Un argumento para la existencia de Dios basado en el Corán

Un argumento para la existencia de Dios basado en el Corán contempla que no hay razón para negar Su existencia, sino que las hay para afirmarla.

Un argumento para la existencia de Dios basado en el Corán contempla que no hay razón para negar Su existencia, sino que las hay para afirmarla.

Por: Javed Ahmed

¿O es que acaso han sido creados espontáneamente o se han creado a sí mismos? ¿O han creado los cielos y la tierra? Por el contrario; no tienen certeza. (Corán 52:35-36)

Nuestros ojos, oídos, lengua, cerebro, intelecto, extremidades, ritmo cardíaco, respiración, proporción debida, etc., todos llevan una fuerte impresión de haber sido creados cuidadosamente. Dado que el creador no se encuentra dentro de nosotros, estamos obligados a buscar un creador externo. Este, por así decirlo, razonamiento intuitivo es tan espontáneo que no necesitamos desarrollar conscientemente ningún argumento lógico para ello. La misma afirmación del creador tiene lugar a medida que percibimos el mundo externo, ya que también da una fuerte impresión de haber sido realizado meticulosamente. Esto naturalmente nos lleva a una de nuestras preguntas más básicas: ¿quién es nuestro creador? Su respuesta, que se nos a legado como herencia común de la humanidad, es Dios. Debido a que esta respuesta satisface nuestra intuición y sentido común, nos sentimos predispuestos a aceptarla sin dudar.

El Corán (2:34-37, 2:213 y 16:36) informa que el concepto de Dios se ha convertido en nuestra herencia porque Dios era una realidad empírica para nuestros primeros antepasados; así, a partir de ellos, el conocimiento de su existencia nos ha sido transmitido generación tras generación, como una tradición oral colectiva. La humanidad, por lo tanto, tenía una religión para comenzar, pero con el transcurso del tiempo surgieron disputas sobre los atributos y la voluntad de Dios. Entonces, Dios inició la institución de la profecía. De entre cada nación, Él seleccionó a los mejores individuos como profetas y, una vez más, se reveló a Sí Mismo y Su plan para ellos. Por lo tanto, estos profetas también dieron testimonio de la existencia de un Dios trascendente, Sus atributos verdaderos y el Último día. En consecuencia, se reforzó la transmisión masiva del conocimiento de Dios, de tal manera que en ningún momento ni lugar la humanidad quedó privada de ella.

A diferencia de la hipótesis de la tierra plana, de la tierra joven o la creación espontánea del hombre y otros mitos que nos transmiten, no tenemos ninguna razón para rechazar el concepto de Dios. Por el contrario, satisface nuestro intelecto y está corroborado por evidencia empírica: los avances en ciencia y tecnología han dejado muy claro que las disposiciones (poderes) impresionantes de la materia y la energía no se explican por sí mismos. El desarrollo de estos poderes ha dado forma a un universo que muestra una planificación minuciosa, diligencia, sabiduría profunda, significado, beneficencia, belleza, armonía, orden matemático, control, auto-sostenimiento, etc. Todo esto es imposible sin conocimiento, sabiduría, voluntad y capacidad, pero la materia y la energía están desprovistas de estos. Por lo tanto, el universo debe tener una concepción ajena a él: un creador sabio y todopoderoso. El Corán dice:

¿Es que no se fijan en los camellos y cómo han sido creados? ¿Y en el cielo y cómo ha sido elevado? ¿Y en las montañas, cómo han sido erigidas? ¿Y en la tierra, cómo ha sido extendida? Así pues, llama al Recuerdo, pues sólo eres alguien que despierta el recuerdo. No tienes potestad sobre ellos. Sin embargo a quien dé la espalda y se niegue a creer, (88:17-23)

Vuestro dios es un Dios Único, no hay dios sino Él, el Misericordioso, el Compasivo. Ciertamente en la creación de los cielos y de la tierra, en la sucesión de la noche y el día, en la nave que navega en el mar y de la que los hombres se benefician, en el agua que Allah hace descender del cielo con la que vivifica la tierra después de haber estado muerta, en cómo se han diseminado por ella toda clase de criaturas y en el cambio de dirección de los vientos y de las nubes sometidas entre el cielo y la tierra, hay signos para una gente que entienda. (2:163-164)

Anteriormente, hemos mencionado que los profetas fueron enviados para dar testimonio de la existencia de Dios y advertir a las personas sobre el Día del Juicio. Para respaldar sus afirmaciones, presentaron tales argumentos y pruebas de que a su gente no le quedaron razones para cuestionarla por motivos racionales. Un registro del mismo, algunos de los cuales presentamos aquí, se puede encontrar en el Corán, las Escrituras y el Ḥadīth, que contiene mucha luz para un buscador.

