Por: Mohammad Elshinawi
¿De dónde surge la pregunta sobre la «necesidad» que tiene el Creador de nuestra adoración? ¿Por qué el tema de cómo la adoración “lo beneficia” representa un tema central de quienes hacen esta pregunta?
Estas preguntas surgen de la tendencia humana al antropomorfismo (comparar los no humanos con los humanos). Este es un fenómeno histórico bien conocido que se encuentra en todas las civilizaciones, algo que quienes adoraban a ídolos abrazaron de todo corazón.
Aquellos que presumen la humanidad de Dios, que Dios pide debido a alguna necesidad o deficiencia, han conservado la antigua mentalidad pagana, en la que sus dioses mitológicos se parecen a los mortales que piden por dependencia; que los privan por celos y que empiezan guerras entre ellos para asegurar el dominio sobre el cosmos.
El famoso filósofo griego Jenófanes (fallecido en 475 a. C.) comentó cómo la gente de su tiempo antropomorfizaba a sus dioses, diciendo: «Los abisinios (etíopes) ven a su dios de nariz chata, mientras que los tracios le dan el pelo rojo y los ojos azules… Lo que es aún más extraño es que estos dioses participan en los actos más atroces que son contrarios al carácter recto, como matar, robar y saquear, tal como lo hacen sus adoradores… Y si las vacas, los caballos y los leones tuvieran manos y fueran capaces de dibujo, los caballos dibujarían dioses en forma de caballo, y las vacas lo harían en forma de vaca”. [H. Diels and W. Kranz, eds., Die Fragmente der Vorsokratiker, Berlin: 1903, (pp. 15-16)]
Un problema importante con el antropomorfismo es la suposición de que Dios es análogo al ser humano en todos los aspectos, sin ninguna diferencia. Tal analogía, demasiado extendida, puede desarrollarse de la siguiente manera: las acciones y solicitudes de las personas se generan por necesidad, por lo tanto, todas las acciones y solicitudes resultan de la necesidad, incluidas las acciones y solicitudes de Dios.
Ibn Taymiya (m. 1328) dice: «Por esta razón, el camino del Corán, que es también el camino de los grandes imanes y los primeros musulmanes, es abstenerse de usar qiyās shūmūl (silogismo categórico), que supone subpartes, y qiyās tamzīl (analogía deductiva), con respecto a lo Divino. En lugar de esto, usan qiyās awlā (una analogía fortiori), porque lo perteneciente a Allah es la descripción más elevada”. [Ibn Taymiya, Dar’ Ta‘āruḍ al-‘Aql wan-Naql, Dar al-Kunūz al-Adabiyya (Riyadh, KSA: 1391H), (4/35)]
En otras palabras, el Corán y los primeros musulmanes rechazaron las interpretaciones antropomórficas de Dios, ya que tales interpretaciones involucran a los humanos como el prisma a través del cual entender las cualidades de Dios. En cambio, entendieron las cualidades de Dios a través de una analogía mayor, lo que significa que si los seres humanos poseen un rasgo digno de alabanza que Dios también posee, entonces se entiende de una forma mayor en Dios, una más acorde con Su singularidad y perfección.
Para ilustrar esto, los humanos poseen el rasgo digno de alabanza de la «vida», y Dios también posee la vida, por lo que la vida de Dios debe entenderse como diferente y mayor (por ejemplo, su vida no tiene principio ni fin). Del mismo modo, los humanos poseen el rasgo digno de alabanza de «conocimiento», y Dios también posee conocimiento, aunque el conocimiento de Dios es completo. Entonces, cada vez que Dios y los humanos comparten un rasgo, esto no requiere igualdad, sino solo una similitud en los nombres utilizados para describir ese rasgo. Así como la pata de una silla no es la pata de un perro y el ojo de una tormenta no es el ojo de un humano, los rasgos de los humanos son solo facsímiles pobres de los rasgos más grandes y perfectos de Dios.
Por lo tanto, aquellos que piensan que Dios pide nuestra adoración para satisfacer una necesidad o para compensar alguna deficiencia están esencialmente antropomorfizando lo Divino. Dichas personas imaginan que todas las solicitudes son generadas por el deseo de llenar un vacío porque su experiencia de vida con humanos sugiere que esta es la razón por la cual las personas solicitan cosas. Sin embargo, extender ese motivo a Dios cuando no comprendemos completamente Su Naturaleza es claramente falaz, especialmente cuando lo que entendemos de Su Naturaleza, a través de la razón y la revelación, indica que Él no tiene ninguna necesidad.
Fuente: Yaqeen Institute / Traducido y editado por Truth Seeker Es