El problema del mal y la existencia de Dios: La sabiduría detrás del mal (3/5)

Cuando pensamos sobre lo que supone el problema del mal respecto a la existencia de Dios, nos damos cuenta de que detrás del mal se esconde sabiduría

Cuando pensamos sobre lo que supone el problema del mal respecto a la existencia de Dios, nos damos cuenta de que detrás del mal se esconde sabiduría

Por: Mohammad Elshinawi

Tercera parte de esta serie sobre una perspectiva islámica sobre el ‘problema del mal’. Para leer la segunda hacer click aquí.

El Corán y la Sunnah no solo afirman que la existencia del mal puede reconciliarse racionalmente con la existencia de un Dios omnisciente, omnipotente y compasivo. También afirman que hay sabiduría discernible detrás de lo que puede parecer malo, y por lo tanto, la teodicea sunnita involucra la «razón guiada por la revelación». Sin embargo, mientras existe una sabiduría profunda detrás de cada «mal» en el universo, nosotros como seres finitos solo podemos entender esta sabiduría en un nivel general. También debemos entender que un Dios sabio no nos revelará toda la sabiduría para garantizar que la prueba llamada vida, de hecho, sirva como tal. Por lo tanto, estos detalles no deben ser descartados como irracionales, sino supraracionales (más allá de nuestro entendimiento), pero esto no debe disuadirnos de tratar de apreciar por qué Dios permite que existan. En términos más simples:

1. Dios es el más sabio;
2. La Sabiduría de Dios necesita sabiduría detrás de todo lo que existe;
3. La Sabiduría de Dios requiere que algunos males existan por razones profundas;
4. La Sabiduría de Dios requiere que, para que la vida se califique como una prueba, la razón de cada mal no pueda ser revelada de inmediato a los que están siendo probados; y
5. La Sabiduría de Dios requiere revelar algunas de las razones principales detrás del mal para ayudar a las personas a sobrellevar las dificultades de la vida.

Antes de sumergirse en estas sabidurías principales, debe decirse que uno de los conceptos más fundamentales en la teodicea sunnita es que el mal puro no existe. Ibn al-Qayyim (fallecido en 1350), un conocido teólogo sunní que escribió sobre la teodicea, dice:

El mal, como fenómeno independiente en el que no está involucrada ninguna dimensión del bien, no tiene existencia en este mundo. No hay nada en nuestra existencia que pueda llamarse mal puro, porque cada mal en este mundo es bueno desde un ángulo u otro. Por ejemplo, la enfermedad daña el cuerpo desde un ángulo, mientras que desde otros ángulos pone a prueba la paciencia, provoca resiliencia e incluso puede fortalecer la inmunidad. La mayoría de las cosas que no nos gustan son así; nunca faltos de un beneficio u otro para el ser humano.

Este principio de oro es válido tanto para los males naturales como para los males cometidos por agentes voluntariosos (humanos/genios). Dios permite que existan porque el bien de su existencia supera el bien de su inexistencia. Para los males que ocurren naturalmente, considera que los volcanes no son maldad pura, porque rejuvenecen el ecosistema que hace posible comenzar con la vida en la tierra. «Sin las erupciones volcánicas y todo lo que liberan, las comunidades agrícolas no podrían cultivar alimentos, ciertos materiales de construcción no estarían disponibles y nuestra atmósfera no tendría un ambiente rico en oxígeno». Para males cometidos por agentes con voluntad, consideremos que incluso la existencia de Satanás no es pura maldad, en primer lugar porque no fue «creado para extraviar a la gente», sino que se rebeló arrogantemente mediante el uso de la voluntad que se le dio. Además, Satanás le da a los devotos de Dios un objetivo para rechazar el mal, los alienta a buscar refugio en Dios de sus trampas, incluyendo orgullo y engreimiento, y mucho más.

Por esta razón, el Corán y la Sunna usualmente atribuyen el mal a la creación o sus acciones, porque desde la perspectiva completa de Dios, este «mal» que Él hizo que existiera es predominantemente bueno en realidad. Por ejemplo, el Corán declara:

Di: Me refugio en el Señor del rayar del alba. Del mal de lo que ha creado. [113:1-2].

En otra parte, el Corán se refiere a Dios con la intención de castigar en el tiempo pasivo, omitiendo respetuosamente al «hacedor», mientras que la intención de Dios es la guía expresada explicitamente:

Y no sabemos si se quiere mal para quien hay en la tierra o si su Señor quiere guiarlos. [72:10].

En otra parte, el profeta Abraham (la paz sea con él) se encuentra atribuyendo la creación, la guía, el alimento y la curación a Dios, al tiempo que se atribuye la enfermedad a sí mismo:

Que me creó y me guía. Que me alimenta y me da de beber y que, cuando estoy enfermo, me cura. [26:78-80]

Sin dejar espacio para la ambigüedad, el Profeta Muhammad (ﷺ; la paz sea con él) hace eco de esta etiqueta requerida en una súplica: «Y todo lo bueno está en tus manos, y el mal no es atribuible a Ti». 

Ibn Taymiyyah (d. 1328) da muchos ejemplos de cómo esta distinción matizada involucra más que la simple semántica. Él explica que aunque el mal, como lo percibimos, se puede encontrar en la creación de Dios, no hay nada que requiera que Dios tenga las mismas propiedades que su creación. Por ejemplo, Dios creando la complexión de un humano o el aroma de una flor no se traduce en que Él tenga esa complexión o emita esa fragancia. Del mismo modo, Dios creando personas con cualidades desagradables, ya sean físicas o de comportamiento, no se traduce en que esta fealdad sea una cualidad de Dios. [17] Ibn al-Qayyim agrega: «Cuando el esclavo comete un acto malo prohibido, lo que hizo es ciertamente malo y pecaminoso, y el Señor es el que le permitió ser el «hacedor» de ese [acto]. Esta habilitación de parte de Dios es justicia, misericordia y corrección, porque hacer a alguien capaz de actuar [libremente] es bueno, mientras que su manifestación [en este caso] fue mala y fea. Al habilitar, Dios ha colocado las cosas donde pertenecen, ya que [el otorgamiento del libre albedrío] contiene una profunda sabiduría por la cual Él debe ser alabado. Por lo tanto, esto es realmente bueno, sabio y beneficioso, incluso si lo que hace el esclavo es un defecto, un error y un mal”. [18]

En otras palabras, Dios creó seres con un grado de libre albedrío que a veces usan para actuar de forma errónea. En estos casos, Dios no es la causa directa del mal, sino la causa original de este instrumento que se usó para el mal, y el que permite su existencia para el bien mayor.

Con esta regla fundamental de la teodicia sunnita en mente, ahora exploremos algunas de estas dimensiones de “bien mayor” y “Sabiduría Divina” detrás del mal, el dolor y el sufrimiento que existen en el mundo que llamamos hogar.


Fuente: https://yaqeeninstitute.org/ Traducido y editado por Truth Seeker Es, versión completa con referencias en el link.

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