Por: Harris Zafar
La diferencia entre la perspectiva islámica sobre la libertad de expresión y la perspectiva de los quienes defienden la libertad de expresión hoy en día es la intención y la meta final que cada uno promueve. Mientras que muchos seculares defienden los privilegios individuales, el Islam promueve el principio de unir a la humanidad y cultivar el amor y entendimiento entre la gente. Ambos apoyan la libertad de las persona a expresarse, pero el Islam promueve la unidad, mientras que los defensores de la libertad de expresión de hoy en día promueve el individualismo.
La meta última del Islam es la unificación de toda la gente bajo una bandera de paz. El Corán, el libro sagrado del Islam, dice que Dios creó a toda la humanidad en unión, y que han sido nuestras diferencias humanas las que han comprometido esta unidad (2:214). Para unir a la humanidad, el Islam ordena usar solo las palabras que sean verdaderas, buenas con los otros además de justas y respetuosas. El Corán procura adelantarse a las fricciones prescribiendo reglas de conducta que garanticen para todos, no solo la libertad de expresión, sino también la equidad, la justicia absoluta y el derecho de desacuerdo.
El Corán instruye a la gente a decir la verdad (33:70), a hablar de la mejor manera (17:53), a hablar con bondad hacia los demás (2:83) y a abstenerse del habla inapropiada (4:148). Esto, junto a la guía islámica para purificar nuestra intención, promueve la libertad de expresión cuando sirve a un propósito correcto, promueve la paz, lleva a la gente más cerca de Dios y une a la humanidad; al igual que se promueve que se hable en contra de las injusticias (4:148). Pero, si nuestra intención es insultar a los demás para promover la discordia, el desorden y la división, entonces debemos abstenernos.
Quienes defienden y abanderan la libertad de expresión hoy en día nos llaman a una camino diferente en el que la gente puede decir todo y cualquier cosa que se les pasa por la cabeza. Sin ningún tipo de restricción en la expresión, todo tipo de provocación existiría y, por lo tanto, lo que se cultivaría sería la confrontación y el antagonismo. Insisten en que esta libertad les da el privilegio legal de insultar a otros, pero eso no es ni democracia ni libertad de expresión. Solo fomenta la animosidad, el resentimiento y el desorden.
En lugar de centrarse en los privilegios, el Islam se centra en el principio de evitar el discurso que causa la separación y el conflicto. Nuestras palabras deben tener un impacto positivo en la vida de las personas, promover la verdad y promover la justicia. Estamos de acuerdo con el ex presidente de EE.UU. Dwight Eisenhower, que una vez dijo: «Un pueblo que valora sus privilegios por encima de sus principios pronto pierde ambos». Considerar el habla como algo supremo a costa de la paz y la armonía en el mundo es un planteamiento erróneo. No importa cuán importante es la causa de la libertad de expresión, todavía palidece en comparación con la causa de la paz y la unidad del mundo.
Quienes se oponen al Islam dicen que este rechaza la libertad de expresión y que censura a quienes insultan al Islam. Esto está basado en datos erróneos. El Islam no prescribe ningún castigo terrenal para el habla inapropiada. Por lo que la gente que insulta no debe de ser perseguida. El Islam concede a todo el mundo el derecho a mostrar su desacuerdo con otros. Después de todo, el Profeta Muhammad, que la paz sea con él, dijo que las diferencias de opinión son una bendición en la sociedad y nunca buscó el censurar o amenazar a quienes le atacaban verbalmente.
De acuerdo al Corán, los no-creyentes le llamaron un “loco”, “víctima de un engaño”, un “embustero” y le trataban como a un mentiroso. Algunos decían que la revelación le era enseñada por otra persona y no venía de Dios. Llamaron al Corán “una confusión de sueños” y “simples historias del pasado”, e incluso los hicieron pedazos.
Durante todo esto, el Profeta aguantó valientemente todas las agresiones verbales. En lugar de llamar a cualquier castigo, el Corán nos enseña a «pasar por alto su charla molesta» y «soportar con paciencia lo que dicen». La lección para todos los musulmanes es que no tenemos que tener miedo de los insultos. Sino que debemos tener el mismo valor que nuestro profeta para hacer frente a este tipo de insultos a la cara y responder con paciencia, calma y palabras justas. Los musulmanes deben aprender cómo su creencia les enseña a responder cuando son atacados verbalmente. Sin disturbios; sin violencia. Respondemos a las palabras con el palabras, pero nuestro discurso es para ser mejores y más dignos.
Fuente: http://www.huffingtonpost.com/ Traducido y editado por Truth Seeker