Autor: Harun Yahia
Para encontrar una solución, los darwinistas propusieron a finales de la década de 1930 la “moderna teoría sintética” o, como se la conoce más comúnmente, el neodarwinismo.
El neodarwinismo agregó las mutaciones, que son distorsiones producidas en los genes de los seres vivientes como resultado de factores externos tales como radiaciones o fallas en la replicación, como “causa de las variaciones favorables” además de la selección natural.
Actualmente el modelo evolucionista que persiste en el mundo es el neodarwinista. La teoría sostiene que los millones de seres vivientes presentes en la tierra son el resultado de mutaciones o desórdenes genéticos por medio de los cuales se fueron provocando cambios en numerosos órganos complejos de estos organismos, tales como oídos, ojos, extremidades, alas, etc. Sin embargo, existe un hecho científico innegable que socava esta teoría: las mutaciones no provocan una evolución en los seres vivientes; por el contrario siempre los perjudican.
La razón para esto es muy simple: el ADN tiene una estructura muy compleja y las mutaciones azarosas sólo pueden dañarla. El genetista americano B. G. Ranganathan explica esto como sigue:
“Las mutaciones son pequeñas, azarosas y dañinas. Ocurren raramente y lo mejor que puede pasar es que sea ineficaz. Estas cuatro características de las mutaciones implican que no pueden conducir a un desarrollo evolutivo. Un cambio al azar en un organismo altamente especializado o es dañino o es fútil. Un cambio al azar en un reloj pulsera no puede mejorarlo. Lo más probable es que lo perjudique o, en el mejor de los casos, que sea insustancial. Un terremoto no mejora una ciudad, la destruye” ( B. G. Ranganathan, Origins? (¿Orígenes?), Pennsylvania: The Banner Of Truth Trust, 1988).
No es sorprendente que ningún ejemplo útil de mutación, esto es, que se haya constatado que mejoró el código genético, se haya observado hasta ahora. Todas las mutaciones han probado ser nocivas. La mutación, que se presenta como un “mecanismo evolutivo”, es realmente un incidente genético que daña a los seres vivientes y los incapacita. (El efecto más común de mutación en los seres humanos es el cáncer). No caben dudas que un mecanismo destructivo no puede ser un “mecanismo evolutivo”. La selección natural, por otro lado, “no puede hacer nada por sí misma” como también Darwin aceptó. Esto nos indica que no hay “mecanismos evolutivos” en la naturaleza, y si no existen difícilmente alguien pueda imaginar cómo el proceso llamado evolución tendría lugar.
Fuente: Libro ‘MILAGROS DEL CORÁN’