Entender la ciencia y la tecnología desde una perspectiva islámica – parte 1 de 2

Autor: Fethullah Gülen

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No es correcto condenar de manera absoluta a la ciencia y la tecnología, y adoptar una actitud casi puramente idealista…

A pesar de los desastres que la ciencia y la tecnología han traído a la humanidad y los errores del acercamiento puramente científico en busca de la verdad, así como también el fracaso de la ciencia y la tecnología para traerle felicidad al hombre, no es correcto condenar de manera absoluta a la ciencia y la tecnología, y adoptar una actitud casi puramente idealista.

Aunque es verdad que el hombre ha sido reducido, los sentimientos humanos han sido disminuidos, y ciertas virtudes humanas junto con la salud y la habilidad de pensar que ha sido dañada en un cierto punto, aún así es una injusticia atribuir todo esto a la ciencia y la tecnología. El error está más bien con los científicos que evitan las responsabilidades y las ciencias que principalmente se han desarrollado en una atmósfera materialista y casi puramente «científica» y han sido explotadas por una minoría irresponsable. Muchas condiciones preocupantes probablemente no hubieran existido si los científicos hubieran adquirido una conciencia de su responsabilidad social y, debido a los defectos del Cristianismo, las ciencias no han sido desarrolladas en gran parte contradictorias con respecto a la religión.

Fluyendo hacia el futuro como una rápida inundación llena de energía y vitalidad, y algunas veces asemejándose a un deslumbrante jardín, el mundo natural es como un libro ofrecido para que el hombre estudie, una exhibición para observar, y una confianza dejada a su custodia con el permiso de sacar provecho de ella. Lo que le toca al hombre con respecto a esta confianza es, estudiando su significado y contenido, explotarla de una manera que beneficie a las generaciones futuras y presentes. Si lo deseamos, podemos llamar a esta relación entre el hombre y el mundo «ciencia».

La ciencia también se puede describir como que comprende lo que nos cuentan las cosas y los acontecimientos, y lo que nos revelan las leyes Divinas que prevalecen en el universo. Esto significa luchar para entender el propósito del Creador. El hombre, que ha sido creado para que gobierne todas las cosas, necesita observar, leer, discernir y aprender lo que está a su alrededor. Luego, tiene que buscar la manera de ejercitar su influencia sobre los acontecimientos y someterlos a él. En este punto, por el decreto del Creador Exaltado, todo se someterá al hombre, y éste se someterá a Allah.

No hay razón para que el hombre le tema a la ciencia. El peligro no está con la ciencia y la fundación de un mundo nuevo de acuerdo a ella, sino más bien con la ignorancia, y la irresponsabilidad de los científicos y aquellos que la explotan para sus intereses egoístas.

Si la verdadera ciencia consiste en dirigir la inteligencia hacia la eternidad sin esperar ninguna ganancia material y hacer un estudio incansable y detallado de la existencia para descubrir la absoluta verdad subyacente, y seguir los métodos requerido para enseñar esta meta, entonces sin estos puntos esenciales, la ciencia no puede cumplir lo que esperamos de ella. Aunque usualmente presentados como un conflicto entre el Cristianismo y la ciencia, los conflictos en el período del Renacimiento fueron principalmente entre los científicos y la Iglesia. Ni Copérnico, ni Galileo, ni Bacon fueron antirreligiosos. Incluso se puede decir que fue su compromiso religioso el que encendió en las almas de los hombres el amor y el pensamiento por encontrar la verdad.

Antes del Cristianismo, fue el Islam quien hizo surgir el pensamiento religioso desde la eternidad, el amor y el celo elevándose desde ese pensamiento, acompañado por el sentimiento de pobreza e impotencia delante del Creador Eterno, Todopoderoso, que deja atrás el gran avance científico en el mundo musulmán durante quinientos años hasta finales del siglo XII. El concepto de ciencia basada en la Revelación Divina, que da ímpetu a los estudios científicos en el mundo musulmán, fue representado casi a la perfección por ilustres figuras de la época que, embriagadas por el pensamiento de eternidad, estudiaron la existencia incansablemente con el propósito de conseguir la eternidad. Fue por la virtud de su compromiso con la Revelación Divina que Su intelecto difundió una luz que fermentó en las almas humanas un nuevo concepto de ciencia. Si ese concepto de ciencia, aprobado y asimilado por todos los sectores de la comunidad como si fuera una parte del Mensaje Divino y perseguido con el celo de un acto de adoración, no hubiera sido expuesto a los tumultos destructivos de las invasiones de Asia y las Cruzadas aparentemente interminables y crueles de Europa, el mundo hoy seguramente estaría más iluminado de lo que está en el presente, su vida sería más rica, su tecnología más sana, y sus ciencias más prometedoras. Pero ese concepto de ciencia al que el Islam dio origen se basó en la aspiración por la eternidad, el ideal de ser útil a la humanidad y responsable en manejar las cosas para ganarse el placer de Allah Todopoderoso…

Fuente: http://www.svida.com/

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