Por: Daniel Haqiqatju
Esta es la segunda parte de una serie sobre el ateísmo, para leer la primera parte, haga click aquí. En esta entrada, hablaremos sobre la realidad del tiempo.
Muchos ateos desafían a los creyentes argumentando que no existe evidencia científica para la existencia de Dios. Los «nuevos ateos» como Richard Dawkins, Sam Harris, Daniel Dennett, etc. alegan que es irracional creer cualquier cosa sin pruebas empíricas y, por lo tanto, al creer en Dios, los teístas son irracionales irremediablemente. Contrariamente a esta afirmación, sin embargo, hay muchas cosas que se cree que son reales de forma universal, por ateos y teístas por igual, a pesar de la falta de pruebas científicas. Empecemos por…
El Tiempo
¿Existe el tiempo? Todos experimentamos el paso del tiempo, tenemos recuerdos del pasado, anticipamos el futuro, etc. Un breve estudio de la literatura, la poesía y el arte del mundo demostrará rápidamente la obsesión humana con la noción del tiempo, la temporalidad y la mortalidad. Pero, ¿cómo probamos científicamente que el tiempo existe? O, mejor aún, ¿cómo definimos el tiempo?
Los pensadores han debatido sobre esta cuestión durante miles de años. Algunos han argumentado que el tiempo es una característica fundamental del universo, como los átomos y las galaxias. Otros tomaron una posición contraria y afirmaron que el tiempo es sólo una ficción de nuestras mentes, una construcción mental que simplemente organiza nuestras experiencias.
Es cierto que en las ciencias el tiempo se considera una dimensión fundamental que constituye parte del tejido del universo. Pero no podemos, literalmente, ver el tiempo, como podemos ver una estrella o, incluso, los átomos. No podemos acumular el tiempo, manipularlo, hacer experimentos con él, o tratarlo como cualquier otra cantidad medible que estudiamos en la ciencia.
Por ejemplo, vemos que las manecillas de un reloj se mueven. ¿Acaso no estamos viendo el paso del tiempo? No, todo lo que vemos es, literalmente, las manecilla de un reloj; Ciertamente tenemos evidencia empírica de que existen los relojes. Pero el tiempo, es decir, lo que supuestamente mueve el reloj y todo lo demás «hacia adelante», es totalmente invisible, imperceptible.
Poniéndonos filosóficos
¿Qué hay de una fotografía? ¿O una grabación de vídeo? ¿No son esas evidencias empíricas del pasado?
Bueno, ¿qué es una foto? Tenga paciencia conmigo un momento. En última instancia, una foto es una representación de la realidad no diferente de una pintura. ¿Pero qué hace que una foto sea una representación específica del pasado? No hay nada inherente a una fotografía o grabación de video que «capture» el pasado. La única manera de saber que una foto realmente representa el pasado es a través de nuestros recuerdos del pasado, y un recuerdo no es una evidencia empírica. Sabemos que una foto representa el pasado porque comparamos la foto con lo que recordamos haber ocurrido. O, si no hubiéramos estado físicamente presentes, usamos otros factores contextuales para evaluar si una foto es de realment una foto, o por contra, a una falsificación hecha con CGI ultra-realista.
Dicho de otro modo, ¿por qué es una foto más convincente como evidencia del pasado que cualquier otro objeto?
Una foto o grabación de vídeo es, en realidad, un objeto metafísico. Para entender lo que esto significa, imagínese enseñando una foto a una persona que, debido a algún defecto mental, no sólo no tiene concepción del pasado, presente o futuro, sino que también sufre de pérdida de memoria a corto y largo plazo. Imagínese a esta persona como un empirista escéptico que quiere pruebas claras de la existencia del tiempo.
¿Cómo se explica el concepto de una foto a esta persona? Tal vez entendería la foto de la misma manera que entendemos las pinturas o los efectos especiales. En pocas palabras, no se puede transmitir el significado de una foto sin emplear el concepto del pasado y del tiempo. Como tal, no podemos utilizar un concepto, como la fotografía, que presupone el tiempo, para probar la existencia objetiva del tiempo. Eso sería una espiral.
Extremismo
Parece que no vamos a tener suerte en cuanto a probar científicamente la existencia del tiempo. Claramente, el tiempo no es el tipo de cosa que se puede experimentar como experimentamos el sol, el cielo o las moléculas vistas a través de un microscopio electrónico. ¿Significa esto que el tiempo no es empíricamente realizable? Pues bien, podemos plantear esta cuestión y optar por la conclusión más inmediata que es: pedir pruebas empíricas del tiempo de la misma manera que se podría pedir evidencia empírica de una entidad física, por ejemplo, fotones, agujeros negros, etc., es cometer un gran un error de categorización.
Llegado a este punto, los puristas podrían argumentar que la falta de evidencia empírica del tiempo es una indicación de que, de hecho, no existe objetivamente, es decir, que el tiempo no es más que una ilusión. Pero, el resto de nosotros debemos poner hacer valer nuestra opinión. ¿Por qué sólo cuentas las consideraciones empíricas para afirmar o negar la realidad de algo tan universalmente y profundamente experimentado como el tiempo?
Además, si el tiempo -que en muchos aspectos es la base de nuestra función mental y nuestro sentido de la realidad misma- resulta ser nada más que una ilusión, entonces esto pondría en duda nuestras capacidades cognitivas en general. En otras palabras, decir que el tiempo es una ilusión equivale a decir que la realidad es una ilusión. «La realidad es una ilusión.» (Deje que esa declaración retorcida circule en su mente por un segundo. No es lo mismo que decir que el mundo es una ilusión al estilo de película Matrix. Todo el concepto de una «ilusión» es algo en contraste con la realidad, por lo que afirmar que la realidad misma es una ilusión es molesto, por decir lo menos).
La analogía revisada
La analogía entre un empirista que no puede comprender el concepto de tiempo y uno que no entiende la creencia en Dios es instructivo. Los ateos no pueden entender cómo los teístas supuestamente racionales, pueden permanecer comprometidos con algo que, según los estándares ateos, carece de evidencia. Del mismo modo, los teístas tienen problemas para transmitir a los ateos la profundidad de la convicción que brota de un «sensus divinitatis» o numinoso que impregna y asegura su mundo. Esta brecha resulta en una mala comunicación y confusión en ambos lados, pero todo se deriva de una comprensión imprecisa del empirismo y sus límites.
Más puede decirse sobre este punto, pero, primero, ¿es el tiempo el único ejemplo de una realidad que es funcionalmente invisible a la ciencia? Por cierto, ¿qué es la ciencia?
Fuente: http://islamandevolution.com Traducido y editado por Truth Seeker Es