La función de la lluvia de «vivificar con ella a una tierra muerta» se indica en varios versículos del Corán:
Y hacemos descender del cielo un agua pura (y purificante). Para vivificar con ella a una tierra muerta y dar de beber a los animales de rebaño y a muchos seres humanos de los que hemos creado. (El discernimiento, 25:48-49)
Además de traer agua, un requisito esencial para los seres vivos, a la tierra, la lluvia también tiene una propiedad fertilizante. Las gotas de lluvia que se evaporan del mar y llegan a las nubes contienen ciertas sustancias que «revitalizan» el suelo muerto. Estas gotas de lluvia con tales propiedades de «revitalización» se llaman «gotas de tensión superficial».
Estas se forman desde la capa superior de la superficie del mar llamada la microcapa por biólogos; en esta capa de la superficie, de menos de un décimo de milímetro de grosor, se encuentran grandes cantidades de desechos orgánicos formados por la descomposición de algas microscópicas y zooplancton. Algunos de estos desechos recolectan y absorben elementos como fósforo, magnesio y potasio, que raramente se encuentran en el agua de mar, así como metales pesados como cobre, zinc, cobalto y plomo.
Las semillas y plantas en la superficie de la tierra reciben grandes cantidades de las sales minerales y los elementos que necesitan para crecer a partir de estas gotas de lluvia. El Corán se refiere a esto en estos términos:
Y hacemos que del cielo caiga agua bendita con la que hacemos brotar jardines y las semillas que cosechan. (Qaf, 50:9)
Estas sales que descienden con la lluvia son ejemplos en miniatura de fertilizantes utilizados tradicionalmente para mejorar la productividad (calcio, magnesio, potasio, etc.). Los metales pesados del tipo que se encuentran en los aerosoles crean elementos que aumentan la productividad durante el crecimiento y la producción de las plantas. En resumen, la lluvia es un fertilizante importante.
Con el fertilizante que proporciona la lluvia en sí, en de cien años, un suelo de mala calidad puede obtener todos los elementos necesarios para las plantas. Los bosques también crecen y se nutren con la ayuda de estos productos químicos que se originan en el mar.
De esta forma, cada año caen a la tierra unas 150 millones de toneladas de partículas de fertilizante. Si no fuera por esta función de fertilización, habría habido muchas menos plantas en la Tierra y el equilibrio de la vida habría sido perturbado. La información sobre la revitalización de las plantas en este versículo es solo una de las innumerables ejemplos del conocimiento abarcado en Corán.
Fuente: Milagros del Corán, traducido y editado por Truth Seeker Es