La metafísica del ayuno

Por: Ali Z. Hussain
En el clímax del viaje la forma más alta de ayuno es igual a la forma más alta de comer y beber...

En el clímax del viaje la forma más alta de ayuno es igual a la forma más alta de comer y beber…

Abu Hamid al-Ghazali (1111), el famoso polímata musulmán delinea, como muchos sabios musulmanes antes y después de él, varios grados de ṣawm (ayuno). En el nivel más básico, encontramos la conocida abstinencia de comida, bebida y relaciones sexuales que se describe en la ley islámica. Más allá de este ayuno físico, sin embargo, al-Ghazali describe una etapa más alta de ayuno por la cual uno se involucra también en una especie de abstinencia intelectual de todo mal, incluyendo pensamientos y deseos prohibidos y bajos. Por último, la etapa más alta del ayuno, según Ghazali y los sabios musulmanes, es lo que se conoce como ṣawm al-aghyār (ayuno/abstinencia de lo otro). Podemos describir esto como la tercera y última dimensión del ayuno; la abstinencia espiritual del corazón de todo excepto lo divino.

En cierto sentido, este ayuno espiritual del corazón es la etapa de fanā‘ (aniquilación) de este ritual islámico; la desintegración absoluta de la voluntad humana, la volición y la ipseidad en el asombro ante la presencia de la Voluntad, Volición e Ipseidad de lo Real. Sea como fuere, los sabios musulmanes desde el tiempo de al-Junayd (d. 910) han reconocido la importancia de una etapa superior después de fanā‘; un cierto baqā‘ (subsistencia) por el cual el viajero regresa vestido con un nuevo traje de humanidad que ha sido abrumado por la voluntad divina para que uno se convierta en un ‘alāma (señal) para los nuevos buscadores y viajeros.

Es precisamente esta baqā‘ de ayuno la que nos intriga en esta reflexión. ¿Qué es exactamente lo que subsiste y persevera en una nueva vestimenta de voluntad divina después de que uno se abstiene espiritualmente a través de su corazón de todos aquello que no es Dios? Podemos seguir aquí una estrategia Akbariana, del Gran Maestro, Muhyi al-Din Ibn al-‘Arabi, volviendo a la Palabra de Dios, el Corán para encontrar guía. La palabra ṣawm (ayuno) se menciona en el Corán sólo una vez, en la historia de María, la madre de Jesús, donde se le instruye a informar a su pueblo, si le preguntan por el niño, que está ayunando por el bien de Dios. Mientras tanto, la palabra ṣiyām (ayunar, sustantivo verbal) se menciona seis veces. Sólo uno de estos casos se refiere al ayuno obligatorio en el mes de Ramadán, mientras que los otros cinco versículos hablan del ayuno como una forma de expiación o reparación para algunos tipos de faltas.

Por otro lado, el verbo kulū (imperativo de ‘comer’ pl.) lo encontramos un total de quince veces. Todas estas veces lo encontramos en la forma imperativa por la cual Dios ordena a la humanidad alimentar y nutrir sus cuerpos. Cinco de estos versos también incluyen el mandato imperativo de beber. A diferencia de los versículos relativos al ayuno, los versos que ordenan comer y beber no tienen estipulaciones excepto la condición que comamos de «lo bueno que os proveemos» (7:160). Es evidente después de una breve reflexión sobre estos hechos que el ayuno es, en cierto sentido, como un fanā‘ (aniquilación), un ḥāl temporal (estado), mientras que comer y beber es el maqām permanente (estación), como baqā‘ (subsistencia).

Sin embargo, así como el fanā’ del ayuno es una abstinencia espiritual, el baqā‘ de comer y beber es más que simplemente la indulgencia en el sustento físico. Por el contrario, el fanā’ y baqā’ de estos rituales son como el final y el principio de un ciclo; se unen y uno da a luz al otro. Así, al obtener el objetivo de ayunar de todo excepto lo divino, el viaje de retorno implica ver todo a través de lo divino; ya no se ven la señales sin el señalado, ya no presenciando las olas y mareas sin el océano antes, durante y después de ellas.

Con esta nueva voluntad divina, el cuerpo que regresa desde la cima del ayuno ya no percibe la comida, sino más bien «lo bueno que os proveemos«. Sin embargo, el estado de ayuno también continúa y subsiste ahora que el viajero es capaz de mantenerse a sí mismo en todo el cosmos como nuevas formas de conocimiento y manifestaciones divinas que alimentan ese ayuno y festín del corazón. ¡Oh cuán maravillosa es la perplejidad de la Realidad! En el clímax del viaje la forma más alta de ayuno es igual a la forma más alta de comer y beber…


Fuente: http://www.huffingtonpost.com Traducido y editado por Truth Seeker Es

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