Los límites de la razón

La razón tiene límites, como los tiene la vista o el oído, que no permiten que abarque la totalidad de la Verdad Divina

La razón tiene límites, como los tiene la vista o el oído, que no permiten que abarque la totalidad de la Verdad Divina

Por: Osman Nuri Topbas

El Islam nos enseña a través de caminos diferentes cómo utilizar la razón, al tiempo que concede una gran importancia a su uso, considerándola una de las causas principales por las que somo responsables de nuestros actos, a la vez que se nos recuerda constantemente que la capacidad de la razón no es ilimitada, ya que Dios no ha concedido esta característica a ningún elemento de la creación.

Al igual que los sentidos de la vista y el oído tienen sus límites, también lo tiene el poder de la comprensión racional. Hay innumerables seres cuya existencia eluden nuestro sentido de la vista, e incontables sonidos que escapan a nuestro sentido del oído. De la misma manera, existen aspectos de la verdad que trascienden nuestra comprensión racional ya que se sitúan fuera de sus límites. Por lo tanto, la razón no es suficiente para abarcar la realidad en su totalidad.

Los filósofos, cuyas inclinaciones son evidentemente racionales, mantienen que la razón no tiene límites y la consideran un fuente inagotable de poder. En realidad, arrastran a los que logran convencer de que sean sus seguidores a la confusión y el extravío.

La historia que mencionamos a continuación ilustra muy bien algunos de los límites de la razón.

En la Grecia antigua se dio un caso emblemático en cuanto a los límites de la razón. Un joven estudiaba derecho con un famoso filósofo. El joven pagó, como acordaron, parte de los honorarios del maestro por adelantado, mientras que la otra parte la pagaría después de haber concluido con éxito su primer caso ante los tribunales, cosa que, como se pensaba, mostraría la efectividad de la educación que había recibido y sería esto la muestra de los derechos del profesor al resto de los honorarios. Al final de los estudio, sin embargo, el joven solicitó que el maestros renunciase al segundo pago, considerando que el primero había sido suficiente. Debido a esta disputa, este fue su primer caso en los tribunales.

El joven, dirigiéndose al jurado dijo: “Tanto si gano como si pierdo el caso, no pagaré la segunda parte de los honorarios”. El jurado quiso saber la razón. Dijo: “Si gano, no pagaré debido a vuestro veredicto, y si pierdo, no tendré que pagar debido a las condiciones establecidas anteriormente con el maestro”. En respuesta, el filósofo dijo: “Tanto si pierdo como si gano, recibirá la segunda parte de los honorarios”. El jurado de nuevo quiso saber la razón. Dijo: “Si gano, recibiré el pago de acuerdo a vuestro veredicto, y si pierdo lo recibiré de acuerdo a mi previo contrato con este joven”.

Está claro que las dos posibilidades parecen lógicas y firmes, lo cual constituya la prueba de que la razón y la lógica pueden quedar prisioneras una de la otra en un callejón sin salida. La razón, que falla incluso cuando intenta solucionar casos simple humanos, es absolutamente incapaz de comprender la infinidad de la Verdad Divina en todos sus aspectos.

La superación de estos obstáculos, por tanto, está en el sometimiento a la Revelación y el reconocimiento de someterse a las verdades espirituales que sobrepasan los límites de la comprensión.

Allah, glorificado sea, Quien conoce los defectos y fallos, se sus Siervos mejor que ellos mismos, ha enviado, según las transmisiones, más de 124.000 profetas -sujetos a la Revelación Divina y reforzados con la escrituras y los Libros- que son los medios más poderosos de guía hacia la verdad, y al mismo tiempo una gran ayuda a la hora de rectificar nuestros conceptos espirituales y nuestras creencia erróneas.

Por ello es imperativo que la razón se someta al entrenamiento de la Revelación –wahy. La razón no sometida a la guía de la Divina Revelación es como un caballo salvaje que no solamente no coopera con el jinete para llegar a su destino, sino que lo lanza por un precipicio en el que perece.

La mejor manera de domesticar a una caballo salvaje es ponerle una brida y entrenarle. De la misma manera, es absolutamente necesario someter la razón a un entrenamiento espiritual por medio de la Revelación y su explicación -tal fue la Sunnah del bendito Profeta, que Allah le bendiga y le de paz- adoptando de esta manera una dirección correcta. hasta que esto ocurra, la razón es como un arma -puede ser utilizada para el bien, y, también, para algo radicalmente opuesto, el mal.


Fuente: Extracto del libro: «La contemplación en el Islam» del mismo autor. Editado por Truth Seeker Es

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