El ser humano en el Corán: el espíritu (2/4)

La creación del ser humano es una compuesto de su espíritu y su cuerpo. Una realidad física y otra etérea.

La creación del ser humano es una compuesto de su espíritu y su cuerpo. Una realidad física y otra etérea.

Por: Zaid Shakyr

La rectitud del hombre también hace que el ser humano sea un receptáculo adecuado para el rūĥ (espíritu), una creación especial y única de Dios, que no solo anima el cuerpo físico del ser humano, sino también sus sentidos e intelecto. Su posición física y su espíritu son dos elementos esenciales que definen su humanidad. Al comentar sobre la siguiente frase del Corán, «Y cuando le haya dado forma y haya insuflado en él parte de Mi espíritu» (38:72), Fakhr al-Dīn al-Rāzī dice: «Esto indica que la creación del ser humano es solo se completa con dos cosas: en primer lugar, su froma física, y luego la insuflación del espíritu en él. Esto es cierto porque el ser humano está un compuesto de cuerpo y alma”. (Mafātīĥ al-ghayb, 9:409)

Si bien su forma física y verticalidad puede llevar al ser humano a exaltarse en lo que podría considerarse como una virtud única, algunos aspectos de su creación física también deberían llevarlo a ser humilde. Por ejemplo, en el Corán, Dios nos recuerda: «¿Es que no ve el hombre que lo hemos creado de una gota de esperma? Y sin embargo es un puro discutidor. Nos pone un ejemplo olvidando que él mismo ha sido creado y dice: ¿Quién dará vida a los huesos cuando ya estén carcomidos?” (36:77−78). Algunos de los comentaristas de este versículo nos recuerdan que nuestro comienzo, en cierto sentido, se origina en el mismo canal en que la orina sale de nuestros cuerpos. ¿Cómo podría una criatura así comportarse de forma arrogante?

La inhalación del espíritu en el ser humano lo convierte en una creación compuesta, aunque no en un sentido aristotélico. Algunos rechazan este aparente dualismo como un acreción arraigado en otra fe o tradiciones intelectuales. Por ejemplo, el fallecido pensador musulmán Fazlur Rahman afirma:

El Corán no parece respaldar el tipo de doctrina de un dualismo radical mente-cuerpo que se encuentra en la filosofía griega, el cristianismo o el hinduismo; de hecho, apenas hay un pasaje en el Corán que diga que el hombre está compuesto de dos sustancias separadas, y mucho menos dispares, el cuerpo y el alma (aunque el Islam ortodoxo posterior, particularmente después de Al-Ghazālī y en gran parte a través de su influencia, llegó a aceptalo). (Fazlur Rahman, Major Themes of the Qur’an (Chicago & London: The University of Chicago Press, 1989)

Si el Imam al-Ghazālī acepta la idea de un humano compuesto -cuerpo y alma- es una idea que está profundamente arraigada en el Corán. Por ejemplo, como se mencionó anteriormente, el Corán nos recuerda que el espíritu es una creación distinta, no física, que se insufla en el cuerpo físico (ver 32: 9, 15:29, 38:72, 21:91). Esto significa que el espíritu y el cuerpo físico del humano eran dos entidades distintas cuando se reunieron. El Corán no indica que pierdan su naturaleza individual al unirse.

Además, muchos hadices indican claramente que el espíritu disfruta de una existencia que es distinta del cuerpo, tanto antes como después de la vida física. Por ejemplo:

“Los espíritus son como regimientos diversos. Aquellos que se conocían [precorpóreamente] encuentran familiaridad, y aquellos que se ignoraban mutuamente encuentran desarmonía”. (Muslim, 1887.)

Muchos estudiosos utilizan esta narración como una prueba de que los espíritus fueron creados antes del cuerpo. Después de que el espíritu sea insuflado en el cuerpo, aquellos que se conocían en el reino precorpóreo experimentan familiaridad al encontrarse en este mundo, mientras que los que se desconocen entre sí en ese ámbito sienten un distanciamiento al encontrarse en el mundo. En cuanto al destino del alma después de la muerte, se nos dice, entre otras cosas, que los espíritus de los mártires viven en los cuerpos de las aves verdes en el Paraíso. Estas y otras narraciones similares dejan en claro que el espíritu tiene una existencia distinta del cuerpo.

Una vez que el ser humano ha sido animado por el espíritu, puede emprender su principal propósito: adorar y conocer a su Señor. Leemos en el Corán: «Y no he creado a los genios y a los hombres sino para que Me adoren«. (51:56). Muchos exegetas musulmanes mencionan que este versículo también puede interpretarse como «que me conozcan» (Rūĥ al-maānī, 14:32.). Estos dos significados son consistentes con la naturaleza del ser humano, ya que la adoración implica acciones corporales asociadas con la fisicalidad del ser humano, mientras que el verdadero conocimiento de Dios Requiere un proceso metafísico.


Fuente: https://renovatio.zaytuna.edu/ Traducido y editado por TruthSeeker Es

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