Por: Equipo de redacción
No te has dado cuenta de tu lugar en la vida hasta que no has intentado describir una puesta de sol con palabras. Me di cuenta de esto mientras estaba sentada en un roca junto a un arroyo en el campus de la universidad e intentaba describir, lápiz en mano, la increíble belleza del atardecer que estaba contemplando. Lo intenté varias veces y cuando creía que lo había conseguido lo volvía a leer e inmediatamente lo desechaba. Después de una de estas veces creí haber conseguido lo que me proponía… luego volví a mirar al cielo, arranqué la página y me di por vencido.
El artista que todos llevamos dentro tiene cierta urgencia por describir todos aquello que ve y siente, los escritores con palabras, los pintores en su cuadros, los músicos con sus instrumentos, los poetas con sus verso… Pero no creamos nada nuevo en el proceso: la naturaleza, las emociones y las experiencias ya existen de por sí. Solo intentamos capturar una fracción de su magnitud. Y aún así, da igual cuantas horas se pase alguien intentado describir una puesta de sol, no es lo mismo que contemplar la puesta de sol en persona. Da igual cómo yo pueda describir mi experiencia andando por un carretera olvidad y la llegada junto a un lago virginal mientra la naturaleza continúa con su música; tienes que estar allí para sentirlo de verdad.
Y esto habla de nuestra limitaciones humanas.
Nuestras mentes no son capaces de funcionar fuera del paradigma en el que nacieron. No podemos pensar en 4D, por ejemplo, ni crear un color primario nuevo o una nueva textura. Todo concepto, más allá de cuán brillante pueda ser, es una expansión de algo de lo que hemos sidos testigos o hemos entendido. Incluso el pintor impresionista, que da un nuevo giro a cada pincelada, está limitado por su psique.
Cuando producimos arte solo estamos reflejando el arte Divino, el Creador último de todo cuanto existe, tanto lo material como lo inmaterial. Tratar a nuestros genios artistas como un prueba de que somos superiores a lo divino o de alguna manera auto-suficientes es tan atrasado que es ridículo. Piénsalo así: ¿podría el famoso cuadro del atardecer de Moner haber existido sin el atardecer?
Como la ciencia y la lógica, el arte es una de las cosas que nos pueden ayudar a entender nuestra existencia y la naturaleza de Dios. Nos puede llevar hacia Él, o nos puede apartar de Él, depende de cómo lo entendamos. Cuando el arte se entiende como la meta en sí y los medios son ignorados, puede representar todo lo malo de la humanidad. Cuando causa arrogancia, o la auto-destrucción o el apego a las excitaciones mundanas, entonces se convierte de una herramienta útil a una peligrosa.
Es muy importante que las instituciones académicas animen a sus estudiantes a expresar sus ideas, problemas, pensamientos y experiencias de una forma creativa, auténtica y dentro del ‘espíritu’ del Islam. El ‘espíritu’ del Islam no es una lista de imposiciones de aquello que es halal (permitido) y haram (prohibido). Es una forma de ver la vida que entiende que nuestro propósito en la creación es conocer y servir a nuestro Creador. El énfasis debería de estar puesto en el arte con un motivo supremo, que va más allá de la representación de lo carnal y que en realidad remueve lo más profundo de nuestros corazones y almas -arte que reconoce que todo idea brillante que a pasado por la cabeza de un ser humano pertenece a Dios.
Y es este conocimiento una de las formas de adoración más puras