Nuestras células: el milagro de la colaboración

Las células se combinan para formar nuestros órganos.

Cada célula que se multiplica y se divide sabe cuál es su papel.

Por: Harun yahya

Toda célula que se multiplica y se divide durante el desarrollo del embrión sabe cuál es su papel y se dirige automáticamente al lugar apropiado del cuerpo. Las células de los huesos, por ejemplo, buscan otras células de huesos y se adhieren a ellas, y así sucesivamente con todas las células de nuestro organismo.

Tomemos ahora el tiempo de estudiar bien lo que acabamos de mencionar.

Cada célula que se multiplica y se divide sabe cuál es su papel. Si nos imaginamos ese proceso, sería como una especie de huevo que se multiplica y se divide. A medida que la cantidad de células aumenta, estas empiezan a juntarse. Durante esa etapa se toma la decisión del papel que tendrán las células en el cuerpo. Algunas células se juntarán para componer músculos, otras serán para crear nervios, y otras para formar huesos.

Pero entonces, ¿cómo y por qué deciden estos millones de células convertirse en un nervio, en el corazón, o en un musculo?

Científicos han descubiertos que las células utilizan el calcio para juntarse entre sí. Para llegar a este descubrimiento, empezaron por separar varias células del embrión en un laboratorio y redujeron la cantidad de calcio presente. Las células, privadas de calcio, no eran capaces de unirse. Luego, añadieron calcio en las células, y entonces observaron como las células de un mismo tipo volvían a ser capaz de agruparse. Dicho en otras palabras, las células del corazón, del estómago, y todos los otros tipos de células son capaces de reconocerse y juntarse para que nazca el órgano en cuestión.

¿Pero cómo es que las células son capaces de reconocerse, sin equivocarse, para juntarse y crear órganos?

El proceso de combinación se desarrolla en tres fases: activación de las células, reconocimiento mutuo, y combinación para formar el órgano.

Activación de las células

La activación de las células se hace a través de unas micro-protuberancias, parecidas a pequeños dedos, ubicadas en la superficie de la célula. Gracias a dichas protuberancias, una célula de hueso es capaz de deambular entre miles de otras células hasta reconocer y adherirse a otra célula de hueso. Pero para que una célula sea capaz de moverse entre miles de células, la consistencia del fluido dentro de la célula debe de ser de una viscosidad óptima. Si el fluido fuese un poco más espeso, haría que la resistencia a la cual se enfrenta la célula fuera demasiado elevada para permitirle el movimiento. Sin moverse, las células serían incapaces de juntarse para formar tejido primero, y luego órganos.

Es decir, SI LAS CÉLULAS NO FUERAN CAPACES DE MOVERSE, NUESTROS ÓRGANOS NO PODRÍAN FORMARSE.

Reconocimiento mutuo

La respuesta a la pregunta sobre la capacidad de reconocimiento que caracteriza a las células se encuentra en una asombrosa proteína de la membrana de la célula, llamada cadherina. Estas proteínas caminan hasta la superficie antes de que las células se agrupen. Se instalan sobre la membrana, para formar un puente que conecta el exterior y el interior de la célula. Existen diferentes tipos de cadherina. Cuando dos células con la misma molécula de cadherina establecen el contacto, se reconocen mutuamente y empiezan a juntarse. A medida que se juntan, moléculas tanto en el interior como en el exterior de la célula están activadas y empiezan una gloriosa cooperación. Una de las características de la proteína cadherina es ser capaz de adherirse a esa parte de calcio que se encuentra en la parte exterior de las células, y es por esta razón que el calcio es indispensable a la hora de que se junten células.

Combinación para formar el órgano

El órgano se forma una vez que ha terminado el proceso anterior, es decir, cuando todas las células de un mismo órgano se han juntado gracias a la proteína cadherina y se encuentran fundidas en una misma capa.

Si nuestras células no tuviesen este maravilloso funcionamiento, a través del cual son capaces de reconocerse entre células del mismo tipo, en el caso de ponernos enfermos no podríamos sobrevivir, ya que los glóbulos rojos de nuestra sangre no podrían defender nuestro cuerpo porque nuestra sangre no coagularía, y más importante aún, las células que se combinan para formar nuestros órganos durante el proceso embrionario no serían capaces de hacerlo.

Este funcionamiento perfecto dentro de nuestro cuerpo es una clara manifestación de la gloriosa creatividad de Allah.

A’udu biLlahi mina-sshaytani-rrayim.

¿Es que ya no recuerda el hombre que fue creado antes, cuando no era nada? (Maryam;67).

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Traducido del ingles por el Equipo Editorial.

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