Por: Seyyed Hossein Nasr
Este es el cuarto artículo de una serie de cuatro que explora si el ser humano puede vivir en armonía con la naturaleza y revertir la situación de crisis del medio ambiente. Para leer el tercero hacer click aquí.
No podemos concluir este artículo sin decir algunas palabras sobre las ciencias islámicas tradicionales de la naturaleza y la tecnología, aunque una exploración completa en relación a la cuestión del medio ambiente requeriría un estudio por separado. La ciencia islámica es una de las principales tradiciones científicas en la historia mundial, que no solo influyó en las ciencias medievales chinas e hindúes, sino también, despojada de sus dimensiones cosmológicas y metafísicas, ejerció una gran influencia sobre la ciencia occidental. ¿Dónde estaría el desarrollo de las matemáticas en Europa sin las traducciones de obras árabes sobre la ciencia de los números, la geometría, el álgebra, la trigonometría y otros temas relacionados? Para demostrar esta influencia básica, es suficiente recordar que los números utilizados en Occidente todavía se llaman «números arábigos». Los musulmanes hicieron grandes contribuciones no solo a las matemáticas, sino también a la física, la astronomía, la alquimia/química, la botánica, la zoología, la medicina, farmacología, cosmografía y geografía, además de en muchos otros campos. Pero todas estas ciencias, incluidas las llamadas ciencias exactas, se desarrollaron dentro de una cosmovisión basada en la armonía entre la humanidad y la naturaleza y en el equilibrio (al-mīzān) dentro de cada nivel del cosmos, así como entre los diversas niveles de realidad cósmica.
Cegados por la tecnología moderna, muchos musulmanes han olvidado las diversas formas de tecnología que los musulmanes inventaron y utilizaron, desde el sistema qanāt para el riego hasta los molinos de viento y las tecnologías utilizadas en metalurgia, tejido, arquitectura y muchas otras áreas. Lo que caracterizó estas tecnologías tradicionales fue el equilibrio con el orden de la naturaleza y el medio ambiente y la intrusión mínima en el orden natural. No es casual que muchos ecologistas en Occidente hoy propongan un retorno a las tecnologías tradicionales, en la medida de lo posible. En el mundo islámico contemporáneo no se puede esperar de manera realista que las personas dejen de usar electricidad, pero se pueden preservar o revivir muchas formas de tecnología tradicional, desde la arquitectura hasta la agricultura y el tejido de alfombras y telas. Si los musulmanes siguieran este camino, en lugar de emular a ciegas cualquier nueva tecnología que venga de Occidente, enfrentarían una crisis menor en su entorno natural. No digo que no enfrentarían ninguna crisis dado que la crisis ambiental también tiene muchas causas globales que no pueden ser eliminadas por la acción local. Sin embargo, recordemos la verdad del dicho que prevalece entre los ambientalistas serios: «Piensa globalmente pero actúa localmente».
Según un famoso proverbio chino: «Un viaje de diez mil kilómetros comienza con un primer paso». Cuando se trata de la crisis ambiental en el mundo islámico, el primer paso es reconocer y aceptar que la crisis existe en el mundo islámico y que no es un problema solo de occidente o china. Una vez que se ha desarrollado plenamente esta conciencia, los musulmanes deben realizar dos tareas cruciales: la primera es revivir el conocimiento y las acciones de la sociedad islámica tradicional con respecto al medio ambiente; la segunda es conocer en profundidad el mundo moderno para no repetir sus errores y para también conocer las acciones positivas realizadas por Occidente para enfrentar esta crisis. Es especialmente importante que los musulmanes estén al tanto de los estudios realizados en Occidente por ambientalistas bienintencionados sobre las causas más profundas de la crisis.
Permítanme concluir planteando la pregunta “¿Hay una solución?”. Si observamos la situación solo desde la perspectiva de factores naturales y humanos y se extrapolan las tendencias actuales hacia el futuro desde un punto de vista “terrenal”, entonces la situación es sombría y las catástrofes nos esperan a todos. Pero, desde el punto de vista islámico, el futuro está en las manos de Dios y uno nunca debe perder la esperanza. Resignarse a la catástrofe ambiental no es una actitud islámica aceptable y no nos exime de nuestras responsabilidades hacia la creación de Dios como sus jalīfahs (vicegerentes) en la tierra. Debemos hacer lo que podamos para mejorar la situación ambiental en la medida de nuestras habilidades, y solo luego y después de esto, dejar los asuntos en las Manos de Dios, con plena confianza (tawakkul) en Él y la plena realización de que no solo somos jalīfat Allāh en la tierra, sino también los siervos de Dios. Abandonar nuestros deberes con la excusa de que Dios cuidará de Su propia creación y, por lo tanto, renunciar a nuestras posiciones como sus jalīfahs en la tierra, no es, islámicamente hablando, aceptable.
Las extrapolaciones deterministas sobre el futuro “cortan las Manos de Dios” de Su creación y no son más islámicas que la actitud de no hacer nada, bajo el pretexto de que la Voluntad de Dios domina todas las cosas. Los musulmanes deben resucitar la visión tradicional islámica de la naturaleza y la relación de la humanidad con ella. No olvidemos el dicho del Profeta, que la paz sea con él, mencionado anteriormente -que es un acto bendito plantar un árbol, incluso si es el día anterior al Día de El juicio- y el dicho de Ali de que deberíamos vivir como si fuéramos a morir mañana, pero también como si fuéramos a vivir mil años. Y Dios sabe mejor.
Fuente: https://renovatio.zaytuna.edu/ Traducido y editado por Truth Seeker Es