es en quien todo encuentra existencia, y cuya existencia no tiene inicio ni final.
La religión nos enseña la identidad de nuestro Creador cuya existencia la descubrimos con nuestra razón. A través de lo que él nos ha revelado como religión, sabemos que Él es Allah, el compasivo y el Misericordioso, quien creó los cielos y la tierra de la nada.
A pesar que la mayoría de la gente puede entender este hecho, pasan sus vidas inconscientes de ello. Cuando ven una pintura de un paisaje, se preguntan quien es el pintor. Luego felicitan al artista por su magnífico trabajo. A pesar de que ellos ven muchos de los originales de esa pintura a su alrededor, aún niegan la existencia de Allah. Quien es el único dueño de todas esta bellezas. En verdad ni siquiera una extensa investigación se necesita para entender la existencia de Allah. Aún si uno tiene que vivir en una habitación desde que nació, muchas evidencias en esta simple habitación serían suficientes para él para entender la existencia de Allah.
El cuerpo humano rebosa de evidencia que no podría ser contenida en muchos y múltiples volúmenes de enciclopedias. Aun dedicando unos minutos al pensamiento conciente para pensar al respecto, es suficiente para entender la existencia de Allah. El orden presente es protegido por Allah y sostenido por Él.
El cuerpo humano no es lo único que nos puede hacer pensar. La vida esta presente en cada pequeño milímetro de la tierra, sea observable para el hombre o no. El mundo reboza con muchos seres vivientes, desde aves hasta seres humanos. Si tomas un puñado de tierra y la observas, aún ahí puedes encontrar muchas criaturas vivientes con diversas características. La misma verdad está presente en el aire que respiras. Aún en tu piel, hay muchas criaturas vivientes cuyos nombres desconoces. En los intestinos de todos los seres vivientes hay millones de bacterias u organismos unicelulares que ayudan a la digestión. La población animal en el mundo es superior a la humana: cuando consideramos también las plantas del mundo, vemos que no hay un simple espacio en el mundo donde no exista vida. Todas estas criaturas esparcidas en una área de millones de kilómetros cuadrados tienen diferentes sistemas corporales, vidas diferentes y diferentes contribuciones al balance ecológico. Es absurdo afirmar que todo esto ha surgido por coincidencia y sin ningún propósito. Ningún ser viviente ha venido a la vida por su propia voluntad o esfuerzo. De ninguna coincidencia pueden resultar semejantes sistemas complejos.
Toda esta evidencia nos lleva a la conclusión que el universo trabaja con cierta «conciencia». Entonces, ¿cuál es la fuente de dicha conciencia? Efectivamente no es nada viviente o no viviente. Ni pueden ser ello lo que mantenga la armonía y el orden. La existencia y gloria de Allah se revela así misma en incontables pruebas en el universo, de hecho no existe siquiera un solo ser humano que no aceptaría esta evidencia real desde su corazón. Sin embargo aún lo niegan por iniquidad y arrogancia aunque sus almas estén convencidas, como se menciona el Corán. (Surat an-Naml, 14).
Pero los negaron, en contra de la certeza que sus almas tenían sobre ellos, por injusticia y arrogancia (Sura de las Hormigas, 27:14)
Fuente: harunyahya.es