Autor: Harun Yahya
La Europa medieval fue gobernada por el régimen dogmático de la Iglesia Católica. La iglesia se opuso a la libertad de pensamiento y persiguió a los científicos. Uno podía ser castigado por la inquisición simplemente por tener otras creencias o ideas diferentes. Los libros fueron quemados y también muchos fueron ejecutados. La insistencia en la investigación en la edad media a menudo es tratada en los libros de la historia, pero algunos interpretan la situación equivocadamente y reclaman que los científicos que chocaron con la iglesia estaban contra la religión.
Pero la verdad es totalmente lo contrario. Los científicos que se opusieron al fanatismo de la iglesia eran creyentes. Ellos no estaban contra la religión, sino contra el duro clericalismo de aquel tiempo.
Por ejemplo, el famoso astrónomo Galileo, a quien la iglesia quiso castigar porque había testificado que el mundo giraba, dijo: “Doy infinitas gracias a Dios por ser generoso y por permitirme ser el primer observador de sostenidas maravillas, escondidas en la oscuridad desde los principios.”
Kepler, considerado como fundador de la astronomía moderna, dijo a los que le preguntaron por qué estaba tan implicado en la ciencia: “tenía la intención de ser un teólogo…pero ahora veo cómo es Dios, por mis tentativas, también glorificado en la astronomía, pues los cielos declaran la gloria de Dios’.
En cuanto a Newton, uno de los científicos más grandes de la historia, explicó la razón fundamental de su afán por la ciencia diciendo:
“…Dios es eterno e infinito, omnipotente y omnisciente; es decir, sus alcances duran desde la eternidad hasta la eternidad; y su presencia de la infinidad hasta la infinidad; Él gobierna todas las cosas, y sabe todas las cosas qué son y lo que pueden hacer…Nosotros Le conocemos sólo por sus sabias y excelentes artimañas…Le veneramos y Le adoramos siendo sus sirvientes…”
El gran genio Pascal, el padre de las matemáticas modernas, dijo: “Con la fe nosotros conocemos la existencia de Dios, y en la gloria nosotros conocemos Su naturaleza…”
Muchos otros fundadores de la ciencia occidental moderna fueron creyentes también. Por ejemplo:
Von Helmont, una de las figuras más destacadas de la química moderna y el inventor del termómetro, declaró que la ciencia era una parte de la fe.
Goerge Cuvier, el fundador de la paleontología moderna, consideró que los fósiles eran pruebas de la creación y enseñaba que las especies vivas habían sido creadas por Dios
Carl Linnaeus, primer sistematizador de la clasificación científica, creyó en la creación e indicó que el orden natural era una prueba significativa de la existencia de Dios.
Gregor Mendel, el fundador de la genética, y también monje, creía en la creación y se oponía a las teorías evolutivas de su tiempo, tal como el Darwinismo y el Lamarckismo.
Louis Pasteur, el nombre más prominente de la historia de la microbiología, demostró que la vida no podía haber sido creada de material inerte y enseñaba que esa vida era un milagro de Dios.
El famoso físico alemán Max Plank dijo que el creador del universo era Dios y enfatizaba que la fe era un requisito necesario de los científicos.
Albert Einstein, considerado como el científico más importante del siglo 20, creía que es imposible que la ciencia no tuviera un Creador y dijo: “la ciencia sin la religión es coja”.[review]
Muchos otros científicos sirvieron a la ciencia con la intención de descubrir el universo que Dios había creado – un paradigma que primero fue desarrollado y aplicado en el mundo islámico, pero que después fue incorporado por Occidente. Todos estos científicos reflexionaron acerca de la creación de los cielos y de la tierra e investigaron con conciencia acerca de Dios – como Allah anunció en el Corán y en la Biblia. El nacimiento de la ciencia y su desarrollo fue el resultado de esa conciencia.
Durante el siglo 19, sin embargo, esta conciencia fue reemplazada por la equivocación; el materialismo.
Fuente: www.harunyahya.com