Los cinco temas básicos de la Revelación, el Corán

El Corán tiene cinco temas básicos de la Revelación

El Corán tiene cinco temas básicos de la Revelación

Por: Shaij Abdalqadir

Cada vez que venía una revelación surgía con motivo de una situación vital determinada. Aparecía como una iluminación del momento para permitir ver la verdad de cada situación y guiar las acciones del Mensajero, al mismo tiempo que el mensaje continuaba extendiéndose con las «buenas noticias y la advertencia», uno de los temas más reiterativos del Libro.

Pieza a pieza, junto con la guía específica que proporcionaba a las situaciones vitales, venía una exposición del patrón de la historia del hombre desde el inicio de sus tiempos en la tierra, mostrando el significado de los diversos meta-ciclos por los que había vivido.

Hay cinco temas básicos de la Revelación que se exponen a lo largo del Libro y que pueden resumirse de esta manera:

1) La guía particular dirigida al Mensajero en la que se le dice qué hacer en situaciones específicas, enseñándole, consolándole y corrigiéndole.

2) La historia global del destino de la humanidad desde sus comienzos y el papel de los primeros Profetas y sus Libros en esta historia cíclica de la guía proporcionada al ser humano, su corrupción y su pérdida y la llegada de una nueva guía que culmina con el ciclo final del mandato del Mensajero.

3) La nueva Sharia o Camino que Allah establece para toda la humanidad y con la que se abrogan Caminos anteriores que habían sido enviados con Profetas precedentes para razas y naciones determinadas.

4) La naturaleza de la Realidad. Tawhid, la declaración de la Unidad, el mensaje principal de los Profetas, se reafirma.

5) «Las buenas noticias y la amonestación», la confrontación existencial directa con cada uno de los seres humanos que formula: «¿A dónde vas?» El Libro advierte que esta vida es una zona de acción, que el hombre es responsable ante su Creador y que tendrá que responder por lo que hizo en la tierra, cuando abandone el cuerpo fenoménico en la siguiente fase de la existencia.

Hay una completa continuidad de la experiencia entre el estado de la vida, el así llamado estado mortal, y el estado de la próxima vida. Uno es el mundo de los sucesos. El otro, el de los significados.  Dentro de estos temas básicos el Corán se expresa de dos maneras determinadas que define con gran precisión al decir:

Él es Quien ha hecho descender sobre ti el Libro, en el que hay signos (aleyas) precisos que son la madre del Libro y otros ambiguos. Los que tienen una desviación en el corazón siguen lo ambiguo, con ánimo de discordia y con pretensión de interpretarlo, pero su interpretación sólo Allah la conoce. Y los arraigados en el conocimiento dicen: Creemos, en él, todo procede de nuestro Señor. Pero sólo recapacitan los que saben reconocer lo esencial. (La familia de Imran, 3:7)

Los eruditos que han tratado de crear dentro del Islam una tradición rabínica a partir del comentario del Corán, han limitado comprensiblemente el significado de estos ayats infiriendo simplemente que el Libro se basa en las ayats «legales» objetivas. Pero irónicamente, es precisamente la «ley» con su tremenda sencillez, lo que ellos han convertido en algo sutil, ambiguo y absolutamente pesado, hasta que surgió finalmente una invención totalmente rabínica llamada Ley Coránica cuya misión fue la de apoyar al Estado pseudo Islámico que ellos mismos erigieron basándose en su propia imagen y en clara oposición con la forma comunitaria establecida en la Sunna del Mensajero.

Estas «ayats-claras» se refieren a todas las majestuosas declaraciones sobre la Unidad Divina que proceden de repetidos mandatos en el Libro y en las que se nos pide que examinemos la creación a partir de los signos-claros contenidos en ella, además de examinar el nafs (el yo) y observar en éste los mismos signos confirmadores de la Unidad.

Es precisamente esta declaración de Tawhid lo que constituye la «Madre» del Libro. El Libro «sale de» esto, las leyes de la vida orgánica salen de esto, y no lo contrario.

Los signos-claros son los que exhortan a la justicia, a la compasión y la generosidad, al establecimiento de la paz, alimentar al hambriento y proteger al huérfano. Los signos de similitud no son simplemente, como definirían los «rabinos», aquéllos ayats que se refieren a cosas secretas (como el viaje de Dhul Karnayn o los Durmientes de la Cueva), sino más bien aquellos signos básicamente relacionados con la enseñanza central del Libro: la enseñanza-comportamiento en la que se basa toda la práctica de la Sabiduría, está contenida en los pasajes de signos-claros que insisten en el reconocimiento de la Unidad en el yo y en la creación y que llaman a un comportamiento correcto y compasivo; esto es: a seguir la Shariat, el Camino, y a practicar los actos de compasión en el Camino de Allah.

La enseñanza Divina está basada en signos-de-semejanza. Ahora bien, es importante darse cuenta de que Allah, exaltado sea, en ese ayat utiliza el término físico de similitud prefiriéndolo al término imaginativo.  ‘Mutashabihat’ procede de la raíz ShBH: «una similitud «parecerse mutuamente». Es la palabra utilizada en el Corán para indicar el hombre «parecido» colocado en la Cruz cuando Sayyidina Issa fue rescatado por sus seguidores. En la Forma-Vaca (Surat al-Baqara) del Corán, es asimismo la palabra utilizada para indicar el parecido entre una vaca y otra. ¡Así pues no hay duda! La enseñanza Divina está basada en estos signos ambiguos de similitud. La enseñanza auténtica de la realidad está contenida en este tipo de signos. De hecho, esta es la única manera de poder expresar a los seres humanos la situación de la Realidad. Y este ha sido el Camino de todos los Profetas y de todos los Libros. La palabra utilizada en otras ocasiones en el Corán para referirse a este método de enseñanza es MIZAL. La raíz, MZL, significa: «ser como», «una comparación», «un castigo ejemplar», «mostrarse a la vista», «representar», «significar algo», «un diseño o imagen». No hay otra manera de dar a entender a la mente humana la naturaleza de la existencia excepto con el mizal: esto es un mizal de aquello. Es una imagen, una forma de lo otro. No es «lo mismo» ni tampoco es una definición.

No hay manera de precisar aspecto alguno de este proceso dinámico y en constante renovación excepto fugazmente, al vuelo. Se pueden ver las conexiones, pero si uno se aferra a ellas y trata de materializarlas, la cuestión se nos escapará por completo. El mizal manifiesta su naturaleza en base a la calidad de nuestra reflexión. No podemos capturarle, fisicalizarle o utilizarle de forma objetiva. Hay que rendirse al mizal y dejar que la iluminación venga como ÉL quiera. Es uno de Sus medíos de acceso a ti y es tu medio de acceso a ÉL. En consecuencia, estos ayats advierten contra la argumentación y la interpretación cuando lo que de hecho se necesita es la reflexión, la vigilia y el permanecer abierto y receptivo con humildad. La gente de Sabiduría «recuerda», y el conocimiento que surge es el fruto del dhikr. En el lenguaje de los Sufis: los signos-claros de Sabiduría exigen fikr (reflexión); los signos-de-similitud exigen dhikr (despertar mediante un shock). Según el lenguaje Coránico esto proporciona Furqan (la discriminación) y Quran (la reunificación).


Fuente: Extracto del libro ‘El Camino de Muhammad

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