Los signos en el ser humano del argumento ontológico

El ser humano es como una fuente de la que surgen todo tipo de pruebas que confirman el argumento ontológico

El ser humano es como una fuente de la que surgen todo tipo de pruebas que confirman el argumento ontológico

Por: Redacción

Les haremos ver Nuestros signos en el horizonte y en ellos mismos hasta que se les haga evidente que es la verdad. ¿Es que no basta con que tu Señor es Testigo de todas las cosas? (Se han expresado con claridad, 41:53)

El Corán usa «nafs» (el yo) para expresar conciencia, la quintaesencia de nuestra personalidad. El «nafs» está interrelacionado con nuestro cuerpo físico; el autor de todos los buenos y malos actos es nuestro «nafs«.

El punto sobre el que queremos hablar es la alusión del versículo a los signos en nosotros mismos. Hay categorías de las que, a priori, la mente está constitucionalmente dotada, conceptos o ideas que no se derivan de la experiencia. El tema de  este artículo no se basa en hallazgos obtenidos por satélites, telescopios, submarinos o en los recientes desarrollos de la física, química o biología. Aquí nos encontramos rodeados de los datos disponibles de un rico bagaje filosófico. La tribu a la que pertenecía el Profeta Muhammad, que la paz sea con él, se ocupaba del comercio y la ganadería. El Profeta mismo no fue educado en un ambiente como la Academia de Platón o en un ambiente en el que florecieron las coloridas y vivas escuelas de filosofía como el cartesianismo. Por lo tanto, el hecho de que el Corán haga una distinción entre los signos externos y los signos inmanentes en el alma del hombre es digno de mención.

El argumento ontológico y conceptos morales innatos

El mensaje básico transmitido por todas las religiones reveladas por Dios es que Él es un Ser Perfecto. Esto se hace aún más evidente cuando nos fijamos a todas las entidades creadas por Dios. En el argumento ontológico, la realización de la existencia de Dios no se logra a través de medios exteriores, sino de la idea de «Perfección» o «Ser Perfecto» inherente a cada uno de nosotros.

Al-Farabi y Avicena fueron de los primeros filósofos en referirse al argumento ontológico. Al-Farabi analiza el argumento ontológico junto con el argumento cosmológico. Según ellos, Dios debe ser auto-existente (Ser-Necesario), suponer que Él no existe sería una contradicción en términos. Todas las demás criaturas son criaturas posibles, tanto su existencia como su inexistencia pueden ser un tema de discusión. Si la existencia de las entidades posibles no se resuelve en el Ser Necesario, existiría una contradicción en términos. Dado que la conclusión de Al-Farabi es una combinación de argumentos ontológicos y cosmológicos, muchos pensadores dicen haber encontrado los primeros rastros de argumento ontológico en las obras de Avicena.

Sin embargo, este argumento es, generalmente, asociado a Descartes. Para evitar cometer errores, se plantea su búsqueda filosófica considerando todo conocimiento pasado como si fuera inexistente. Comienza con la afirmación de que muchas de las opiniones preconcebidas que ha aceptado desde la infancia han resultado ser poco fiables, por lo que es necesario una vez en la vida demoler todo y empezar de nuevo desde los cimientos. Lo que sigue es una crítica sistemática de creencias anteriores. Afirma que cualquier cosa basada en los sentidos es potencialmente sospechosa, ya que ha encontrado por experiencia que los sentidos a veces engañan, y es prudente nunca confiar completamente en aquellos que nos han engañado aunque sea una vez.

Descartes expresa su «argumento cogito» en la famosa frase, «cogito ergo sum» (pienso, por lo tanto existo). Deriva de este argumento que él existe incontestablemente y que el pensamiento nunca puede ser confundido. Más tarde se da cuenta de que saber es más perfecto que dudar, y explica cómo esta idea de perfección lo lleva a lo más perfecto, a la idea de un Ser supremamente perfecto.

Deacarte razona que el contenido representacional (o realidad objetiva) de esta idea es tan grande que no puede originarse desde dentro de su propia mente (imperfecta), sino que debe haber sido plantada en él por un Ser Perfecto real -Dios. Cosas fuera de él como el cielo, la tierra, la luz y el calor y mil otras cosas, todas estas cosas no contienen nada que lo superara. Si fuesen irreales, él podría haber concluido que las había originado del vacío. Sin embargo, esto no podría ser válido para un Ser Perfecto. No podría haberlo originado de la nada.

Descartes concluyó la existencia de Dios después de haber examinado la evidencia inherente en el yo. Dijo que esta conclusión no era una invención de su imaginación, y que añadir o quitar algo de ella estaba más allá de lo que él podía hacer. Tenía que aceptar el hecho de que había venido al mundo con esta idea a priori. Como las iniciales que un artista imprime en su obra, Dios había implantado esta idea cuando como lo creó.

