Por Sharon Begley
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La mayoría de los científicos todavía dejan su fe, si la tienen, en la puerta del laboratorio. Pero tal y como la fe puede encontrar inspiración en la ciencia la ciencia puede encontrar inspiración en la fe. El físico Mehdi Golshani, de la Universidad Tecnológica de Teheran, basándose en el Corán cree que los fenómenos naturales son “los signos de Dios en el universo” y que estudiarlos es casi una obligación religiosa. El Corán ordena a los humanos que “viajen por la tierra y vean cómo Él inicio la Creación”. La investigación, dice Golshani, “es un acto de adoración en tanto en cuanto que revela más de las maravillas de la creación de Dios”.
La misma narrativa la podemos encontrar en el judaísmo. Carl Feit cita a Maimonides “quien dijo que el único camino para alcanzar el amor de Dios es entender ‘el trabajo de su mano’, que es el universo natural. Conocer cómo funciona el universo es crucial para una persona religiosa porque este es el mundo que Él ha creado”. Feit no está solo.
De acuerdo a un estudio el cuarenta por ciento de los científicos americanos creen en un Dios de forma personal –no simplemente en una fuerza inefable y una presencia en el mundo- sino en un Dios al que puede adorar.
Para Joel Primarck, un astrofísico en la Universidad de California “practicar la ciencia tiene incluso un componente espiritual” –principalmente proveer inspiración. Resulta que, explica Primarck, el tamaño más grande imaginable, el universo entero, es 10 con 29 ceros detrás (en centímetros). El tamaño más pequeño presente en el mundo subatómico es de 10 con 24 ceros (y un decimal) delante. Los humanos están exactamente en el medio. ¿Nos lleva esto a una posición privilegiada? Primarck no lo sabe pero llama a esto “una cosmología que satisface el alma”.
A pesar de que algunos científicos escépticos dicen que la ciencia no tiene necesidad de la religión, teólogos con perspectiva dicen que la religión necesita a la ciencia. La religión es “incapaz de hacer que sus postulados morales sean persuasivos y su confort espiritual efectivo [a menos] que sus pruebas cognitivas” sea creíbles, dice en físico-teólogo Russell.
A pesar de que el 90% de los americanos (1998) creen en un Dios personal, son menos los que creen en un Dios que abre los mares o que creas las especies una por una. Para hacer que religiones forjadas hace miles de años sea relevantes en la era de los átomos y el ADN, alguno teólogos están “incorporando conocimientos adquiridos de la ciencia natural en la formación de la creencias doctrinales” dice Ted Peters, del Seminario Luterano del Pacífico. Si no fuese así entonces “la religión está en peligro de ser vista por la gente que esté mínimamente familiarizada con la ciencia como un anacronismo” dice William Stoetger, astrónomo y pastor Jesuita.
La ciencia no puede probar la existencia de Dios, mucho menos espiarle con el telescopio. Pero para algunos creyentes entender cómo funciona el universo da pistas para entender a Dios.
Conclusión de Truth Seeker:
Puede que la ciencia aún no haya demostrado la existencia de Dios per se, pero la naturaleza misma de la ciencia nos indica la necesidad de un ente creador de todo cuanto conocemos puesto que de no ser así las probabilidades de que la vida emergiese son ten remotas que incluso los científicos más escépticos lo dan por imposible. La perfección de universo y la forma en la que este funciona, los descubrimientos en la ciencia cuántica y todas los misterios que aún los científicos no han descubierto tiene más peso en la balanza que las hipótesis de que el universo fue un simple accidente y el emerger de la vida y la consciencia un consecuencia casual, esto es así incluso para los científicos más acérrimos.
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Artículo publicado por Thw Washington Post y traducido con algunas modificaciones editoriales por Truth-Seeker.info: http://www.washingtonpost.com/wp-srv/newsweek/science_of_god/scienceofgod.htm