Todo esto fue suficiente para establecer la existencia de Dios. Sin embargo, para erradicar todas las dudas, Dios elevó a algunos de Sus profetas (anbiyā ‘) al estado de mensajeros (rusul). Cada mensajero advirtió a su pueblo que Dios había decretado interferir directamente en este mundo y tratar con ellos de acuerdo con Su conducta moral. Los justos entre ellos serían bendecidos con honor, prosperidad y poder político, mientras que los malvados serían deshonrados y severamente castigados. En su mayoría, solo una minoría prestó atención y cumplió los mandamientos morales de Dios, mientras que una gran mayoría – con Recursos enormes, militares y autoridad civil – se burlaron de este mensaje. Sin embargo, después de que cada mensajero entregara la verdad con tales argumentos y evidencia de que a su gente no le faltó ninguna excusa para negarla, el castigo profetizado, sin importar lo improbable que pareciera, se cumplió y, en la mayoría de los casos, se destruyó por completo a quienes lo negaba. Por otro lado, cada mensajero y sus compañeros, sin importar cuán pocos, débiles u oprimidos, recibieron el honor prometido, la salvación y la autoridad en la tierra :

¿Es que no han llegado las noticias de los que hubo antes de vosotros, la gente de Nuh, los Ad, los Zamud y los que vinieron después de ellos que sólo Allah conoce? Les llegaron sus correspondientes mensajeros con las pruebas claras pero ellos se llevaron la mano a la boca y dijeron: Negamos (el mensaje) con el que habéis sido enviados y tenemos dudas y sospechas de aquello a lo que nos llamáis. Dijeron sus mensajeros: ¿Acaso puede haber duda acerca de Allah, el Creador de los cielos y de la tierra que os invita al perdón de vuestras faltas y os da plazo hasta un término fijado? Dijeron: Vosotros sólo sois hombres como nosotros que queréis desviarnos de lo que adoraban nuestros padres. Traednos una prueba clara. Les dijeron los mensajeros: No somos mas que seres humanos como vosotros, sin embargo Allah favorece a quien quiere de Sus siervos y no nos pertenece traeros ninguna prueba clara si no es con permiso de Allah. Que en Allah se confíen los creyentes. ¿Cómo no habríamos de confiarnos en Allah cuando ha sido Él Quien nos ha guiado al camino? Tendremos paciencia con el perjuicio que nos hacéis. ¡Que en Allah se confíen los que confían! Dijeron los que no creían a sus mensajeros: Os echaremos de nuestra tierra a menos que volváis a nuestra forma de adoración. Pero su Señor les inspiró: Vamos a destruir a los injustos y os haremos habitar la tierra después de ellos. Eso es para quien tema que tendrá que comparecer ante Mí y tema Mi promesa. (14:9-14)

El Corán (54:9-45) dice que Dios estableció numerosos días de juicio en miniatura a lo largo de la historia humana y, por lo tanto, estableció empíricamente el reclamo básico de la religión, es decir, la existencia de Dios y el advenimiento del Último Día. El último de estos juicios en miniatura tuvo lugar en la Península Arábiga en el siglo VII dC, cuando el último mensajero de Dios, Muḥammad, que la paz sea con él, llegó a este mundo. Este evento, con sus detalles expuestos ante nuestros ojos, nos invita a todos a ser testigos de Dios a través de las páginas de la historia establecida.

El Corán (7:172-74) narra que, en el ámbito espiritual, Dios reunió a toda la humanidad y le preguntó: «¿No soy Yo vusetro [Creador y] Sustentado?» Todos respondieron inequívocamente: “¡En verdad, lo eres! Damos testimonio de esto”. No obstante, en esta vida mundana, el hombre a veces se niega a reconocer a Dios. Esto es mera obstinación. Así, por un lado, niega la existencia de Dios pero, por el otro, permanece ansioso dentro de su alcance de conocimiento para buscar un actor para cada acción; un planificador para cada plan; un personaje para cada característica; un efecto para cada efecto; y un organizador inteligente y sabio para cada sistema organizado. Todo el conocimiento que ha adquirido es un producto de tal persecución. Así es como las acciones de tal persona le hacen creer y revelan completamente la obstinación detrás de su negación de Dios.

Aquí, uno puede argumentar que este no es siempre el caso. Por ejemplo, los ateo-darwinistas no buscan ningún organizador sabio para la organización presente en una célula viva; en cambio, se atribuye a los procesos ‘aleatorios’, ‘ciegos, aleatorios, sin propósito y sin guía’ que funcionan durante largos períodos de tiempo. Esto, de hecho, es la misma contradicción que pretendemos señalar aquí. En ningún otro lugar de su vida estarían satisfechos intelectualmente sin encontrar un actor ni siquiera para una simple acción, y mucho menos para una unidad de vida tan maravillosa. El matemático de Oxford John Lennox recuerda: «Carl Sagan pensó que un solo mensaje desde el espacio sería suficiente para convencernos de que había inteligencias en el universo distintas a las nuestras». Sin embargo, cuando se trata de los poderes inherentes de la materia, lo que le permite evolucionar a numerosas entidades impresionantes (como la célula con información semántica) y provocar fenómenos espectaculares, como las leyes matemáticas de la naturaleza [xi], son convenientemente explicado como ‘por casualidad’. ¿Qué puede ser menos académico que esto? Implica que ni siquiera hay una hipótesis decente para presentarla contra la idea de Dios.

‘Pero, entonces’, se pregunta, ‘¿quién creó al Creador?’ Esta es una pregunta secundaria, sin afectar a la pregunta en cuestión, es decir, si el universo se explica por sí mismo o apunta a una Voluntad detrás de él. Una silla desde su propio ser necesita un carpintero, ya sea que el carpintero sea creado o no. Si al encontrarse con Dios, resulta que Él fue creado, que no se explica por sí mismo, entonces también buscaremos a Su creador, pero ¿cómo podemos evadir una pregunta inmediata debido a la que ni siquiera ha surgido?


Fuente: http://www.al-mawrid.org/ Traducido y editado por Truth Seeker Es (puedes encontrar la versión original en inglés con todas las referencias en el link).

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