Por: Abdurrahman
Mientras presenciamos otro Ramadán y recibimos sus numerosos obsequios – tanto tangibles como intangibles – nos incumbe a nosotros reflexionar sobre la centralidad del glorioso Corán en este mes sagrado y esforzarnos por alcanzar la taqwa [el estado superior de perpetuo consciencia de Dios] (1,2).
Ramadán es el mes del Corán: en las últimas diez noches, buscamos el Laylat al-Qadr – una noche descrita como mejor que 1000 meses – en la que el Corán descendió desde Lawh al-Mahfuz a Bayt al Izza, o de la Tableta Preservada a nuestro reino, el cielo de esta tierra (3,4,5).
Ramadán ofrece un respiro en un mundo impregnado de los ciclos compulsivos y mundanos de la vida moderna. Con el ayuno, reducimos nuestra saciedad de impulsos y placeres corporales para experimentar una forma superior de existencia que revitaliza la parte más profunda y perdurable de nosotros mismos: nuestras almas. Para recibir este mes sagrado en toda su bienaventuranza, debemos profundizar nuestra conexión con el Libro Sagrado y centrarnos en Ramadán no únicamente como un tiempo de mayor religiosidad, sino también como una reorientación seria y duradera y un compromiso con la parte espiritual de nuestra vida.
Debemos establecer una conexión e incorporar la recitación del Corán en nuestra vida diaria, aumentando ambos durante el Ramadán. El ángel Yibril solía encontrarse con el Profeta ﷺ todas las noches en el mes de Ramadán para enseñarle el Corán (6). El Corán contiene una guía clara de Dios ﷻ como una misericordia para los creyentes, y por lo tanto es indispensable para fortalecer al creyente en su fe. (7,8). Se nos ha informado de nuestro imperativo a recitar el Corán en la tradición profética que dice Dios ﷻ:
Whomever the Qur’an and My remembrance preoccupy him from beseeching me, I give [him] the best of what the beseechers are given. The superiority of the Word of God over all others is like the superiority of God over His creation.
A quienquiera que el Corán y Mi recuerdo le hayan hacho preocupado por suplicarme, le doy lo mejor de lo que se les da a los suplicantes. La superioridad de la Palabra de Dios sobre todos los demás es como la superioridad de Dios sobre su creación.
Además, en el Corán, Dios ﷻ nos dice:
Di: Que con el favor de Allah y con Su misericordia se regocijen, ello es mejor que cuanto reúnen. (10:58)
Shaykh Abu Salman Al-Obaisy, un maestro de las ciencias del Corán, explica este verso, y dice que la recompensa en nos que regocijamos es a través del regalo resplandeciente del Corán. El regalos del Corán es claro y su recitación es priorizada en la adoración de los piadosos, especialmente durante el Ramadán. El Imán Ibn Rajab al-Hanbali narra las siguientes prácticas de los Salaf as-Salih [piadosos predecesores] en Ramadán:
Imam al-Shafi’i completaba sesenta khatams [recitación completa] del Corán solo en Ramadán;
El imán Sufyan al-Thawri abandonaba todos los actos de adoración [voluntarios] y se dedicaba a recitar el Corán;
El Imam Malik ibn Anas era conocido por dejar de leer Hadiz y asistir a reuniones de Gente del Conocimiento para dedicar su tiempo solamente a recitar el Corán del Mus’haf [texto del Corán].
La intensidad en la devoción de Salaf as-Salih –en algún momento una necesidad de aquellos que buscan la cercanía a Dios– es rara hoy en día. La dedicación de nuestros predecesores es indicativo de la sinceridad y pureza de sus estados, y es en virtud de esta dedicación que cultivaron el florecimiento de la civilización islámica. La sorpresa que nos causa su dedicación es un indicio del malestar de nuestra época moderna –incrustada en el descuido y el empobrecimiento espiritual– que, para remediarlo, exige que abordemos la creencia con el mismo rigor que una vez lo hicimos con las actividades efímeras y vanas de esta vida .
No podemos revivir nuestra conexión con el Corán sin desconectarnos de todo lo que atrapa nuestros corazones en las trivialidades de este mundo. Los musulmanes deben abrazar el Ramadán como un momento para retirarse del ruido, la prisa y las vicisitudes de la vida moderna (10). Las demandas mecánicas y absurdas de la vida industrial moderna nos privan de la introspección y el cultivo espiritual (11). Ramadán ofrece un retiro misericordioso y prolongado de las vanidades de la vida diaria, y nos permite concentrarnos en vivir intencionalmente, trascender los impulsos y necesidades de la carne y, en última instancia, lograr el estado más elevado de ser: el de la conciencia de Dios (taqwa) (12).
En la práctica, esto incluye reducir el tiempo dedicado en las redes sociales, y dedicar más tiempo a practicar una vida consciente e intencionada, pasar más tiempo en soledad silenciosa, especialmente en las últimas diez noches del este mes sagrado y el ayuno de Maryam (la paz sea con su alma), cuyo ayuno implicaba silencio para alcanzar el favor de Dios ﷻ. Reducir nuestra exposición a estímulos externos, mientras nos abstenemos de comer, beber y tener relaciones sexuales, nos permite experimentar una forma de vida más significativa: una rareza en el ruido del mundo moderno (13). El tiempo no pasado en el presente es tiempo perdido.
El Ramadán nos permite reorientar hacia vivir deliberadamente en el presente y reafirmar nuestra posición en el universo –no solo como seres finitos que viven en un mundo material de placeres fugaces y gratificación instantánea, sino como seres espirituales que pasan por un mundo transitorio que Pertenece a Dios ﷻ, el Eterno, con la esperanza de Su Favor.
Trabajo citados:
1) La palabra “Ramadán” proviene de la palabra raíz ramad, que literalmente se traduce como “quemar”. La palabra “Ramadán”, se sugiere, denota la quema de los pecados de las personas con buenas obras. (Tafsir Imam al-Qurtubi, Vol. 2 pg. 271)
2) “Corán” viene de la palabra qira’ah, o, “algo para ser recitado”.
3) Sahih al-Bukhari, #2017.
4) Al-Qur’an, 97:3.
5) Surah al-Qadr, Tafsir of Ibn Kathir.
6) Sahih al-Bukhari, #6.
7) Al-Qur’an, 10:57.
8) Al-Qur’an, 8:2.
9) Ibn Rajab al-Hanbali, Lata’if al-Ma’arif, 318.
10) Una discusión sobre los peligros de la actividad como un fenómeno claramente moderno se puede encontrar en el ensayo filosófico de Bertrand Russell, “En elogio de la ociosidad”. En inglés, “In Praise of Idleness”.
11) Byung-Chul Han, The Scent of Time, vii.
12) Al-Qur’an, 2:183: “O ye who believe, fasting was prescribed for you as it was prescribed for those before you, so that you may attain taqwa.”
13) “Haste, franticness, restlessness, nervousness and a diffuse sense of anxiety determine today’s life.” Hans, The Scent of Time, 31.
Fuente: https://traversingtradition.com/