El Corán habla de signos en el «yo». Hasta ahora, hemos visto «la idea de la existencia de Dios» innata en nosotros, tal como la propusieron Descartes y otros pensadores como él. Pero creemos que el versículo que se refiere a los signos en el «yo» significa mucho más.

Mantenemos la opinión que el «yo» consideradao como una entidad a priori y todas las características innatas en nosotros, entran dentro del alcance de este verso. Por ejemplo, los experimentos llevados a cabo en los últimos 20-30 años en la psicología moderna muestran que los conceptos como bueno-malo, correcto-incorrecto, justo-injusto están en nosotro a priori.

En un experimento, un grupo de niños menores de un año de edad fueron mostrados una obra de títeres. Un grupo de títeres se estaba ayudando mutuamente mientras el otro grupo se estaba obstaculizando. Se observó que los niños preferían a los que ayudaban frente a los que obstaculizaban y en algunos casos incluso castigaron a estos golpeándolos. Puesto que es imposible que un niño en esa edad tenga una noción de «bueno» y «malo» y tenga un concepto complejo como «justicia», parece que esos conceptos los tenemos a priori. La mayoría de los mandamientos y prohibiciones fundamentales de la religión están relacionados con la moralidad. Estos conceptos morales a priori son las pruebas de que Dios nos dará obligaciones relacionadas con esos valores morales a priori.

Otros signos codificiados en nosostros mismos del argumento ontológico

Mantén tu rostro sin apartarlo de la Adoración primigenia, como hanif. La marca original* de Allah, con la que ha marcado a los hombres al crearlos. No se puede reemplazar la creación de Allah. Esa es la forma de Adoración genuina, sin embargo la mayoría de los hombres no saben. (Los Romanos, 30:30)

Lo datos que se han codificado en nosotros a priori, cuando fuimos creados, conforme a los preceptos de la religión revelada por Dios, son evidencia de la perfecta creación de Dios. Si consideramos el contenido del primer versículo que hemos mencionado (El Elucidado, 41:53) que habla de los signos en el «yo» como estando en conformidad con la creación, el asunto puede ser entendido mejor. Muchas personas encuentran dificultades para comprender la expresión de Descartes de «ideas innatas». Para tener una mejor comprensión de los argumentos de Descartes, necesitamos concentrarnos muy atentamente en la estructura de la mente. Podría ser mejor concebir esto como la conformidad de nuestra creación con los preceptos de la religión, ya que se puede entender fácilmente.

La mayoría de nosotros buscamos respuestas a las preguntas: ¿De dónde vengo? ¿Cuál es el propósito de mi existencia? ¿A dónde me dirijo? La razón por la que nos hacemos estas preguntas es porque hemos sido creado de tal manera que sentimos la necesidad de preguntarlas. Hay muchas personas -personas que han inhibido sus propios impulsos- que evaden hacer estas preguntas y evitan meditar sobre ellas. El hecho de que nuestro creador nos haga hacernos estas preguntas, el habernos creado dispuestos a creer en la religión, son indicios de una religión que Él revelaría, puesto que no hay nada que pueda dar una respuesta a esas preguntas fuera de la religión. Una de las evidencias de la existencia de la religión es que hemos sido creado de tal manera que necesitamos creer en ella.

Dios, quien hace que tengamos sed, también ha creado el agua para saciarla. Dios, quien hace que tengamos hambre, también ha creado la comida que necesitamos. Tener sed y hambre es diferente de la existencia de agua y comida en el mundo exterior. Podríamos sentir la necesidad de algo que no existiera en el mundo, en lugar de agua, por ejemplo las moléculas cuyos constituyentes son hidrógeno y oxígeno. Pero el hecho es que nuestro cuerpo está diseñado para querer lo que está programado en él. Ser inmortales es lo que más deseamos, más que nuestra necesidad de agua y comida. La supervivencia es más importante que todos los deseos y pasiones. Dios nos ha creado de tal manera que deseemos una vida después de la muerte. Esta necesidad que sentimos es una evidencia de la otra vida.

Nuestra creación incluye todas las evidencia, la evidencia de la religión y de la otra vida. Podemos reflexionar sobre la expresión en el versículo anterior: «No se puede reemplazar la creación de Allah. Esa es la forma de Adoración genuina». La persona que puede descifrar el significado de estos signos cree en Dios, en su religión y en la Otra vida. La última frase del versículo, en la que se dice que la mayoría de la gente no sabe esto, es muy significativa. De hecho, muchas personas no aprecian estos signos innatos en ellos, de esta manera negándose a sí mismos.


Fuente: http://www.quranmiracles.com Traducido y editado por Truth Seeker Es

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